Atlantic CityLuís Pousa

De tardeo

A esa hora, y visto el promedio de edad y la austeridad capilar de los varones, más que para una cerveza o un gintonic, el personal estaba para ventilarse una menta poleo

Act. 01 oct. 2025 - 09:52

Como tengo menos vida social que la madre de Norman Bates, el sábado me llevaron a un tardeo. Este invento del tardeo viene a ser como salir por la noche, pero sin la parte de la noche. Porque a la hora que se tardea en Coruña todavía hay mucha luz solar y porque por el local pulula gente más bien talludita en lugar de jóvenes, que son los que de verdad saben salir de noche. Según mi escaso conocimiento sobre esta disciplina hostelera, hay tres tipos de tardeos. El primero es el de la pandilla que prolonga tanto el aperitivo que ya se olvida hasta de comer y sigue trasegando vermús a la hora de la siesta. Luego está la sobremesa eterna, de los que estiran el café y las copas hasta enganchar con la cena. Y, por último, están los que se encierran en una discoteca en pleno día para asistir a un concierto.

Lo nuestro del sábado fue salir para encerrarnos en la sala Inn del puerto coruñés. Actuaban los Recorders, The Sibaritas e Iván Flashback. La cita era a las seis y media. Demasiado pronto para fingir que estábamos en plan noctámbulo. A esa hora, visto el promedio de edad y la austeridad capilar de los varones, más que para una cerveza o un gintonic, el personal estaba para ventilarse una menta poleo. Alguno hasta sacaba a escondidas el pastillero, pero no para venirse arriba con ayuda de la química, sino para tomar las píldoras de la tensión y del colesterol.

Con los Recorders tocaba mi amigo Carlos Crespo, que llegó a consejero delegado de Inditex -algo así como ganar la Champions de los CEOs- y que ahora es feliz tocando el teclado en dos o tres grupos de versiones. Mi favorita de todas estas bandas en las que se mete Carlos son The Prime Ministers. Son capaces de llenar Pelícano atizando a Rosendo, AC/DC y compañía. Pero lo bueno de esta poligamia musical en la que todos tocan con todos es que varios de estos primeros ministros repiten alineación en los Recorders. Como el vocalista Carlos Tojeiro, que lo mismo te borda una versión de los Ronaldos que pone a la audiencia a bailar la conga en plan boda multitudinaria. A mi amigo Pablo, otro clásico con el que coincidí a ratos en la terraza, lo de la conga le pareció excesivo incluso para un tardeo. Nadie dijo que tardear fuese fácil.

Un momento de la actuación de los Reminders en la sala Inn

Un momento de la actuación de los Recorders en la sala Inn

Como la playlist era pura nostalgia, hubo mucho pop español de los ochenta y los noventa. Por no faltar, no faltó ni Miguel Bosé. Yo no sé si Bosé me da más miedo ahora, con esa voz de ultratumba, o cuando cantaba Linda. Los Recorders se decantaron por Amante bandido. Salieron a escena The Sibaritas y regaron los temas pop con la solidez de su rock. Subieron a tope los decibelios de la Inn. Menos mal que los que andábamos por allí podíamos escabullirnos a la terraza, donde el público lo mismo echaba un pitillo que ponía a descansar los sonotones. A estas edades avanzadas la sordera consiste tanto en oír de menos como en oír de más.

Como nos debían de ver con pocas opciones de estar seis horas encerrados en la Inn, los de seguridad se apiadaron de tanto veterano y nos dejaron salir a cenar. Para poder volver al fin de fiesta, nos colgaron en la muñeca una de esas pulseritas que los chavales coleccionan brazo arriba para presumir de que este verano batieron un récord de asistencia a festivales. Regresamos para ver al DJ Flashback, antes conocido como DJ Iván, al que los parroquianos seguimos desde los tiempos gloriosos del Playa Club. Iván, que ahora pincha en El Milagro y que es el mejor DJ al norte del río Monelos, salió embutido en un traje de brillos galácticos y resucitó una vez más a Raffaella Carrà sobre las tablas. Y con la Carrà nos explotó de nuevo el corazón. Como en el Playa de cuando ganamos la Liga.

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