Ximo Puig y Mónica Oltra, en las Cortes Valencianas durante toma de posesión del socialista en 2019

Ximo Puig y Mónica Oltra, en las Cortes Valencianas durante la toma de posesión del socialista en 2019Jorge Gil / Europa Press

PSPV-PSOE y Compromís, la pareja de conveniencia que el 28-M hizo saltar por los aires

Una vez fuera del poder, la relación entre socialistas y nacionalistas ha pasado a ser inexistente, con algunos roces y polémicas que han provocado tensiones y reproches mutuos

El año 2023 que este domingo llega a su fin ha sido especialmente intenso en lo que a política se refiere. Si los primeros cinco meses estuvieron marcados por una tensa campaña electoral de las autonómicas y municipales, no dio tiempo ni a resaca en los medios de comunicación, ya que en cuestión de horas desde el cierre de las urnas el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, decidió anticipar las generales, previstas para diciembre, al 23 de julio.
Fue, pues, la primera vez que se votaba en pleno verano y, naturalmente, no sin polémica por el voto por correo. El resultado no ayudó a calmar las aguas, ya que ha derivado en una dependencia absoluta del todavía prófugo Carles Puigdemont y en una futura ley de amnistía cuyo contenido numerosos ministros y cargos del PSOE situaban fuera de la Constitución días antes del escrutinio. Por tanto, con las campanadas se terminan doce meses de acontecimientos cuanto menos llamativos.
La Comunidad Valenciana no ha sido ajena a esa marejada de la vida pública. Fijada como la gran plaza en disputa el 28-M, los comicios marcaron un antes y un después. Más allá de la vuelta del Partido Popular a la Generalitat, en esta ocasión en coalición con Vox, las elecciones y los equilibrios políticos dejaron un nuevo escenario entre el PSPV-PSOE y Compromís. Los que durante ocho años fueron socios comenzarán 2024 en un contexto en que el término distanciamiento se queda corto. Bien es cierto que el pegamento que les unía se basaba en su necesidad ideológica de sumar mayoría absoluta para echar al PP del Ejecutivo regional, pero no es menos verdad que ese objetivo les mantuvo juntos, y revueltos, hasta el final de la legislatura.

Primer pleno, primera bronca

Sin embargo, las urnas todo lo cambiaron. La nueva legislatura iba a ser bien diferente y así sucedió cuando en la sesión constitutiva de las Cortes Valencianas se produjo el primer choque entre nacionalistas y socialistas. Fue a cuenta de la designación de los miembros de la Mesa del Parlamento autonómico. Este órgano consta de cinco asientos, de los que tres correspondieron a los 'populares' y Vox. En ese momento, Compromís estaba fuera, ya que la aritmética permitía al PSPV-PSOE ocupar los dos puestos restantes.
Pero un acuerdo entre los de Baldoví y los de Mazón hizo que el PP cediera parte de sus votos a la coalición para que en el órgano rector del Hemiciclo tuvieran voz las cuatro fuerzas políticas que lograron representación. Esa maniobra no solo causó sorpresa entre los diputados liderados por Ximo Puig, sino que provocó estupefacción y, a renglón seguido, un gran enfado que todavía continúa a día de hoy. Los perjudicados acusaron a los que unas pocas semanas atrás eran sus compañeros de Consell de traición y de venderse por una secretaría en la Mesa. Por el contrario, Compromís se defendió alegando que era algo lógico con vistas a dotarla de mayor pluralidad.
La elección de los miembros de la Mesa de las Cortes supuso el primer choque entre el PSPV-PSOE y Compromís

La elección de los miembros de la Mesa de las Cortes supuso el primer choque entre el PSPV-PSOE y CompromísRober Solsona / Europa Press

Así empezó la nueva andadura de la izquierda valenciana en el actual mandato, pero no se puede decir que el panorama haya ido a mejor en los cuatro meses de actividad parlamentaria transcurridos. En este tiempo, la actitud entre ambos partidos es más que fría. Lejos quedan aquellos días en los que, aunque fuera de cara a la galería, se trataba de aparentar cierto compadreo. Ahora eso ya no es necesario y se nota en el ambiente reinante en sus respectivas bancadas. En ellas, a pesar de que comparten una de las mitades del arco, la estampa es como si se estuvieran mirando de reojo, sin fiarse el uno del otro y sin apenas comunicación exceptuando los escaños que colindan, pero con una alegría que ni mucho menos es algo del otro mundo.

Complicados panoramas internos

Mientras los socialistas tienen a lo largo de los próximos tres meses que celebrar un Congreso Extraordinario para elegir al sucesor de un Puig que ya no es diputado y que está en situación de interinidad, los problemas no son menores en Compromís, donde la conflictividad interna es algo cotidiano y donde se siguen sufriendo los efectos de la lucha entre Més e Iniciativa del Poble Valencià, las dos 'familias' con más peso en la coalición. Si a todo lo anterior se le une que los dos partidos compiten por el grueso del electorado de izquierdas y han de reconectar con urgencia con sus exvotantes, esa pugna hace que las fricciones, recelos y distancia aumenten y, previsiblemente, ese escenario vaya a ser la tónica en lo que resta de mandato.
Por tanto, parece ser que el tan socorrido y recurrente dicho de 'año nuevo, vida nueva' les llegó con varios meses de antelación al PSPV-PSOE y Compromís. En ese forzado cambio de rol, en cambio, no hay ni rastro del ambiente que se vive en las plazas y en las casas estos días de Navidad. Si la alegría va por barrios y ahora está instalada en el ala del centro-derecha, en el lado opuesto no se atisba ni la más mínima sonrisa: todo son reproches, malas caras y ceños fruncidos. Nada queda ya de esa pareja de socialistas y nacionalistas ocho años después de institucionalizar su relación.
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