Fachada del Hospital La Fe de Valencia

Imagen del Hospital La Fe de Valencia donde murió el alicantino que contrajo la rabiaJorge Gil / Europa Press

De una ONG en Etiopía a la muerte segura: el calvario del alicantino fallecido por rabia

Gabriel, de 44 años, contrajo el virus durante un viaje a África en 2024 y no recibió tratamiento hasta que notó los primeros síntomas casi doce meses después

La Comunidad Valenciana y, en particular, el pequeño municipio de Agres (Alicante), aún lloran la muerte de uno de sus vecinos más queridos: Gabriel, un hostelero de 44 años, casado y con un hijo, que falleció el pasado 7 de junio en el Hospital La Fe de Valencia por rabia, una enfermedad letal erradicada en España, pero que constituye un problema de salud pública en otros países, alguno de ellos muy cercano, como Marruecos.

Gabriel había viajado a Etiopía en julio de 2024 como voluntario con una ONG. Durante su estancia fue mordido en la pierna por un perro. No estaba vacunado contra la rabia y, al regresar a España, no consideró necesario acudir al médico, ya que la herida pareció evolucionar bien tras lavarla con agua y jabón. Durante los meses posteriores comenzó a experimentar síntomas intermitentes: fiebre, malestar, alteraciones del ánimo. Pero no fue hasta que desarrolló hidrofobia, intolerancia al agua, cuando los sanitarios sospecharon el origen real de la infección.

Fue entonces cuando reveló la mordedura sufrida en África. El 29 de mayo, el Centro Nacional de Microbiología confirmó el diagnóstico y se activó el protocolo clínico. Gabriel fue ingresado en el Hospital Virgen de los Lirios de Alcoy, donde recibió tratamiento con inmunoglobulina antirrábica, y más tarde trasladado al Hospital La Fe de Valencia, referencia nacional en enfermedades infecciosas. Falleció apenas una semana después. Su pareja e hijo recibieron tratamiento preventivo.

Una enfermedad olvidada, pero mortal

La rabia es una encefalomielitis vírica que afecta al sistema nervioso central y que, una vez comienzan los síntomas, resulta mortal en prácticamente el 100 % de los casos. Está causada por un virus del género Lyssavirus, que se transmite principalmente a través de mordeduras de animales infectados, especialmente perros. En Europa, también se han documentado casos relacionados con murciélagos.

El virus puede permanecer en periodo de incubación durante semanas o incluso meses, en ocasiones más de un año, dependiendo del lugar de la mordedura y de la cantidad de virus inoculado. A medida que asciende por las fibras nerviosas hacia el cerebro, aparecen los primeros síntomas: fiebre, dolor, ansiedad, espasmos musculares y, en fases avanzadas, alteraciones neurológicas graves como hidrofobia, parálisis y convulsiones.

Virus de la rabia

Imagen del virus de la rabia dentro del organismoAxon

Según la Fundación iO, dedicada a proyectos de Salud Global, en el campo de las enfermedades infecciosas, zoonosis y medicina tropical y del viajero, aunque la rabia es 100 % letal tras la aparición de síntomas, es una enfermedad completamente prevenible si se actúa con rapidez. La profilaxis postexposición (PPE), que incluye inmunoglobulina y una pauta de vacunas antirrábicas, debe iniciarse inmediatamente tras la mordedura. Existen también esquemas de vacunación preventiva para viajeros que se dirigen a países endémicos, trabajadores expuestos o cooperantes internacionales.

En casos excepcionales y una vez la persona ha presentado sintomatología, se ha intentado la aplicación del llamado «protocolo de Milwaukee», que combina coma inducido, para evitar el daño cerebral y antivirales, pero solo existe un caso reportado de supervivencia en una adolescente estadounidense.

España, país 'libre' de rabia

España mantiene desde 1978 el estatus de «libre de rabia» en su territorio peninsular e insular, de acuerdo con la Organización Mundial de Sanidad Animal. No obstante, cada cierto tiempo se detectan casos importados. El último fallecimiento por rabia en nuestro país se produjo en 2019 en Bizkaia, cuando un hombre murió tras ser mordido por un gato en Marruecos. También se han documentado casos en Madrid (2014) y contagios por murciélagos en Huelva y Valladolid.

El Ministerio de Sanidad recuerda que estos casos no suponen riesgo para la población general, pero requieren seguimiento estrecho de los contactos cercanos. La vigilancia epidemiológica y la vacunación animal, especialmente en perros, siguen siendo las herramientas más eficaces para evitar reintroducciones.

La Fundación iO alerta de que el 99 % de los casos humanos en el mundo se deben a mordeduras de perro, y que la rabia causa más de 59.000 muertes anuales, sobre todo en Asia y África. La falta de acceso a vacunas e inmunoglobulinas en zonas rurales es uno de los principales factores de mortalidad.

El precio de la desinformación

La historia de Gabriel es también una llamada de atención sobre la escasa concienciación respecto a enfermedades infecciosas en contextos de cooperación internacional o turismo de aventura. «Si reciben alguna mordedura fuera de España, en un país donde no esté tan avanzado sanitariamente como el nuestro, independientemente de la evolución de la herida, deben acudir al médico», advirtió el conseller de Sanidad, Marciano Gómez, tras conocerse el fallecimiento.

Infografía sobre la rabia

Imagen de una infografía que explica todo lo que hay que saber sobre la rabiaFundación io

Fuentes de la Fundación iO consultadas por El Debate, afirman que «existe mucho desconocimiento a nivel general de los riesgos a los que te expones en cierto tipo de viajes y poca información por parte de las autoridades sanitarias al respecto. Desde las agencias de viajes si la vacuna no es obligatoria para entrar al país no se informa, y muy pocos viajeros piden cita en Sanidad Exterior o en los Centros de Vacunación Internacional provinciales antes de efectuar viajes a países considerados de riesgo».

Existe un desconocimiento de la población a este respecto y aunque organizaciones como dicha Fundación tienen en su web mapas de alertas a nivel mundial a tiempo real, no hay suficiente divulgación ni concienciación en los medios para llegar a la población en general.

El caso de Gabriel es una tragedia personal, pero también una lección de salud pública: la rabia no es una enfermedad del pasado. En determinados contextos sigue siendo letal. Y la única defensa eficaz es la prevención.

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