Vista de Madrid capital

Vista de Madrid capital

Este es el mundo que queremos para nuestros hijos

Los que ya disfrutamos de unas buenas condiciones de vida, aspiramos a mejorarlas, los que viven en peores condiciones aspiran a que un mundo mejor ayude a variar su situación

Creo que todas, absolutamente todas las personas de bien, cada uno a su manera, incluso los que no piensan en ello nunca, dedicamos una parte de nuestra existencia y esfuerzos a intentar modificar el mundo para convertirlo en un espacio donde nuestros hijos primero, y nuestros nietos después, puedan vivir mejor que nosotros.
Los que ya disfrutamos de unas buenas condiciones de vida, aspiramos a mejorarlas, los que viven en peores condiciones aspiran a que un mundo mejor ayude a variar su situación y, los que viven en condiciones terribles sueñan con que un día cambie su suerte y sus hijos puedan vivir en paz, puedan comer todos los días, puedan acudir a la escuela.
Estas son cuestiones que nosotros adquirimos como derechos cuando nacemos, pero para ellos alcanzar cualquiera de estos derechos significará iniciar el camino ascendente a una vida mejor. Otros, pero no pocos, ante la presión, pierden la esperanza y se aferran al mal como solución, acabando como esclavos de los miserables que los utilizan, o incluso convirtiéndose ellos mismos en los miserables.
Edmund Burke afirmó que «lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada por evitarlo». Ese considero que es el centro de la cuestión, el que el mundo es un continuo enfrentamiento entre circunstancias opuestas, una tensión permanente entre luz y oscuridad, abundancia y miseria, paz y guerra y aunque, por supuesto, existen tonalidades intermedias, de la presión que ejerzan unos u otros dependerá la calidad del mundo en el que vivimos.
¿Se puede luchar contra el mal sin actuar como ellos, sin utilizar sus métodos?. Yo creo que sí, esa es precisamente la diferencia entre nosotros y ellos. Si utilizamos sus métodos o peores, si perdemos los principios y valores, no es que nos parezcamos a ellos, es que seremos ellos.
Para profundizar en estas reflexiones me gustaría utilizar casos como el de El Salvador y Najib Bukele, ETA y Bildu, el atentado de Moscú en la sala Crocus o Guantánamo y la lucha contra el terrorismo islámico. Todos estos asuntos tienen, al menos, un elemento común, más allá de las ideologías, religiones o cuestiones civiles o humanitarias, y es la asunción, por parte de los buenos de que la brutalidad, la violencia y la arbitrariedad a la hora de ejercerlas es un buen camino.
Podríamos pensar así que los buenos, aquellos que viven bien y analizan estos hechos desde la comodidad de su salón, piensan que esta guerra no va con ellos, los regulares piensan que la opresión es necesaria, asumiendo que siempre se encontrarán en el bando de los opresores y nunca en el de los oprimidos, y los malos consideran que ellos son los más fuertes y claman venganza, aullando por la existencia del mal eterno, del caos, de la ley del más fuerte, escenario en el que se desenvuelven a las mil maravillas.
Otra matanza masiva de la banda criminal  ETA, esta vez en Barcelona.

Otra matanza masiva de la banda criminal ETA, esta vez en Barcelona.

Najib Bukele arremetió contra las maras y encerró a miles de mareros, con dureza, incluso amenazando con dejarlos morir de hambre. No seré yo quien defienda a estos individuos, sobre los que tiene que caer todo el peso de la ley, pero hemos podido observar imágenes duras, discursos duros, tratos inhumanos y hemos asentido o callado ante ello, trasladando parece que nuestra conformidad con estos métodos.
Pero el problema más grave, en mi opinión, es que este mismo líder, en un discurso trampa, demagógico, prometió construir una cárcel para los corruptos. Todos podemos intuir, salvo aquellos que cierran los ojos y sus cerebros voluntariamente, que lo que ocurría en ese país era imposible sin la complicidad, o participación directa o indirecta, de los responsables políticos, judiciales, policiales, militares y un largo etcétera.
La realidad es que las cárceles de corruptos no están construidas y no son necesarias porque no han sido detenidos en masa. Sin quitarles una pizca de su culpabilidad, han sido detenidos los «pobres diablos» y a ellos se le ha aplicado la dureza extrema.
Reflexionemos ahora sobre ETA y Bildu. Tras muchos años de terror, con casi mil muertos, cientos de detenidos, cientos de heridos y miles de familias destruidas, en el País Vasco y en el resto de España, porque no debemos olvidar que un padre o una madre no son responsables de las decisiones que toman sus hijos, pero si pueden acabar siendo víctimas de ellas.
En mi tierra, Galicia, muchos jóvenes decidieron dedicarse al mundo del narcotráfico, sus padres no son narcotraficantes, pero asumirán para toda su vida el título de «padres o madres del narco». En el caso de los terroristas lo peor no solamente ha sido el terror vivido, el miedo, el secuestro de una sociedad, sino que ahora se produce el silencio de los buenos, rezando en silencio a sus muertos, sin poder alzar la voz puesto que si lo hacen se encontrarán que los asesinos ocupan ahora asientos en los parlamentos, en las alcaldías, en las CC.AA, es decir, ellos son los que mandan. Una vez más podemos constatar que los malos avanzan ante la pasividad o silencio de los buenos.
Miembros de la Mara Salvatrucha y Barrio 18 bajo custodia, este fin de semana en el penal de Ciudad Barrios, en El Salvador

