Vino y queso

Vino y queso

Este es el truco para maridar vinos y quesos gallegos y triunfar con tus aperitivos navideños

Del Albariño al Ribeiro, y del Tetilla al San Simón: aprende cómo combinarlos

Galicia es una comunidad con una amplia tradición vinícola y quesera que forma parte esencial de su identidad gastronómica. Los viñedos repartidos por las distintas denominaciones de origen y las queserías que elaboran productos con sello propio reflejan la riqueza y diversidad del territorio.

El maridaje entre los vinos gallegos, como el Albariño, el Ribeiro o los tintos del Condado de Tea, y los quesos con Denominación de Origen Protegida (DOP) constituye una de las combinaciones más representativas de la cocina gallega.

Dominar el arte de combinar vino y queso gallego puede convertirte en el anfitrión perfecto. Estas son las pautas que necesitas para no fallar en tu próxima reunión.

El vino y el queso, dos pilares del sabor

Los vinos gallegos, elaborados con variedades autóctonas como la albariño, treixadura o mencía, son reflejo del paisaje atlántico: frescos, aromáticos y llenos de matices. Por su parte, los quesos gallegos con DOP (Tetilla, Arzúa-Ulloa, San Simón da Costa y Cebreiro) condensan la esencia del paisaje gallego en cada pieza, con sabores que cuentan la historia de su origen

La clave de un buen maridaje está en el equilibrio: ninguno de los dos productos debe eclipsar al otro. Y aunque cada persona tiene sus preferencias, existen combinaciones que, por armonía o contraste, realzan los sabores de ambos.

Para lograr un buen maridaje es fundamental prestar atención a varios factores. En primer lugar, la temperatura de los vinos. Mientras que los blancos gallegos, como Albariño o Ribeiro, deben servirse fríos, entre 8 y 10 °C, los tintos alcanzan su mejor sabor a 14-16 °C.

El orden de la cata también marca la diferencia. Se recomienda comenzar con quesos suaves y vinos ligeros, y avanzar hacia sabores más intensos. Recordemos que el queso acompaña al vino, pero no debe eclipsar su aroma y sabor, asegurando así un maridaje equilibrado.

Por último, la presentación es clave: la vista es lo primero que disfruta nuestro paladar. Sirve los quesos en pequeñas porciones, acompañados de pan gallego, frutos secos o miel. Con estos detalles, conseguirás convertirte en el anfitrión ideal para cualquier ocasión.

Estos son los mejores maridajes

El Albariño y los quesos suaves forman una combinación inmejorable. Este vino, insignia de las Rías Bajas, destaca por su frescura y acidez, convirtiéndose en el compañero perfecto de los quesos más cremosos y delicados. La Tetilla, con su textura untuosa y sabor ligeramente ácido, encuentra en el Albariño un equilibrio ideal. Por su parte, la mantecosidad del Arzúa-Ulloa se funde con los aromas frutales del vino, creando una armonía que seduce al paladar.

El Ribeiro, otro clásico gallego, ofrece una versatilidad sorprendente tanto en blanco como en tinto. Los blancos del Ribeiro, con cuerpo y un sutil toque frutal, maridan a la perfección con quesos más intensos como el Cebreiro, de sabor pronunciado y textura granulosa. Si optamos por un Ribeiro tinto, los matices ahumados del San Simón de la Costa se complementan con su estructura, convirtiéndolo en el aliado ideal para comidas más contundentes o tablas variadas con quesos de cabra y oveja semicurados.

Queso tetilla DOP Barral

Queso tetilla DOP BarralQuesería Barral

Los tintos del Condado de Tea destacan por su carácter y cuerpo, ganando cada vez más seguidores gracias a su estructura elegante y notas de frutos rojos. Su intensidad se equilibra con quesos curados o de sabores potentes; en este caso, el San Simón da Costa, con su delicado toque de humo y mantequilla, armoniza perfectamente con los taninos suaves del vino.

Por su parte, los espumosos de las Rías Bajas son una joya por descubrir. Con su burbuja fina y refrescante, resultan ideales para el aperitivo, el postre o acompañar una tabla de quesos mixtos. Los quesos cremosos gallegos, como Tetilla o Arzúa-Ulloa, encuentran en estos espumosos un equilibrio de frescura y delicadeza que realza cada bocado.

Para cerrar la experiencia, el licor café gallego ofrece un broche final inolvidable. Su dulzor y notas tostadas suavizan el sabor intenso del Cebreiro, crean una fusión cremosa con el Arzúa-Ulloa y, con la Tetilla, el contraste entre dulzor y acidez se transforma en un auténtico capricho para el paladar.

Estas Navidades, crea tu propia tabla de maridajes y sorprende a tus invitados porque no hay mejor brindis que el que une vino, queso y buena compañía.

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