Sánchez y Puig

Sánchez y PuigEFE

Elecciones 28-M  La paradoja de Sánchez y Puig: obsesión con Valencia siendo los mayores promotores de Junqueras en la región

Las cesiones del presidente del Gobierno al independentismo y las subvenciones millonarias del valenciano están permitiendo que los postulados catalanistas calen en la Comunidad

Las campañas electorales suelen dejar estampas que si no se produjesen en un contexto de pedir el voto sería prácticamente imposible verlas. Entre ellas, destacan las imágenes de los líderes políticos en situaciones como paseando junto a vacas en el campo, arrancándose a bailar o cogiendo a bebés en brazos.
Más allá de estos aspectos un tanto pintorescos, también los hay sumamente paradójicos e incoherentes como el que se va a dar este mismo sábado en Valencia. Allí, en la Ciudad de las Artes y las Ciencias, el aspirante a la reelección por parte del PSPV-PSOE a la presidencia de la Generalitat, Ximo Puig, celebrará el mitin principal de la campaña y lo hará junto al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
Con esta serán cuatro en un mes las visitas que el jefe del Ejecutivo habrá hecho a la Comunidad Valenciana. El peso demográfico de la región, que supera los cinco millones de habitantes, lo igualado de las encuestas y la extrapolación a nivel nacional de los resultados que se produzcan el próximo 28 de mayo están haciendo que el líder de los socialistas se pase por la zona cada semana.
En los actos hay aspectos a resaltar como el hecho de que tanto Puig como Sánchez se elogian mutuamente a pesar de que su relación es insalvable tras tener varios desencuentros en los últimos meses. Sin embargo, hay algo más incongruente cuando ambos mandatarios se juntan en un mitin: los dos presumen de Valencia cuando están siendo los mayores promotores del independentismo en la Comunidad.

El secesionismo, envalentonado

La aspiración de los secesionistas no se reduce a conseguir una Cataluña segregada del resto de España. Va mucho más allá y está orientada a, una vez alcanzado ese objetivo de mínimos, continuar su expansión territorial hasta colonizar zonas del sur de Francia, las Islas Baleares y la Comunidad Valenciana en lo que en argot catalanista viene a llamarse ‘Países Catalanes’.
Ante ese panorama, no resulta extraño que las tesis independentistas estén calando en la región como consecuencia de las políticas llevadas a cabo por Sánchez en Madrid y Puig en Valencia. Al igual que el Gobierno ha incorporado a EH Bildu a la «dirección del Estado» en palabras de Pablo Iglesias, Esquerra Republicana de Cataluña (ERC) no para de arrancarle cesiones al jefe del Ejecutivo aprovechando la debilidad parlamentaria que tiene el sanchismo.
Entre otras medidas, con los indultos a los presos del 1 de octubre, la eliminación del delito de sedición y la rebaja del de malversación, el secretario general del PSOE le ha dado alas a unos separatistas que nunca han renunciado ni renunciarán a sus ansias anexionistas.
Ese trato de favor y de aliado preferencial hacia ERC ha envalentonado a los que defienden el ideario de Oriol Junqueras y Carles Puigdemont, ha legitimado sus pretensiones anticonstitucionales y, por ende, ha puesto en cuestión los símbolos, la cultura y las tradiciones valencianas.
Ese camino se está recorriendo por expreso deseo de Pedro Sánchez, pero va a velocidad extrema gracias a la gestión de Puig, caracterizada no por un acercamiento hacia posiciones independentistas, sino por un continuo mimetismo con ellas. Esta actitud todavía se sigue llevando a cabo sin el menor reparo ni disimulo a la par que el barón socialista presume de valencianía y nombra la Real Señera, que cabe recordar que es la única bandera que no se inclina ante nadie.
Durante sus ocho años al frente del Gobierno autonómico, Puig se ha dedicado a calcar la hoja de ruta llevada a cabo por los anexionistas durante el ‘procés’ en todos los ámbitos. Así, ha dedicado casi diez millones de euros públicos a subvencionar y apoyar activamente a asociaciones independentistas para que realicen sus actividades ideológicas a lo largo y ancho de la Comunidad.
Respecto a la educación, el panorama también es exportado desde la Cataluña de Pere Aragonés. En este caso, la Consejería está en manos de Compromís, por lo que el componente sectario se ve agravado notablemente con más dosis de nacionalismo pancatalanista. En las aulas, tanto la coalición como los socialistas se han encargado concienzudamente de asegurarse que el número de horas en las que se estudia en castellano sea el mínimo posible. En muchos casos, incluso, el porcentaje de horas lectivas en español es inferior al 25 % que establece el Tribunal Constitucional.
Pegatinas sobre carteles reivindicando el valenciano en Valencia

Pegatinas sobre carteles reivindicando el valenciano en ValenciaFginer

Además, en lugar de proteger la lengua valenciana como tal y diferente al catalán, el tripartito de izquierdas del que también forma parte Unidas Podemos adoctrina a los alumnos enseñándoles que el idioma autonómico es un mero dialecto de su matriz catalana, cuando la historia desmiente esa visión de la realidad.
Igualmente, una de las entidades secesionistas que reciben dinero del erario público valenciano es Plataforma per la Llengua. Entre los cometidos de la autodenominada «ONG del catalán» está la de vigilar la actividad de los alumnos en el patio mientras juegan para saber si hablan en catalán y hacer informes al respecto para las instituciones. Una ‘policía lingüística’ en toda regla.
Pero la obsesión por la lengua no queda reducida a los centros escolares, sino que está presente en todos los órdenes de la vida cotidiana. De este modo, la Consejería de Sanidad, dirigida por el PSPV-PSOE, estuvo a punto de aprobar que para lograr una plaza de médico en unas oposiciones el nivel C1 de valenciano contase cinco veces más que un máster y el triple que un doctorado.
Tras las protestas de la oposición y los profesionales del sector, se dio marcha atrás, aunque se equiparó el idioma con la formación.
En el citado mitin en Valencia de Sánchez y Puig también intervendrá la candidata socialista a la alcaldía de la ciudad, Sandra Gómez. Con su silencio cómplice y su nula crítica, la actual vicealcaldesa levantina ha respaldado una iniciativa consistente en poner pegatinas a los comercios que no rotulan o atienden en valenciano –catalán para ellos– como lengua primera. Señalamiento al máximo nivel.
Con todo, el presidente del Gobierno y el de la Generalitat visitan mañana sábado una ciudad cuya historia niegan. Estarán en una comunidad a la que quieren condenar a renunciar a su autonomía y cultura.
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