Imagen de los portavoces de Compromís en las Cortes Valencianas, Joan Baldoví, y Aitana Mas
Compromís, a 'navajazos' por la pleitesía al PSOE de Sánchez y al Sumar de Yolanda Díaz
Los nacionalistas han apoyado todos los Presupuestos Generales del Estado sin arrancar al Gobierno el cambio de modelo de financiación autonómica, mientras el balance de su alianza con la vicepresidenta segunda ha terminado por implosionar la coalición valenciana
Tan solo tres días después de que se consumara la salida de la diputada de Compromís Àgueda Micó del grupo parlamentario de Sumar en el Congreso y su incorporación al Mixto, este movimiento ya ha surtido su primer efecto. Más simbólico que práctico. Sin duda. Pero bien harían los partidos que conforman el Gobierno en no dar todo por hecho, ya que lo que este jueves fue testimonial, más pronto que tarde puede convertirse en un fracaso parlamentario con consecuencias insospechadas.
El voto discrepante de la nacionalista, en forma de abstención y no a favor respecto a los que hasta hace poco eran sus compañeros no tuvo mayor trascendencia, pero el poso que deja tiene una triple vertiente: ruptura con los de Yolanda Díaz, serio aviso al Ejecutivo de cara a futuras medidas y leyes económicas mientras no haya un nuevo sistema de financiación para la Comunidad Valenciana, y la enésima evidencia de la casi permanente crisis interna de la coalición.
Este contexto de continua guerra tiene tres grandes protagonistas: le propio Compromís el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y Sumar. En cuanto al primero, cabe recordar que la formación es producto de la unión entre tres partidos. De mayoritario a minoritario, son Més (donde milita Joan Baldoví), Iniciativa del Poble Valencià (organización de Mónica Oltra) y Els Verds. La lucha entre lasa dos grandes familias ha tenido innumerables choques.
Así, una vez perdido el poder tanto en la Generalitat como en las principales plazas electorales de la región y muchas otras, la coalición debatió sobre qué modelo de partido sería el más idóneo para recuperar fuelle con los vecinos, es decir, si orientarse hacia una estructura al uso o, por el contrario, seguir con la metodología de corte populista y asambleario. Més optó por avanzar y asemejarse más a otras formaciones, pero la negativa de Iniciativa frenó el cambio de rumbo.
Esta división ya puso en su momento negro sobre blanco la realidad de los 'naranjas', exactamente la misma que se vivió este jueves en la Cámara Baja: la díscola con Sumar, Àgueda Micó, se abstuvo y su compañero de filas en Valencia pero no en Madrid, Alberto Ibáñez, optó por seguir a rajatabla la disciplina impuesta por Yolanda Díaz.
Sin embargo, la intrahistoria de Compromís es tan compleja que los 'navajazos' también se dan en el seno de las respectivas ‘familias’. En este sentido, incluso gobernando con Ximo Puig, la entonces vicepresidenta primera de la Generalitat, Aitana Mas, fulminó a la que era consellera de Agricultura y Medio Ambiente, Mireia Mollà. La versión oficial hablaba de darle un impulso al Consell, aunque no fueron pocos los que relacionaron el cese con una batalla interna por el control del partido en Alicante. Del mismo modo, nadie puede asegurarle a Baldoví que vaya a ser candidato a la presidencia autonómica en 2027, ya que la sombra del exconseller de Educación y actual eurodiputado, Vicent Marzà, planea cada vez con más intensidad.
Por otra parte, la sumisión a Sánchez también ha sido uno de los principales factores que han derivado en la casi descomposición de Compromís. De cara al electorado, mimetizarse con el sanchismo a ultranza y ser considerado como su 'pagafantas' no es la mejor carta de presentación. Esa actitud dócil y manejable se ha venido y se viene trasladando desde que el líder del PSOE llegó al Palacio de La Moncloa hace más de siete años.
En todo este tiempo, salvo los dos últimos ejercicios, Baldoví apoyó todos y cada uno de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) que se llevaron a San Jerónimo. Daba exactamente igual que Alicante quedase como la provincia de España con menor inversión por parte del Gobierno. El sentido del voto siempre era el mismo: en palabras del presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, Compromís pegaba 'la cabotà'.
El guion era monolítico: Sánchez presentaba las cuentas, los nacionalistas se 'venían arriba' y amenazaban con no respaldar los PGE si no se cambiaba el modelo de financiación autonómica pero, invariablemente, el reparto de fondos entre territorios seguía durmiendo en un cajón del Ministerio de Hacienda y el siempre bravucón Baldoví se plegaba y pulsaba el botón verde desde su escaño. Y con otros asuntos, exactamente igual que con los PGE.
Por último, el balance de la alianza con Sumar es más que discutible para los intereses de Compromís. Más allá de servir como trampolín para contar con un diputado más en el Congreso, pasando de uno a dos, no ha hecho más que aumentar las fricciones. Valga como ejemplo algunos reproches por la poca visibilidad de la coalición en el grupo parlamentario de Sumar.
Caso Oltra
Hasta su marcha, Micó era portavoz adjunta de éste. No obstante, no ha ascendido pese al trasiego de portavoces titulares que, por unas razones u otras, han ocupado dicho puesto, es decir, Íñigo Errejón, Marta Lois y ahora Verónica Martínez. Todos iban pasando mientras Compromís contemplaba callado. Por tanto, una estructura a modo totum revolutum, un presidente del Gobierno al que se une y fía su destino a pesar de parecer su 'muleta' a cambio de nada y, para colmo, una coalición a tres que se incorpora a una recién montada macrocoalición a veinte. Como para no andar de crisis en crisis.
Llamativamente, el gran tema en el que los nacionalistas actúan todos a una y sin grieta alguna es el caso que afecta a su otrora líder todopoderosa, Mónica Oltra. En poco tiempo se comprobará si eso sigue así cuando ésta se siente en el banquillo de los acusados por, supuestamente, haber encubierto los abusos sexuales de su exmarido a una niña de 14 años tutelada por la Consellería que ella misma dirigía.