Primer autobus urbano de Córdoba

Primer autobus urbano de CórdobaLa Voz

Se cumple un siglo de la llegada a Córdoba de los primeros autobuses

Los cordobeses salieron en noviembre de 1922 a la calle para recibir los vehículos Leyland

Hace un siglo, en noviembre de 1922, los cordobeses recibían con agrado la puesta en marcha del primer servicio de autobuses urbanos, lo que vendría a revolucionar la vida de una ciudad que carecía de tranvía y en la que los vehículos a motor eran muy escasos.
Córdoba contaba en 1922 con casi 75.000 habitantes y era, por sus dimensiones, una ciudad cómoda para andar, aunque había distancias mayores, que estaban en la recién creada fábrica de la Electromecánicas y en la Sierra, donde se pensaba incrementar la densidad de residencias.
Plaza de las Tendillas, con un autobús en su centro

Plaza de las Tendillas, con un autobús en su centroLa Voz

Conocedor de esta situación, el madrileño José López Izquierdo presentó en el Consistorio un proyecto de cómo podía ser el servicio de transporte urbano en la capital. Aquella iniciativa, que no se llegó a cumplir en su totalidad, fue el germen de la llegada de los autobuses.

Nace Autobús de Córdoba SA

Después de que el Ayuntamiento diera el visto bueno a la iniciativa, en mayo de 1922, una vez reunido el capital necesario, se crea la Sociedad Anónima de los Ómnibus Automóviles de Córdoba, pronto conocida como Autobús de Córdoba SA. Presidida por Manuel Enríquez Barrios, estuvo compuesta por Florentino Sotomayor, Joaquín Carbonell y Morand, Pedro López Alvear, José Cañete del Rosal, Luis Ruiz de Castañeda, Rodrigo Morillo de Trucios, Luis Merino del Castillo, Santiago Jimena Cañas, Eugenio Barroso Sánchez-Guerra, José Rioboo, el propio José López Izquierdo como director técnico y Mariano Amo Ramos como director gerente.
La compra de los seis autobuses se había cerrado en enero de ese año en Londres, entre el propio López Izquierdo y la firma Leyland, que los fabricó el Liverpool. Allí fueron embarcados en el vapor Colón de bandera inglesa con destino al puerto de Sevilla. La travesía por el Atlántico no debió ser nada cómoda, ya que al desembarcarlos tuvieron que limpiar las algas que quedaron prendidas tras seis días de temporal.

Llegada a Córdoba

El recibimiento por por todo lo alto. El 8 de noviembre llegaron a Sevilla y al día siguiente marcharon hasta Écija, donde se desplazó una delegación compuesta por los accionistas, autoridades y periodistas, para marchar directamente hacia Córdoba. En las inmediaciones de la ciudad hubo varios vehículos particulares esperándolos para sumarse a la comitiva que al llegar al Campo de la Verdad se vio rodeada de una multitud que jaleaba a esos vehículos hasta entonces desconocidos para los cordobeses.
El recorrido seguido fue, con los nombres actuales de las calles: Puente Romano, avenida del Alcázar, Santa Teresa Jornet, Campo Santo de los Mártires, Doctor Fleming, Paseo de la Victoria, Ronda de los Tejares, Gran Capitán, Gondomar y plaza de las Tendillas. Allí quedaron estacionados y todos husmearon en su interior para satisfacer su curiosidad. Cada uno de los Leyland tenía capacidad para 45 pasajeros, de los que 30 iban sentados y el resto de pie.
En esta comitiva que se desplazó hasta Écija figuraba el periodista Manuel Chaves Nogales, entonces redactor jefe de La Voz, en cuyas páginas escribió la crónica del viaje de los autobuses desde Sevilla y afirmó que «la llegada a Córdoba de estos autobuses, que han de dar mayor celeridad a la vida de la capital, intensificando y modernizando su vida, es una fecha memorable para la ciudad».

Los primeros conductores

También debe quedar en la historia de la ciudad los nombres de los seis primeros conductores de autobús en Córdoba: Serafín Martínez, Manuel Hurtado, Antonio Milla, Ángel Gutiérrez y los hermanos José y Manuel de la Ruda. Los primeros cobradores fueron Ángel Barrena e Isidro Guillermo Reyes; y los primeros inspectores, Ricardo Amo y Alberto Alfaro.
La empresa, con acierto, decidió que la puesta en marcha del servicio urbano de transporte fuese ese domingo, el 12 de noviembre de 1922. Como estación central se escogió la plaza de las Tendillas, que aún se encontraba a medio construir tras el derribo del Hotel Suizo, pero ya aspiraba a ser el centro de la ciudad. La plaza, a la que aún no había llegado el monumento al Gran Capitán, ya era parada de taxis.

Precios y recorridos

De ahí partían las tres líneas con las que echó a andar la empresa: Una, a la Electromecánicas; otra, a la Sierra, hasta el chalet Santa Inés, y la tercera, que no partía de las Tendillas, sino del Marrubial, donde estaban las cocheras, y llegaba a la estación central y a la de Cercadilla después de pasar por la plaza de Colón, Ronda de los Tejares y avenida de Cervantes. Esta línea era más económica, con un precio de entre 15 y 20 céntimos según el trayecto. Las otras dos, en cambio, costaban 30 céntimos por persona al ser los recorridos más largos, una cifra que, al igual que el trazado de las líneas, tampoco coincide con el proyecto inicial de López Izquierdo.
Aquel domingo fue un día de fiesta en Córdoba. Los autobuses Leyland eran la atracción y el tema de conversación. Y también, como no podía ser de otra forma, fueron el objeto de gamberradas. El diario La Voz, el de Chaves Nogales, pedía policías en la calle Gondomar para evitar «ese enjambre de chiquillos que se encaraman en los autobuses con verdadera exposición de sus personas y gran pánico de los transeúntes».
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