El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el diputado Joan Baldoví se saludan en el Congreso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el diputado Joan Baldoví se saludan en el CongresoEFE/JUAN CARLOS HIDALGO

Elecciones 28-M  Joan Baldoví: el mejor aliado de Sánchez con la tarea de hacer olvidar a Mónica Oltra

El candidato de Compromís a la Generalitat Valenciana se presenta sin ningún logro frente a las reivindicaciones regionales, como muleta del socialista y defensor de la exvicepresidenta nacionalista

De los seis partidos que en las elecciones autonómicas de abril de 2019 en la Comunidad Valenciana obtuvieron representación parlamentaria, el único candidato que repite en los comicios del 28 de mayo será el socialista Ximo Puig, que aspira a un tercer mandato al frente de la Generalitat.
El presidenciable del Partido Popular es Carlos Mazón, que sustituyó a Isabel Bonig tras un proceso interno de renovación. Este fue tranquilo, no como el de Ciudadanos. Precipitado por los pésimos resultados electorales en otras regiones y la insostenible tensión en sus filas, la nueva dirección nacional 'naranja' designó a Mamen Peris como su apuesta.
En cuanto a Vox, optará a dirigir la Comunidad el catedrático de Derecho Constitucional Carlos Flores Juberías, mientras que en la izquierda, por Unidas Podemos lo hará el vicepresidente segundo del Ejecutivo valenciano, Héctor Illueca, y a Compromís le representará Joan Baldoví.
Quizás sea esta la candidatura más mediática y que mayor expectación haya causado. Tras doce años en el Congreso de los Diputados, el propio parlamentario reconoce que vuelve «a casa». Lo hace, todo sea dicho, forzado por las circunstancias y con dos tareas por delante que le supondrá ímprobos esfuerzos llevarlas a buen puerto.

Ni financiación ni agua

La primera es intentar hacer valer su labor en San Jerónimo como beneficiosa y favorable para los más de cinco millones de valencianos que aspira a gobernar. No lo va a tener nada fácil, de eso no hay duda.
Desde que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ganó en 2018 la moción de censura y llegó a Moncloa, el papel de Baldoví con el jefe del Ejecutivo se podría catalogar sin miedo a equivocarse como de muleta. Ha sido su aliado parlamentario más fiel. Incluso el Partido Nacionalista Vasco (PNV), Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) y EH Bildu le han dado algún toque al presidente. Pero no así Baldoví, que a la hora de la verdad nunca le dejó caer.
Por esa lealtad a la hora de buscar su respaldo el precio que pagó Sánchez siempre ha sido el mismo: cero. El dicho popular dice que 'mucho lirili, pero poco lerele' en referencia a alguien que dice que va a hacer determinada acción, pero termina sin ejecutarla. Así se ha comportado el nacionalista muchas veces, y a veces ni eso.
Las reivindicaciones históricas de la Comunidad Valenciana en nada han avanzado gracias a la gestión del candidato regional. Sobre financiación apenas se le ha escuchado hablar, más allá de sus dos últimas intervenciones, con el modo campaña electoral ya activado. Tarde y mal.
Por contra, durante más de una década ha preferido cargar constantemente contra el PP en todos los sentidos. Incluso en el debate sobre el estado de la Nación, la tónica fue mucho Bárcenas y poca financiación. Y eso que Sánchez ya llevaba cuatro años en el palacio de la Moncloa.
Con Baldoví las prioridades están siempre claras y la primera de ellas permanentemente es la ideología. La suya, la nacionalista radical, le ha llevado a votar a favor de que los Presupuestos Generales del Estado (PGE) dejen a la provincia de Alicante como la última en cuanto a nivel de inversiones de toda España. Y, de nuevo, sin contraprestación por parte del Gobierno. Otro cheque en blanco a cambio de nada.
En el debe del candidato de Compromís también está su nula influencia para que Sánchez renunciase o al menos suspendiera la finalización en diferido del trasvase Tajo-Segura. Las intenciones del Ejecutivo eran tan claras como previsibles, pero ni por esas Baldoví supo jugar sus cartas.
De nuevo a destiempo y a última hora, se unió a una concentración junto a los regantes del Levante español a las puertas del Ministerio para la Transición Ecológica. Lo malo para él fue que su ansia electoral por aparecer en la foto y en los telediarios era tan grande como el cabreo de los agricultores.
Joan Baldoví junto a Mónica Oltra en un acto de Compromís

Joan Baldoví junto a Mónica Oltra en un acto de CompromísEP

Si en cuanto a defender su gestión en Madrid Baldoví lo tiene francamente complicado, las elecciones del 28 de mayo dilucidarán si cumple con su segunda tarea, que es la de conseguir que Compromís pase página interna y olvide a su exlíder, Mónica Oltra.
No es un cometido fácil. Todo lo contrario, pues la sombra de la exvicepresidenta valenciana todavía sigue siendo bastante alargada, tanto en la Consejería de Igualdad como a nivel orgánico. En la provincia de Alicante, fue la sustituta de Oltra, Aitana Mas, quien ganó recientemente las primarias.
Hasta que el juez instructor decidió imputarla por, presuntamente, haber encubierto los abusos sexuales a una niña de catorce años por parte de su marido en un centro tutelado por la Generalitat, Oltra era la mandamás en Compromís, la jefa en toda regla.
Es cierto que había otras caras visibles como el propio Baldoví o el alcalde de Valencia, Joan Ribó, pero a cuando se trataba de decidir, todo pasaba por la exvicepresidenta.

Con su voto a los Presupuestos, Baldoví permitió que Alicante sea la provincia donde menos vaya a invertir Sánchez en 2023

Tras verse forzada a dar un paso al lado, fue el diputado el que se adelantó a sus compañeros y presentó su candidatura para optar a la Generalitat, perfectamente sabedor de que no iba a ser rebatida en el seno de la coalición.
Hubo amagos y rumores acerca de que competiría con Mas, pero nada de eso acabó cristalizando. Baldoví lleva décadas en política mientras que buena parte de sus compañeros acaba de salir de la hornada con retórica buenista y errejonista. Baldoví sabe más que el demonio y Mas todavía está verde políticamente hablando.
Sin embargo, su prueba de fuego es el 28 de mayo y los pronósticos no pintan nada bien para los nacionalistas. No solo es que Compromís perdería algún representante en las Cortes Valencianas, sino que, para colmo, el bloque de centro-derecha tendría muchas opciones de recuperar el poder autonómico, algo del todo inasumible para la izquierda.
De ser así, Baldoví habría dejado su escaño en el Congreso, donde su voto en algún asunto todavía puede ser clave, para ser el segundo líder de la oposición, a la sombra del PSPV-PSOE, con un presidente del Partido Popular y con un partido, Compromís, cuyo futuro se prevé más que incierto al que habría que añadirle la aparición de Sumar.
En conclusión, Baldoví vuelve «a casa», pero a día de hoy no hay constancia de que haya explicado –ni que lo vaya a hacer– el porqué de su acérrima defensa de un supuesto encubrimiento de abusos sexuales a una menor. Tampoco sobre su venta a coste cero a Sánchez, mutilando las reivindicaciones históricas de la Comunidad Valenciana.
Son dos tareas, a cuál más difícil, más aún si para alcanzarlas no se pueden aportar los avales de la gestión ni el de los principios.
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