Bandera de Andalucía.

Bandera de Andalucía.LVC

28-F

¿Qué fue del andalucismo?

A una jornada para celebrar el día de Andalucía volvemos la vista atrás para ver qué pasó con aquella fuerza política puramente andaluza que entroncaba con el pensamiento de Blas Infante y que hace ocho años que desapareció

Mañana, 28 de Febrero, se festeja el Día de Andalucía. Una identidad regional que en las elecciones generales de 1.979, en la forma del Partido Socialista de Andalucía (PSA), germen del posterior Partido Andalucista (PA), llegó a tener cinco representantes en el Congreso de los Diputados. La espuma de este movimiento siguió al alza y en los comicios municipales de junio de 1.999 el PA obtenía 356.000 votos, 30 alcaldías y 545 concejales en toda Andalucía. Fue el mejor resultado de su historia lo que le convirtió en la quinta fuerza política a nivel nacional.

Andalucía, lo primero

El PA se declaraba ideológicamente como una organización política nacionalista andaluza, federalista y progresista. Su principal motivación era la ampliación y mantenimiento de la autonomía andaluza, luchando en contra de toda actitud conformista y defendiendo la identidad cultural de Andalucía. Se declaraba defensora de los intereses del pueblo andaluz y buscaba obtener la igualdad ante otros territorios de España. Desde el PA consideraban a Andalucía como una nación con identidad cultural propia, que se conquistó como en ningún otro territorio español, a partir de la ratificación de la autonomía y el Estatuto en referéndum (que no se ratificó en la provincia de Almería).
El PA se declaraba también como una organización progresista, refiriéndose solo desde una opción comprometida con un desarrollo socioeconómico autónomo y sostenible, innovador y con poder para generar iniciativas, y de esta forma, superar los desequilibrios territoriales y sociales de dentro, así como la dependencia y desigualdad respecto a otros pueblos.
Tras su disolución, el andalucismo político, tradicionalmente asimilado a la izquierda política, quedó fragmentado en diversas corrientes.

Sentimiento libre de siglas

La abogada Lola de Toro militó en el Partido Andalucista desde el año 2.011 hasta su extinción en el 2.015, cuando fue candidata a la alcaldía de Córdoba. Tras más de 40 años de historia, el resultado electoral de las elecciones celebradas ese año precipitaron el final de esta formación, al considerar que habían dejado de ser una herramienta útil para los ciudadanos. «Desde que fui elegida como candidata intenté transmitir un mensaje, que creo que no se llegó a entender en la sociedad, y es que siempre he diferenciado ese sentimiento andalucista, lo que creo que es hasta recomendable, de lo que es la formación política, sea del signo que sea, aunque tradicionalmente hayan sido las fuerzas de izquierda las que ha intentado apropiárselo» explica.
El andalucismo, como corriente, es algo propio de la Comunidad Autónoma de Andalucía, un sentimiento «libre de siglas». Como tal, apunta la abogada, "es muy doloroso escuchar a muchos andaluces, que sabes que son andalucistas, diciendo que ellos no lo son porque no son de izquierdas, confunden la formación política única que puso cara al andalucismo, el Partido Andalucista, con un sentimiento que lo tendríamos que tener todos los andaluces».
Imagen de archivo de la candidatura de Lola de Toro a la alcaldía de Córdoba por el PA.

Imagen de archivo de la candidatura de Lola de Toro a la alcaldía de Córdoba por el PA.Twitter Lola de Toro

En su reflexión recuerda la última visita a Córdoba de José Luis de Villar, historiador y compañero que fue de partido, quien vino a presentar un libro en la que abordaba la época de clandestinidad que tuvo el PA (de 1965 a 1976). «Aunque con reticencias, mi andalucismo me llevó hasta ese acto, que tuvo lugar en el Círculo de la Amistad, en el que me llevé una grata sorpresa porque, además del propio autor y Alejandro Rojas Marcos, que fue uno de los fundadores del Partido, había poca gente de la izquierda y muchos del Partido Popular y, sin embargo, todos se manifestaban en ese andalucismo». La ideología, en este caso, debe ser un apellido. «Debe primar ese nacionalismo que para nada tiene que ser separatista. Hablamos de un sentimiento de pertenencia, con unas características propias, una bandera, un himno... como lo concibió Blas Infante».

