Imagen de la cuenta difundida por Soy Camarero
Se gasta 64 euros en cuatro bocadillos y dos refrescos y encima le cobran cuatro euros de los envoltorios
Un simple almuerzo para llevar se ha convertido en objeto de indignación en redes sociales. El motivo: una clienta pagó 68,50 euros por cuatro bocadillos y dos refrescos, según se ve en un tique compartido por la cuenta @soycamarero. El recibo, que se ha hecho viral en pocas horas, incluye un concepto que ha llamado especialmente la atención: «Take away - 4€». Un suplemento que se ha interpretado como un cobro adicional por los envases o el servicio de comida para llevar.
La cuenta Soy Camarero, gestionada por el influencer valenciano Jesús Soriano, se ha convertido en una fuente habitual de debate en el sector hostelero, compartiendo situaciones llamativas tanto desde la perspectiva del trabajador como del cliente. Esta vez, la polémica se ha centrado en los precios y las condiciones en que se aplican ciertos suplementos en la factura final.
En el tique se especifica que se han pedido tres bocadillos de lomo (a 14 cada uno), un bocadillo de rabas (16 euros), dos latas de Coca-Cola (3,25 euros) y el citado «take away». La base imponible antes de impuestos es de 62,27 euros, y el importe final asciende a 68,50 euros. Pero lo que más ha generado debate no es tanto el precio final, sino el concepto del «take away» como suplemento.
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Entre los comentarios, hay quien ha defendido esta práctica alegando que «por ley, ahora se exige cobrar los materiales para llevar, como parte de la normativa para reducir residuos». Otros usuarios, sin embargo, no han visto justificación en este coste extra, especialmente cuando no se informa con claridad antes de realizar el pedido. «Aparte de los precios, que ya son desproporcionados, cobrar por los envoltorios es directamente un despropósito», escribía un internauta.
También ha habido quien ha centrado el debate en los precios de los bocadillos. «¿De qué tamaño eran?», preguntaba con ironía un usuario. Y es que pagar 14 euros por un bocadillo de lomo y 16 por uno de rabas no es algo habitual fuera de los destinos turísticos más exclusivos.
A pesar de que algunos clientes están dispuestos a pagar por la comodidad de llevarse la comida, la sensación general expresada en los comentarios es de sorpresa. El cobro por el «take away» se ve, en muchos casos, como una falta de transparencia o incluso como un abuso en un contexto donde el precio final ya es alto.
Este tipo de situaciones, amplificadas por redes sociales, muestran hasta qué punto la relación entre cliente y restaurador está sometida a revisión constante. Y si algo demuestran los más de mil comentarios que ha generado este tique, es que la polémica por los precios en hostelería está lejos de cerrarse.