Miembros de la Mara SalvatruchaAFP/Oficina Presidencial de El Salvador

En Moscú, en la sala Crocus, se produjo un terrible atentado, con muchas víctimas mortales y heridos, reivindicado por el Estado Islámico. Al producirse este atentado en el contexto de la actual Guerra de Ucrania, casi de inmediato, comenzó una campaña de desinformación, propiciada por el Gobierno ruso, olvidándose de las víctimas y marcando como objetivo prioritario que Ucrania fuese la culpable.
Una de las consecuencias es que a la organización terrorista que lo ha reivindicado, el ISIS, no se le preste atención alguna, con el riesgo que todo ello conlleva.
En la campaña en los medios, pero sobre todo en las redes, infringir miedo al otro es una prioridad absoluta y, en ese contexto, Putin ordenó interrogar brutalmente a los «supuestos» terroristas y mostrarlo a todo el mundo, decidió mostrar que la brutalidad y el salvajismo eran los métodos adecuados para luchar contra el mal, intentando convencer a muchos que es el «amado líder» y no un simple dictador que utiliza estos mismos métodos contra los de dentro y los de fuera, con la diferencia de que unas veces los muestra y otras no, el decide cuando asustarnos o no. ¿No me creen?. Podríamos preguntarle a Litvinenko o a Navalny.
¿A qué me refiero cuando hablo de métodos brutales?. A uno de los detenidos se le arrancó un ojo y se le seccionó el pene, a otro se le arrancó una oreja en público y se le metió en la boca y otro presentaba una inflamación de un lateral de la cara, seguramente fruto de haberle arrancado muelas o dientes en vivo.
Prisión de la CIA en Guantánamo

Prisión de la CIA en GuantánamoAFP

Pues después de todo esto, se ríen de nosotros presentándolos en sede judicial e informándonos de que han firmado una declaración de culpabilidad. La sociedad mundial enmudecida o incluso defendiendo estas prácticas. Nuevamente el mal avanzando y los hombres de bien, callando y agachando la cabeza.
Guantánamo es otro vivo ejemplo. Torturas salvajes, trato inhumano y execrables actos contra los allí encarcelados. Esos métodos no son admisibles porque nosotros no somos como ellos. Una pena de cadena perpetua o de prisión permanente no revisable es una condena que imagino terrible.
Despertarte todos los días en tu celda sabiendo que así estarás hasta la muerte tiene que ser un martirio, merecido por estos asesinos. El resultado, nuevamente, es el silencio ante este tipo de líderes que quieren mostrarnos que este es el camino, que la violencia se combate con más violencia.
Repito, por si alguien no lo ha entendido, que no niego que, en ocasiones, y con control, el uso de la violencia es legítimo, de hecho, es una de las bases de nuestros sistemas democráticos, «el monopolio legítimo de la violencia por parte de los Estados». Esto es cierto, pero debemos revelarnos, no podemos permitir a los poderosos que crucen líneas rojas inadmisibles.
El avance y la prosperidad han venido de la mano del orden, de las normas, de la legalidad y nunca de la mano de la represión salvaje, del miedo, de los dictadores dispuestos a autorizar cualquier acción para mantenerse en el poder, incluso la eliminación del contrario sea quien sea. ¿Este es el mudo que queremos para nuestros hijos? No olvidemos que cuando nos mostramos impasibles ante estas situaciones damos un paso adelante para que un día seamos víctimas y no verdugos.
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