Castro de Santa Tecla

El castro más panorámico de GaliciaWikimedia Commons

El pueblo con el castro más panorámico de Galicia: desde su cima se contemplan dos países al mismo tiempo

Se trata de una pequeña villa marinera que guarda siglos de historia y tradiciones

Antes de la consolidación de las villas y puertos en la costa gallega, el territorio se organizaba en torno a asentamientos situados en zonas elevadas. Estos poblados, conocidos como castros, formaban parte de la cultura castreña y se ubicaban estratégicamente para facilitar la defensa y el control visual del entorno. Su distribución y emplazamiento permiten entender cómo se estructuraba la población en Galicia.

Entre los numerosos castros documentados en Galicia, destaca uno por su emplazamiento y por el amplio dominio visual que ofrece sobre el territorio. Situado en un monte estratégico, este enclave permite observar no solo el entorno más próximo, sino también zonas pertenecientes a otro país, lo que refuerza su valor histórico y geográfico

De asentamiento a villa marinera

En el extremo sudoeste de Galicia, donde el río Miño se funde con el Atlántico, se encuentra un pequeño pueblo marinero que guarda siglos de historia y tradiciones. Desde sus callejuelas hasta su puerto, A Guarda es un mosaico de pasado y presente, coronado por el imponente monte de Santa Trega (Santa Tecla), hogar de uno de los castros más emblemáticos de Galicia.

A los pies del monte, este pueblo se despliega como una villa que combina su tradición marinera con un legado histórico. A Guarda pasó de ser un asentamiento fortificado a una villa marinera. La pesca y la conserva de sardina marcaron sus primeros pasos, hasta que el percebe se convirtió en un símbolo de su identidad.

La arquitectura del casco antiguo, con la Torre del Reloj y las plazas que aún conservan el aire medieval, contrasta con las llamativas casas indianas levantadas por emigrantes que regresaron de América a finales del siglo XIX y principios del XX, dejando un sello único en la fisonomía del pueblo.

Un castro con panorámica de 360º

El monte de Santa Trega (Santa Tecla), con sus 341 metros de altura, actúa como un auténtico balcón natural desde el que se divisa la costa de Portugal. Su panorámica de 360 grados, hoy convertida en un reclamo turístico, fue hace más de dos mil años un enclave de enorme valor estratégico para quienes lo habitaban.

El Castro de Santa Trega, declarado Monumento Histórico-Artístico y Bien de Interés Cultural, se extiende sobre unas 20 hectáreas. En su apogeo, albergó a más de 5.000 personas.

Las viviendas, mayoritariamente de planta ovalada con cubiertas vegetales, se organizaban en unidades familiares que incluían hogares, talleres y almacenes. Algunas construcciones rectangulares, con esquinas suavemente redondeadas, evidencian la influencia romana en épocas posteriores.

La muralla que rodea el núcleo del castro no era solo un elemento defensivo sino que también funcionaba como delimitación del espacio, articulando la vida cotidiana y las actividades comerciales del poblado.

Desde aquí se podía controlar el tráfico marítimo del Atlántico y los movimientos fluviales en la desembocadura del Miño, una verdadera vía de comercio natural que conectaba con otras regiones del noroeste y el sur peninsular.

Hoy, el castro de Santa Trega sigue siendo un testigo silencioso de la historia gallega, pero también un destino imprescindible para quienes disfrutan de vistas panorámicas. Desde su cima, contemplar Galicia y Portugal al mismo tiempo es recordar que algunos lugares fueron estratégicos entonces y son mágicos ahora.

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