De izquierda a derecha, el presidente valenciano, Ximo Puig; la vicepresidenta, Aitana Mas, y el vicepresidente segundo, Héctor Illueca

De izquierda a derecha, el presidente valenciano, Ximo Puig; la vicepresidenta, Aitana Mas, y el vicepresidente segundo, Héctor IlluecaI. CABALLER/CORTES VALENCIANAS

Comunidad Valenciana  Puig supera las fricciones y el tripartito aprueba sus últimos Presupuestos antes de las elecciones

PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem dejan a un lado sus luchas internas y sacan adelante unas cuentas duramente criticadas por la oposición

2022 ha sido, sin duda, el año más inestable para el tripartito valenciano. Desde 2015 a 2021, PSPV-PSOE, Compromís y Unides Podem habían ido funcionando con relativa calma. Sin embargo, en estos últimos doce meses se han visto obligados a afrontar numerosos episodios de tensión interna.
Ejemplos hay muchos, desde la aprobación de la tasa turística a la polémica por la gestión de los proyectos de energías renovables, pero el de mayor calado ha sido, naturalmente, la investigación y posterior renuncia de Mónica Oltra.
Sin embargo, a pesar de la zozobra por la que se ha caracterizado el Ejecutivo liderado por el socialista Ximo Puig este año, los tres partidos gobernantes han aunado fuerzas y han sacado adelante los últimos Presupuestos de la legislatura.
El encargado de defender las cuentas públicas por parte de los socialistas ha sido su diputado José Muñoz, que las ha calificado como las primeras «del próximo Gobierno presidido por Ximo Puig».
Asimismo, ha garantizado que los Presupuestos están «absolutamente volcados con la estimulación económica y la protección social».

Aumenta la presión fiscal

En Compromís, su portavoz parlamentaria, Papi Robles, cree que refuerzan «la mayoría botánica» (el Botánico es el pacto que dio origen al tripartito), mientras que la síndica de Unides Podem, Pilar Lima, ha puesto en valor el trabajo «de la cultura de coalición» y ha pedido «desdramatizar las diferencias».
Frente al modelo idílico pintado por izquierda, el portavoz adjunto del Partido Popular en el hemiciclo autonómico, Miguel Barrachina, ha criticado las cuentas porque, según ha explicado, «van a subir en 430 euros la presión fiscal sobre todos los valencianos».
Así, ha reprochado al tripartito que en 2023, a pesar de las elecciones de mayo, vaya a crear «cinco chiringuitos nuevos para no resolver los muchos problemas que tiene la Comunidad Valenciana».
En este sentido, Barrachina considera que, teniendo en cuenta los niveles de déficit y deuda que van a generar, estos Presupuestos no son solo malos para el año que viene, sino también «para las generaciones futuras».
Respecto a Vox, para su portavoz adjunta, Llanos Massó, las cuentas para 2023 «no van a ayudar en nada a los valencianos» y ha echado en cara a los miembros del Ejecutivo que se suban el sueldo un cuatro por cien, a lo que hay que añadir otro 1,5%.

No reducen el gasto político

Según la diputada, en los Presupuestos «no se va a revertir todo lo que se está recogiendo vía impuestos por parte de la Generalitat debido a la inflación» y tampoco se recorta «ni un solo euro de gasto político».
Igualmente, los considera «totalmente ideológicos» porque lo único que hacen es «bailarles el agua a los socios separatistas y comunistas del Gobierno» porque, a su parecer, «la dignidad del Partido Socialista ha desaparecido por completo»: «Pesa más el valor de un escaño y un asiento en el Gobierno que lo que verdaderamente necesitan los valencianos», ha zanjado Massó.
Por su parte, la portavoz de Ciudadanos, Ruth Merino, opina que los Presupuestos son «cortoplacistas, un 'copia y pega'» que contienen «medidas poco valientes para afrontar los retos de la Comunidad Valenciana».
En esta línea, ha subrayado que las cuentas tienen «defectos tanto en el fondo como en la forma» y ha lamentado que todas las promesas del tripartito se hayan quedado «en nada», por lo que el Ejecutivo autonómico ha «fallado a los valencianos». «Lo que han conseguido es una sociedad más polarizada y menos libre», ha indicado.
Sin embargo, aunque lo habitual es que unos presupuestos sean sinónimos de estabilidad, la marejada política es tan movida que las cuentas no despejan de manera definitiva el fantasma de un adelanto electoral.
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