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Fuerzas Armadas La comunicación como pieza clave para la Cultura de Defensa
«Habría que facilitar que hablen los verdaderos portavoces: nuestros jóvenes oficiales, suboficiales y soldados, que son actualmente, sin duda alguna, nuestra mejor imagen. ¡Dejémosles comunicar!»
Permítanme que comience este artículo confesándoles que a menudo, cuando tengo que referirme al apasionante mundo de la imagen y la comunicación, suelo recordar dos curiosas frases relacionadas con ambos conceptos y que, coloquialmente, siempre califico de consignas puñeteras.
Una de ellas dice que «el silencio no es rentable» y da título a un libro escrito en los años 80 por el norteamericano Herbert Schmertz (1930-2028) quien fue vicepresidente y responsable de la comunicación de la multinacional Mobil Corporation. La segunda frase se atribuye a otro prestigioso ejecutivo estadounidense de la industria del motor, Lee Lacocca, quien trabajó en Ford y Chrysler, y quien un día afirmó que «un gramo de imagen equivale a un kilo de rendimiento», sentencia que viene a resumir la importancia del impacto visual y la percepción pública, especialmente en marketing.
Reseñado lo anterior, les comento que el año 1986, ya trabajando profesionalmente como periodista en la desaparecida RadioCadena Española (actualmente Radio 5 de Radio Nacional de España) tuve el honor de dirigir, junto con el general de brigada Emilio Abad Ripoll (en aquel momento jefe del Estado Mayor del Mando de Canarias) una serie de quince programas que titulamos «En Pie de Paz» y que se emitieron de lunes a viernes durante tres semanas en el entorno del Día de las Fuerzas Armadas de aquel año.
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Por aquellos programas pasaron hombres y mujeres, profesionales de la milicia, pertenecientes nuestros tres ejércitos y, a su vez, un buen número de profesionales de todas las armas, unidades, cuerpos comunes, departamentos y servicios con lo que se transmitió a la audiencia una completa imagen lo que son, cómo se estructuran, quiénes conforman y cómo trabajan eficazmente estos profesionales.
Fueron unos programas tan interesantes como instructivos y tan dinámicos como amenos, en los que, con informaciones claras, historias atractivas, curiosidades interesantes, hechos relevantes y simpáticas anécdotas, tuvimos ocasión de presentar a la audiencia de Canarias la realidad de nuestras Fuerzas Armadas en el ámbito del Archipiélago. El éxito de audiencia sorprendió a todos y el programa fue reconocido a nivel nacional por parte del Ministerio de Defensa
En el portaaeronaves Príncipe de Asturias
Un año después, en 1987, tuve la oportunidad, el privilegio y el sumo honor de convertirme en el primer periodista que dirigía y presentaba un programa de radio, en vivo y en directo, desde la cubierta principal del que yo llamaba «portaaviones» Príncipe de Asturias, en aquel momento buque insignia de nuestra Armada.
Imagen del portaaeronaves Príncipe de Asturias
En ambos casos, pedir autorización, montar, realizar y emitir dichos programas de radio en directo llevó consigo, previamente, un largo y engorroso «vía crucis» de tramitación de solicitud de permisos, que se realizó a través de nuestra Capitanía General de Canarias y, en algunos casos, directamente a través del Ministerio de Defensa.
Por suerte y tras un «calvario» de papeleo (a veces absurdo) nos dieron permiso para hacer realidad los programas. Curiosamente, solo en el segundo de ellos, el emitido en directo desde la cubierta del Príncipe de Asturias (R-11) pusieron como «única condición» que nunca le denomináramos «portaaviones», sino que, en todo momento, le llamáramos «portaaeronaves». Cosa que aprendí, acepté y cumplí.
Después de referirme a las dos frases del principio sobre la imagen y la comunicación, he recordado dos de mis primeras experiencias radiofónicas con las Fuerzas Armadas, para reconocer ahora que, afortunadamente, la realidad de la relación entre milicia y medios de comunicación ha cambiado mucho, de forma positiva y para bien.
Dicho lo anterior, no obstante, estoy convencido de que falta mucho por cambiar y un largo trecho por recorrer, tanto en las Fuerzas Armadas como en los medios de comunicación, en la propia profesión periodística y, por qué no recordarlo y decirlo, también en el seno de las facultades de Periodismo de las distintas universidades españolas, para mejorar la imagen y la comunicación en el entorno de lo que ahora llamamos con mucho acierto «Cultura de Defensa».
En el presente escenario mundial, se hace cada vez más necesario comunicar la cruda y verdadera realidad que hay detrás de cada guerra y cada conflicto
Estoy convencido de que, en España, la inmensa mayoría de nuestra población no quiere la guerra, y mucho menos que nuestras Fuerzas Armadas participen directa o indirectamente en esas guerras y conflictos bélicos activos por el mundo. Además, un importante sector de esa población, creo que, por ignorancia, por falta de información, o por una total desinformación, y muchas veces hasta por intereses propios, piensa que estas guerras y conflictos se solventarían si no hubiese armas y desaparecieran los ejércitos. Triste y craso error.
