Lanzamiento de un misil Evolved Sea Sparrow Missile (ESSM) desde la fragata Cristóbal Colón (F-105)

Lanzamiento de un misil Evolved Sea Sparrow Missile (ESSM) desde la fragata Cristóbal Colón (F-105)US Naval Force

Defensa  El rearme de la OTAN: churras y merinas

Tiene España una asignatura pendiente en la cultura de defensa… y, la verdad, se nota. Sólo en nuestro país podría crecer tan alta la semilla de la confusión sembrada a raíz de las decisiones sobre el rearme tomadas en la reciente cumbre de La Haya.

Tratemos de poner los puntos sobre la íes. Como organización militar que es, la OTAN revisa cada cuatro años sus objetivos de capacidades. Se trata de un proceso de carácter técnico por el cual se acuerda la asignación de tareas a cada nación sin elevar el nivel de exigencia más allá de lo razonable. Aunque el documento sea reservado, el lector avisado no tendrá dificultad en imaginar que nadie nos va a pedir de un día para otro que dispongamos de cazas furtivos.

Varios pisos más arriba en la escala jerárquica se celebra anualmente la cumbre de la OTAN. Allí los protagonistas no son los funcionarios ni los militares, sino los líderes políticos. Son ellos los que han tomado la decisión unánime de invertir más en defensa. No entraré ahora en las cifras concretas puesto que se trata de un objetivo a largo plazo —asumido para evitar fricciones con los EE.UU.— que, si no se agrava el enfrentamiento con la Rusia de Putin, seguramente nadie cumplirá en 2035. Lo que sí me parece importante señalar es que nuestro presidente participó en esa cumbre, tuvo su turno de palabra y no presentó ninguna objeción a la decisión, insisto que política, de todos los aliados.

Fue en la rueda de prensa posterior cuando el presidente del Gobierno español mezcló churras y merinas —no voy a especular sobre las razones porque, como cualquiera de los lectores, tengo tan pocas pruebas como dudas— para, en apariencia, justificar el incumplimiento del acuerdo político de todos los aliados en función de un planeamiento de carácter técnico realizado por sus propias Fuerzas Armadas.

¿Tiene eso algún sentido? Las Fuerzas Armadas, que están a las órdenes del Gobierno, hacen sus cálculos partiendo del escenario presupuestario que fija el ministerio. Con la disciplina que les caracteriza, se esforzarán por cumplir los objetivos de capacidades con el 2,1% como lo hacían cuando disponían del 0,8. ¿Lo conseguirán? Las capacidades no son matemáticas. Irán tenía más misiles balísticos que Israel, pero no más capacidad militar. El final del día, es raro que lo que uno sea capaz de desplegar no dependa de los recursos invertidos. Precisamente por eso —y no hay nada nuevo en esta manera de hacer las cosas— el acuerdo político se mide en porcentaje del PIB y no en el número de carros de combate.

El rearme de la OTAN, como el de Europa —sobre el que nuestro gobierno solo parece haber objetado a la palabra «rearme» que lo define—, es una decisión política. España puede aceptarlo o discutirlo con el resto de las naciones. Puede incluso tratar de burlar a sus aliados, a sus socios de gobierno y a sus votantes quedándose en tierra de nadie. Ya se lo reprocharán unos y otros cuando proceda. Pero lo que yo, como militar retirado, no le perdono es que trate de culpar a las Fuerzas Armadas de esta decisión. Y, como mis compañeros ni pueden ni deben reprochárselo, lo hago yo por mi cuenta y riesgo. Con razón o sin ella, eso será el lector quien deba decidirlo.

Juan Rodríguez Garat

Almirante retirado

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