Varios autobuses de la EMT parados, en una imagen de archivo

Varios autobuses de la EMT parados, en una imagen de archivoJorge Gil / Europa Press

La estrategia sindical en Valencia: silencio ante los desmanes de Ribó y huelga a Catalá a los cinco meses

La capital regional ha vivido este fin de semana un paro en el servicio de autobuses, algo inaudito mientras la izquierda estaba en el poder a pesar de la caótica gestión que Compromís y el PSPV-PSOE hicieron en la Empresa Municipal de Transportes

La izquierda valenciana sigue sin asumir que en las elecciones municipales y autonómicas del pasado 28 de mayo una amplia mayoría de ciudadanos votó a los partidos de centro-derecha para gobernar las instituciones locales y regional frente a los ocho años previos en los que la izquierda estuvo en el poder.
En el caso de la ciudad de Valencia, este hecho se puede ver de manera cristalina. Durante dos mandatos de gobierno de Compromís en coalición con el PSPV-PSOE, la tan mencionada paz social ha reinado en la capital del Turia, con un ámbito sindical escasamente reivindicativo. Lo ha hecho a pesar de que el ya exconcejal de Movilidad Giuseppe Grezzi propusiese y ejecutase un modelo urbanístico que poco tenía que ver con los intereses de los vecinos y comerciantes y que, por contra, se configuraba fundamentándose en criterios meramente ideológicos y sectarios.
Para contrarrestar el resultado de las urnas, han sido los sindicatos los que han levantado la bandera de la agitación. Azuzados tanto por socialistas como por nacionalistas, este pasado fin de semana la capital levantina ha vivido una huelga en el servicio de autobuses, que compete a la alcaldesa del Partido Popular, María José Catalá. Este hecho resulta llamativo, ya que las centrales sindicales durante los ocho años que la izquierda estuvo al frente del Consistorio mantuvieron un escrupuloso y firme silencio.

Subvenciones congeladas

Esa callada se ha producido a pesar de que en las dos legislaturas de Joan Ribó (Compromís) como alcalde, Valencia se ha transformado, pasando de una ciudad referente en el desarrollo en muchos aspectos a ser el adalid de la ideología hecha urbanismo. Todo el municipio está tocado por la huella de los nacionalistas y sus postulados. De este modo, el tráfico se ha convertido en uno de los principales problemas de los vecinos cuando jamás lo fue, con especial incidencia en horas punta tanto por la mañana en las entradas y salidas como por la tarde en arterias céntricas.
Igualmente, el silencio sindical durante ocho años ha sido todavía más estruendoso mientras Grezzi diseñaba en su despacho carriles bici por doquier a la par que los residentes de las zonas donde se ubicarían se asombraban del giro que por esas obras y otras actuaciones estaban dando sus calles. Sirvan como ejemplo unas misteriosas rayas rojas pintadas en la calzada en la avenida Pérez Galdós. Supuestamente, sirven a modo de un carril extra para caminar, pero están a un nivel más elevado que la acera y cada ciertos metros hay instalados contenedores que obstaculizan el paso. Desconcierto total.
Aunque la tercera capital de España se convirtiera en un continuo atasco y las quejas de residentes y comerciantes se multiplicaran exponencialmente, los sindicatos callaban. Lo hacían mientras los Presupuestos municipales cada ejercicio contemplaban partidas económicas para ellos y éstas les permitían seguir con sus actividades más allá de que sus efectos no tuvieran una palpable productividad social.

Caótica gestión en la EMT

En cambio, con Catalá en el poder y los cuatro concejales de Vox en el equipo de gobierno, todo ha cambiado. Como si fuera por ensalmo, ahora todo es malo y los representantes sindicales han visto este pasado fin de semana que era el momento para hacer una huelga, la misma que no hicieron durante dos legislaturas de la izquierda a pesar de contar con el cabreo de los vecinos en la práctica totalidad de los barrios de la ciudad.
La nueva alcaldesa del Ayuntamiento de Valencia, María José Catalá, con la vara de mando tras recibirla de manos del exalcalde, Joan Ribó (i)

María José Catalá, con la vara de mando tras recibirla de manos del exalcalde Joan RibóEFE

Frente a la derecha, y más desde que Catalá integró a los de Santiago Abascal en su Ejecutivo, parece que todo vale, aunque lleva tan solo cinco meses y medio en el Ayuntamiento. A mayor abundamiento, este paro ha llegado días después de que el Consistorio congelase las partidas correspondientes a los sindicatos a la espera, en palabras del segundo teniente de Alcalde, Juan Manuel Badenas, de que los proyectos que pudieran presentar tanto UGT como CC.OO. fueran realmente «en beneficio» de la ciudad.
Por tanto, la estrategia de la izquierda es clara: ya que no cuenta con la mayoría suficiente en el Pleno, necesita de la calle y de la agitación social para trasladar sus postulados. Y para ese cometido el PSPV-PSOE y Compromís siempre pueden contar con los sindicatos. Los mismos que durante ocho años han callado ante la política de 'ordeno y mando' de Ribó, ahora claman frente a no se sabe bien qué motivo, ya que el actual Gabinete heredó una gestión de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) más que caótica por parte de la izquierda, con un bajón sin precedentes en el número de viajeros al año y una situación financiera cercana a la quiebra, con diversas inyecciones de millones de euros públicos para salvarla.
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