Andalucía, un pueblo de primera

También muy ligado al Partido Andalucista estuvo Manuel Montalvo, quien llegó a Córdoba en 1979 y poco después «me vi en la briega previa de todo lo que fue el proceso autonómico». Este abogado laboralista, ya retirado, sintió interés por la política desde su etapa como universitario, cuando ejerció como delegado del estudiantado. En paralelo a su actividad profesional, Montalvo ayudaba al sindicato rural del campo en las distintas materias que requerían. A ello se unió su participación en el Partido Socialista de Andalucía (PSA), germen del posterior Partido Andalucista (PA), del que fue secretario provincial. Poco después sería elegido como candidato a la alcaldía de Córdoba por el Partido del Trabajo de Andalucía (PTA) , «estamos hablando de la época de José Aumente Baena, que desarrolló una importante labor intelectual en la configuración del nuevo nacionalismo andaluz y que entroncaba con el pensamiento de Blas Infante, Manuel Ruiz Lagos, autor clave en la historiografía andaluza y un referente en el andalucismo de los años setenta, y el propio Alejandro Rojas Marcos, uno de los fundadores del PA, es decir, los históricos del movimiento» subraya.

¿Dónde queda el andalucismo?

A juicio de Montalvo, cuando Andalucía fue al referéndum de 1980, al tiempo que conquistaba el derecho a su autonomía manifestó de manera «rotunda» que quería ser un pueblo de primera, «ese fue el momento álgido en el que se dijo no somos más que nadie, pero tampoco menos» asegura.
Años después esa esperanza «se vería frustrada por la política de los gobiernos centrales con Andalucía y la sumisión de los gobiernos autonómicos andaluces faltos de un liderazgo claro». «Se asimiló lo que hacía el Partido Andalucista al PSOE y el PP y entonces el pueblo andaluz, que había manifestado su postura, no se vio acompañado por las decisiones del gobierno, perdiendo poco a poco esa fogosidad y espuma andalucista, amén de las disputas internas ya conocidas entre Rojas Marcos y Pedro Pacheco, que generó no pocas dificultades» recuerda.
El pueblo andaluz no reconoció en ese partido un instrumento con el que tener la fortaleza que han tenido otros pueblos como el vasco o el catalán.
Imagen de archivo de la manifestación multitudinaria que tuvo lugar en Andalucía para reclamar el estado de autonomía.

Imagen de archivo de la manifestación multitudinaria que tuvo lugar en Andalucía para reclamar el Estado de Autonomía.Junta de Andalucía

El andalucismo no es mayoritario pero sigue vivo, mimetizado en las distintas formaciones políticas. Hay inquietud política en reanimarlo de nuevo pero el pueblo no acompaña con los votos. Para este abogado, este movimiento ha sido la forma en la que el pueblo andaluz ha ido abriéndose a los demás pero, de una y otra forma, no queriendo ser ninguneado ni olvidado en sus reivindicaciones. «Hubo un partido que cogió esa bandera y, aunque no tuvo oportunidad de continuar, sí dejo la esencia suficiente para que los partidos que hoy gobiernan, en este caso el PP, la cojan. El andalucismo es una forma de sentirse orgulloso por pertenecer a esta tierra, un sentir y un estar reivindicando permanentemente aquello de que, no somos más que nadie pero menos tampoco» manifiesta.
En opinión de Lola de Toro, lo que hay hoy día son unas formaciones políticas que se han apropiado del andalucismo y lo llevan a enfrentamientos, «contra la institución eclesiástica, a defender actos contra la vida humana... para mí el andalucismo es algo social, significa defender al que lo necesita, sea como sea, y me da igual la condición que tenga esa persona que está clamando mi ayuda, si es pobre, rico, de izquierda o derecha, musulmán o ateo» asevera. Eso, trasladado al sistema político actual, debe suponer «llevar el andalucismo a las altas instancias políticas, es decir, al Congreso, y tener la capacidad de, al menos, forzar decisiones a los partidos de gobierno de tal manera que estuviésemos representados, sin incurrir, insisto, en si somos de izquierdas o derechas». Y es que, en este sentido, ya lo dijo Alejandro Rojas Marcos, «sería muy recomendable un andalucismo desde la diversidad de puntos ideológicos».
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