En el presente escenario mundial, se hace cada vez más necesario comunicar la cruda y verdadera realidad que hay detrás de cada guerra y cada conflicto. Y cada vez se hace más necesario transmitir, con información transparente, mensajes claros y lenguaje sencillo que, con la presencia de nuestras Fuerzas Armadas en muchos de ellos, se está preservando nuestra manera de ser y de entender la vida, nuestra cultura, nuestros principios morales, nuestra defensa de los derechos de cada persona, nuestro amor a la democracia y las libertades y nuestro respeto por la fe de cada persona y su libertad de pensamiento político, credo y religión.
Todo ello frente a dictaduras, regímenes totalitarios, amenazas terroristas, imposiciones autoritarias, expansión del yihadismo y muchos otros males que quizá ni alcanzamos a ver ni imaginar. Frente a esto, no nos queda sino cultivar y potenciar el conocimiento de la «Cultura de Defensa» como paradigma para afrontar el próximo futuro de la mejor manera, desde el principio de «presencia, vigilancia y disuasión», mejorando la imagen a través de la comunicación.
Y es aquí donde queda claro que «el silencio no es rentable» y está claro que «un gramo de imagen equivale a un kilo de rendimiento». Considero que este es un momento clave para cuidar la relación de Comunicación (con mayúscula) entre nuestras Fuerzas Armadas y la sociedad a la que sirven. Y sé que las propias Fuerzas Armadas y el Ministerio de Defensa lo tienen claro, están preocupadas en mejorar esa Comunicación, haciendo todo (o casi todo) lo que pueden.
Un ejemplo de ello es la feliz iniciativa de crear y desarrollar la «Marca Ejército» que, con sus embajadores repartidos por toda la geografía española, está colaborando en que esa Comunicación vaya calando en nuestra sociedad y su ciudadanía. También ha sido clave en los últimos tiempos el impagable trabajo realizado por nuestras Fuerzas Armadas en difíciles y trágicos momentos de desastres naturales y calamidades como la erupción del volcán Tajogaite en La Palma, los pavorosos incendios forestales por media España, la trágica DANA en Valencia y otras comunidades, y hasta muy recientemente en Cataluña, colaborando en la contención de la Peste Porcina Africana.
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Comunicación estratégica
El día 27 de noviembre de 2017, Margarita Robles firmó la llamada ‘Directiva de la Ministra de Defensa sobre Comunicación Estratégica’, un documento de doce páginas, que entró en vigor el día siguiente a su firma y que viene a plasmar las responsabilidades, necesidades, objetivos, órganos, funciones, relaciones y recursos para una comunicación integral y efectiva en el Ministerio de Defensa y, se supone, en toda la estructura y ámbito de nuestras Fuerzas Armadas.
Pero vengo a concluir con esta reflexión que, más allá de la firma de un documento, a priori correcto y positivo, es necesario que, desde el Ministerio de Defensa, se apueste más decidida y eficazmente por la Comunicación (sobre todo de cara al exterior) aumentando la dotación, tanto económica y en recursos humanos profesionales, o militares formados al efecto, como en materiales y medios técnicos de última generación y con espacios adecuados para trabajar en toda la mencionada estructura y ámbito de nuestras Fuerzas Armadas.
En ese sentido, creo que hay que apostar por mejorar las Oficinas de Comunicación (OFCOM) en los tres ejércitos y en las distintas áreas de responsabilidad de cada Mando y que, a su vez, estas oficinas estén debidamente coordinadas entre ellas, pero siempre apoyando y respetando las particulares especificidades que cada una pudiera tener en función de su entorno y su realidad cercana, contando en todo momento con una fluida relación, conocimiento y beneplácito (ágil, dinámico y efectivo) del Ministerio de Defensa, a través de su Dirección de Comunicación Institucional y, por supuesto, el Estado Mayor de la Defensa
Por último, me gustaría rematar mi reflexión diciendo que, aparte de las oficinas de comunicación, habría que facilitar que hablen los verdaderos portavoces: nuestros jóvenes oficiales, suboficiales y soldados, que son actualmente, sin duda alguna, nuestra mejor imagen. ¡Dejémosles comunicar! Traerían frescura y aire nuevo, aunque tengamos que asumir el riesgo de que alguna vez metan la pata. Seguro que serán muy pocas.
De este modo y echando por tierra las frases puñeteras con las que comencé este artículo, nuestra Fuerzas Armadas no estarán en el silencio (que no es rentable) sino que la mejora de su imagen redundará en su rendimiento y, sobre todo, en el afecto de la ciudadanía a la que sirven.
José Carlos Marrero González
Periodista
Embajador de la Marca Ejército
Director de la plataforma de comunicación «Canarias en Positivo»
Director de Interideas (Consultora en Imagen, Comunicación y RR.PP.)
Exdirector provincial de la cadena COPE en Santa Cruz de Tenerife y de Antena 3 de Radio en Tenerife.