Imagen de uno de los carteles en la cristalera de un bar donde el dueño critica las políticas laborales del Gobierno
Un bar cerrado por «falta de personal» carga contra Sánchez y Díaz: «Por sus políticas sociolaborales más de 2,5 millones de parados»
Muchos usuarios de Twitter han compartido su opinión y comprenden perfectamente el hartazgo, mientras otros critican lo que consideran una falta de autocrítica por parte del sector
No siempre el cliente tiene la razón. Y tampoco la Administración. Jesús Soriano, el valenciano que se ha erigido como el defensor de los profesionales hosteleros a través de sus cuentas en redes sociales, ha puesto el foco en una imagen que está dando mucho que hablar. En ella se ve el escaparate de un local de hostelería, situado en primera línea de playa en Moncofar, en la provincia de Castellón. Dos carteles escritos con ordenador anuncian el cierre del negocio, pero lo que realmente ha provocado el revuelo es su contenido.
La nota, firmada por nadie pero con destinatarios claros, carga directamente contra el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la ministra de Trabajo, Yolanda Díaz. Justo debajo, otro cartel indica el motivo del cierre: falta de personal.
La hostelería vive, una vez más, uno de sus veranos más contradictorios. Bares llenos, turistas por todas partes... y sin embargo, decenas de negocios incapaces de cubrir sus vacantes. Esta imagen es solo un síntoma más de un problema que ya no es puntual, sino estructural: la desconexión entre el paro registrado y la falta de mano de obra disponible.
Según los datos del SEPE, más de 2,5 millones de personas están apuntadas como desempleadas en España. Pero al mismo tiempo, miles de establecimientos, especialmente en la costa, se ven obligados a recortar horarios, reducir días o directamente cerrar.
Muchos usuarios de Twitter han compartido su opinión y comprenden perfectamente el hartazgo: «No hay manera de encontrar camareros. Llevo todo el mes con el cartel de ‘se busca personal’ puesto y ni una sola llamada». Otros critican lo que consideran una falta de autocrítica por parte del sector: «Cabe la posibilidad de que ese hostelero esté en una zona turística y los camareros no puedan pagar el alojamiento. Y también cabe la posibilidad de que tenga cuatro pisos, pero le resulte más rentable alquilarlos a veraneantes que cedérselos a sus trabajadores».
Hay también quien se centra en el problema estructural del mercado: «¿Y no puede ser que no gane el suficiente dinero para pagar nada? Navaja de Ockham. No somos una locomotora y las cosas, como evidencian los datos, están bastante mal».
Otros comentarios han apuntado directamente al impacto de la legislación laboral: «Pues que los salarios que puede pagar no cubren la productividad necesaria para que sean rentables. Al exigir un salario mínimo con sus cotizaciones, no le compensa al empresario. Y el empleado aceptaría currar por un poco menos pero el Gobierno lo prohíbe. Otro parado más».
La situación, lejos de ser anecdótica, refleja una tensión creciente entre la realidad del empleo en el sector y el marco laboral actual. Los hosteleros denuncian que no encuentran trabajadores. Muchos desempleados aseguran que no se les ofrecen condiciones dignas. En medio, bares cerrados en plena temporada y un modelo turístico que depende del equilibrio entre oferta y demanda.
El cartel del bar de Moncofa no es solo una queja: es un síntoma. Y, por lo visto, también una chispa. Porque lo que empezó como una hoja blanca pegada a un cristal ha terminado convirtiéndose en un espejo incómodo de un problema que ya no se puede ignorar.