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Ni espresso ni en cápsulas: este es el secreto del café tradicional de Galicia que no necesita cafetera

Es uno de los métodos más antiguos para preparar esta bebida

Galicia es una tierra donde la gastronomía no necesita artificios para ser distinta. Aquí, lo extraordinario suele esconderse en lo sencillo. Esta identidad se refleja en prácticas culinarias y en las preparaciones a fuego lento, habituales en la cocina doméstica y popular, donde la comida y la conversación forman parte de un mismo ritual.

Se trata de prácticas transmitidas, rutinas cotidianas que se mantienen por costumbre y que, precisamente por su continuidad, contribuyen a definir una identidad propia. Entre ellas se encuentra uno de los métodos más antiguos de preparación del café, que durante décadas fue el habitual en miles de hogares gallegos. Un elemento característico de la sobremesa en Galicia, compartido con otras tradiciones consolidadas como el consumo del licor café.

Este es el secreto de esta popular bebida

Nos referimos al café de pota que más que hacer referencia a un tipo de café lo hace al método que resalta su sabor natural. El café de pota es, esencialmente, una infusión. No hay presión, ni cápsulas, ni tecnología compleja. Solo agua, café molido, grueso y tiempo.

El café se deja macerar en agua caliente dentro de una pota, pero sin temperaturas extremas, dejando que la infusión haga su trabajo con calma. Después se cuela con un paño o una manga de tela. El resultado es una bebida aromática, de cuerpo ligero pero rica en matices, que mantiene un marcado carácter tradicional.

Café de pota tipico de Galicia

Café de pota tipico de GaliciaWikipedia

Además, su preparación en grandes cantidades lo convierte en una opción práctica. No es raro encontrar café de pota en restaurantes tradicionales, casas de comidas o furanchos.

Y si algo diferencia a este tipo de café del resto, es que no es para beber a toda prisa, sino que invita a quedarse un poco más, a seguir hablando mientras la sobremesa se estira hasta bien entrada la tarde, e incluso hasta la noche.

Con frecuencia, la taza de café de pota se acompaña de algún licor, como hierbas, café o aguardiente. Algunos lo disfrutan con leche y azúcar, mientras que otros optan por añadir un generoso chorrito del licor, al estilo más tradicional.

Orígenes y el por qué del nombre

El nombre no es casual. 'Pota' es la palabra gallega para referirse a la olla, al recipiente donde se cocina lo esencial. El café no nace en una cafetera específica, sino en el mismo lugar donde se cuecen los caldos, los guisos y las comidas de diario.

El método no es exclusivo de Galicia. En Portugal y Brasil se emplea el mismo nombre, mientras que en otras regiones de España se conoce como café de puchero, y en México destaca el célebre café de olla. Aunque la técnica básica es similar, los matices varían según el lugar. En Galicia, no se le añade especias y dejan el protagonismo al grano y el agua.

Durante años, el café de pota fue sinónimo de economía y aprovechamiento. En tiempos de escasez, se ajustaban las cantidades, se alargaba el agua y se buscaba sacar el máximo partido a cada gramo de café.

Hablar del café de pota es también adentrarse en historias que, con el tiempo, se han convertido en parte del imaginario colectivo. La más conocida es la del supuesto uso del calcetín como filtro. Durante décadas, se ha contado que el café se filtraba con métodos improvisados, incluso con un calcetín, una imagen pintoresca y muy repetida que se asocia al café de pota. Sin embargo, más allá del mito, la realidad era mucho más sencilla: cuando no se disponía de coladores específicos, cualquier tela limpia servía para filtrar el café.

En definitiva, el café de pota va más allá de ser un simple método de preparación. Representa una tradición arraigada en Galicia, vinculada a la sobremesa, la convivencia y el disfrute de lo cotidiano.

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