Panorámica del Monasterio Santa María de Oia (Pontevedra)

Panorámica del Monasterio Santa María de Oia (Pontevedra)Turismo de Galicia

El único monasterio de España con vistas al mar está en Galicia

El Real Monasterio de Santa María de Oia, ubicado en el municipio de Pontevedra que lleva el mismo nombre, es el único que está situado en una playa

En Galicia hay 17 monasterios de los 800 existentes en España. Un dato sin mayor relevancia a no ser porque entre ellos se encuentra el segundo monasterio más grande de España (Monasterio de Santa María de Oseira) y el único con vistas al mar, Santa María de Oia.

El Monasterio de Oia se encuentra en un valioso emplazamiento en la provincia de Pontevedra, en la comarca del Bajo Miño y se erige majestuosamente en la playa Do Porto, una bonita cala de cara al océano Atlántico.

Su construcción se inició en el siglo XII bajo la orden del rey gallego Alfonso VII. En 1149, el monarca le otorgó todas las propiedades reales de los pueblos Mougás, Perdones y Viladesuso. La peculiaridad arquitectónica del monasterio radica en su amalgama de estilos, que incluyen elementos románicos, góticos y barrocos. Estos reflejan las diversas etapas de reformas que experimentó la estructura hasta finales del siglo XVIII.

Campo de concentración

Gracias a su estratégico emplazamiento, a la orilla del mar, el Monasterio de Oia jugó un importante papel en la defensa de la costa. Este monasterio fue testigo de eventos históricos como el desbaratamiento de un ataque de la flota turca en 1624 por los monjes cistercienses que habitaban en él. Heroica hazaña que les hizo merecedores del apodo «monjes artilleros» y el reconocimiento de Felipe IV, quien otorgó al monasterio el prestigioso título de «Real».

Durante el siglo XVII la región soportaba constantes saqueos e invasiones marítimas. La fortificación de los altos muros en el Monasterio de Oia le permitió constituirse como un importante baluarte defensivo crucial para la protección de la zona.

Sin embargo, eventos posteriores marcaron un cambio significativo en la historia del monasterio. La invasión napoleónica y la Desamortización de Mendizábal provocó el abandono de los monjes en 1835. El monasterio pasó a ser propiedad privada, pero la iglesia continuó como templo parroquial gracias al obispo de Tuy.

Más tarde, ya en 1910, los jesuitas arrendaron la abadía para establecer un colegio hasta 1932. Este año el gobierno republicano nacionalizó los bienes de la Compañía de Jesús y los expulsó del territorio nacional. En 1931 fue declarado Bien de Interés Cultural.

Monasterio de Santa María de Oia

Monasterio de Santa María de OiaTurismo de Galicia

Durante la guerra civil española, el monasterio fue utilizado como campo de concentración, llegando a albergar hasta 3.000 prisioneros. Las inscripciones murales grabadas a lápiz por los presos en muchas de sus estancias son marcas silenciosas de este episodio de la historia.

Hoy en día, su entorno natural privilegiado y su belleza excepcional.lo convierten en un destino turístico muy atractivo para los visitantes.

Percusor de la economía regional

Los monjes de Oia fueron pioneros en la introducción de oficios que continúan perdurando en la actualidad, como la cría de caballos en libertad. Esta práctica ha perdurado a lo largo de los años, y hoy en día se valora por su contribución a la conservación de razas autóctonas.

Además, la huerta de la abadía, con más de 4.000 metros cuadrados, desempeñó un papel vital en la subsistencia de los monjes. En ella, cultivaron una impresionante variedad de alimentos y medicinas, incluyendo hasta 120 especies de plantas medicinales que procesaban en su botica. Esta práctica refleja la sabiduría y el conocimiento de los monjes en el uso de la naturaleza para su sustento y cuidado de la salud.

Por otro lado, los monjes de Oia también fueron visionarios en el cultivo de la vid, dando lugar a la producción de vinos de excelente calidad que hoy en día cuentan con la prestigiosa denominación de origen Rías Baixas. Su dedicación a la viticultura y la elaboración de vinos ha dejado un legado duradero en la región, contribuyendo al reconocimiento internacional de los vinos gallegos.

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