El expresidente de la Generalitat Valenciana Ximo Puig, tras entregar sus credenciales en el Senado.

El expresidente de la Generalitat Valenciana Ximo Puig, tras entregar sus credenciales en el SenadoPSPV-PSOE.

Comunidad Valenciana  Puig se refugia en el Senado para apoyar a Sánchez mientras se olvida de las reivindicaciones valencianas

El expresidente de la Generalitat ha entregado las credenciales para incorporarse a la Cámara Alta respaldando a su jefe de filas y sin hacer ninguna mención a los asuntos claves que afectan a la región

El expresidente de la Generalitat Valenciana Ximo Puig ha vuelto a demostrar que, sobre todo tras perder el poder autonómico y cedérselo al popular Carlos Mazón, su perfil institucional ha quedado totalmente relegado a un segundo plano en favor de una defensa a ultranza de las siglas del Partido Socialista en general y de Pedro Sánchez en particular. Este movimiento, lejos de ser improvisado o algo nuevo, se viene gestando desde hace varias semanas, una vez se confirmó que su nueva aventura política pasa por ser senador a partir de la semana que viene. Al respecto hay quien desliza que en la cabeza del barón del PSOE todavía está la opción de ser ministro, aunque a día de hoy esa opción resulta bastante improbable.
El último ejemplo de esa tendencia hacia los asuntos de partido frente a los de toda una región a la que ha representado durante ocho años se vio ayer mismo, cuando Puig entregó las credenciales con todos los documentos y datos requeridos para formalizar su escaño en la Cámara Alta. Tras el trámite burocrático, el valenciano realizó unas breves declaraciones, cuya característica más llamativa fue la de una total ausencia de menciones hacia los problemas que afectan a la Comunidad a la que dice que representará.
De este modo, todo lo que afirmó fue para defender que su jefe de filas es la persona idónea para formar Gobierno una vez se constituyan las Cortes y el Rey termine su ronda de consultas con los portavoces parlamentarios de cara a designar a un candidato a la investidura. «Es lo que nos han pedido los ciudadanos en estas elecciones, que haya un Gobierno de coalición progresista» liderado «por el presidente Pedro Sánchez», aseguró Puig antes de reclamar a las formaciones de las que depende su éxito que hagan «un esfuerzo para configurar ese Gobierno».

Ni palabra sobre agua o financiación

La actitud totalmente sanchista del expresidente valenciano choca frontalmente con la actitud que ha mantenido en el último año con el secretario general de los socialistas. Desde la vuelta del pasado verano, los choques entre ambos dirigentes han sido constantes y se han producido en ámbitos tan sensibles e importantes como los impuestos -Puig anunció una reforma fiscal por su cuenta y riesgo desautorizando las directrices marcadas por Moncloa y Ferraz- o el agua. De hecho, este año provocó la ruptura de cualquier atisbo o posibilidad de volver a coser una relación destrozada por completo, ya que el futuro senador llevó al Gobierno central ante el Tribunal Supremo con el objetivo de paralizar cautelarmente el recorte al trasvase Tajo-Segura que el Ejecutivo había aprobado semanas antes en el Consejo de Ministros.
En cambio, lo sorpresivo fue que Puig no dijera ni palabra sobre su posición acerca de las reivindicaciones que la Comunidad tiene pendientes de mejora o resolución, cuáles son sus objetivos desde el momento en que tome posesión cómo senador, qué tiempos maneja para ir planteando esas exigencias regionales o, entre otros aspectos, cómo tiene pensado ponerle sobre la mesa a Sánchez o al ministro competente para cada materia los asuntos a abordar. Nada. Ni por equivocación, descuido o, simplemente, quedar bien. A pesar de ser un acto que tenía al Senado como elemento fundamental, el foco lo trasladó por completo al presidente del Gobierno en funciones, quién sabe si por gastar la última bala que le permita mudarse a Madrid, pero de manera definitiva y al frente de un Ministerio.
Por el contrario, no hay versión oficial sobre la postura de Puig acerca de la deuda que la región mantiene con la Administración del Estado o de que con vistas a una hipotética investidura de Sánchez ya se haya puesto sobre la mesa por parte de los independentistas catalanes la exigencia de una condonación del montante adeudado y arrastrado durante décadas por el Gobierno de Pere Aragonés. Lo más cercano a saber qué piensa al respecto podría ser que el PSPV-PSOE ha presentado en las Cortes Valencianas una Proposición No de Ley en la que insta a los cuatro partidos con representación parlamentaria en el hemiciclo autonómico a que tomen posición sobre «la condonación de la deuda histórica que sufre la Comunidad Valenciana como consecuencia de la infrafinanciación».
El presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, con el expresidente Ximo Puig

El presidente de la Comunidad Valenciana, Carlos Mazón, con el expresidente Ximo Puig.C.L.

Sin embargo, cabe reseñar que la iniciativa no la ha defendido Puig, sino el que fue su consejero de Hacienda y que actualmente es el portavoz adjunto de los socialistas regionales en el parlamento, Arcadi España. Igualmente, tampoco hay noticias sobre si el líder del PSPV-PSOE alzará la voz si a lo largo de la próxima legislatura el sistema de reparto de fondos entre las comunidades termina por no tocarse o si, en caso de que sí se tratara, Cataluña vuelve a ser de nuevo la más beneficiada frente a otros territorios que seguirían con una financiación muy por debajo de lo que los niveles de población y otras variantes sociodemográficas establecen.

13 millones al independentismo

En este sentido, el silencio de Puig hacia un previsible trato de favor de Sánchez hacia los secesionistas también puede ser tomado como una aceptación por la vía de compartir los hechos, ya que ha sido el propio expresidente de la Generalitat el que se ha encargado durante ocho años de ceder ante el independentismo, subvencionando sus actividades y postulados con trece millones de euros públicos destinados a implementar social y culturalmente la idea de los ‘Países Catalanes’.
Precisamente, el ámbito de la defensa de la integridad territorial de la región es otro de los asuntos obviados a conciencia por Puig a escasos días de acceder al Senado. Con una aritmética parlamentaria del todo endiablada como la que dejó el 23-J, con unas elecciones catalanas que, si no se adelantan como viene siendo costumbre, serían en año y medio y con una dependencia absoluta de los secesionistas si Sánchez quiere seguir en la Moncloa, la influencia aún mayor que el separatismo puede adquirir en el corto y medio plazo no es un asunto que merezca la atención del jefe de los socialistas valencianos.
Si existe una Cámara en la que dirimir este tipo de temas es el Senado, ya que afecta a aspectos de las Comunidades, pero, a tenor de la declaración de intenciones de Puig, la defensa de la identidad valenciana no será una prioridad. La misma suerte correrán la financiación, el impulso de las infraestructuras o la defensa del agua. Eso sí, el expresidente ya se ha encargado de anunciar cuál será su hoja de ruta: que el Senado represente «las distintas miradas de nacionalidades de España».
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