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Día Mundial del Ictus
Más de 1.300 cordobeses sufren un ictus cada año: el 70 % logra recuperar su autonomía
Los especialistas destacan la importancia de actuar con rapidez y de mantener hábitos saludables frente a una enfermedad cuya incidencia ha crecido un 8 % en los últimos años
Más de 1.300 cordobeses sufren cada año un accidente cerebrovascular, una de las principales causas de discapacidad y mortalidad en la provincia. Con motivo del Día Mundial del Ictus, que se conmemora este 29 de octubre, los especialistas advierten de que la incidencia de esta enfermedad ha crecido alrededor de un 8 % en los últimos años y se sitúa en unos 200 casos por cada 100.000 habitantes, en parte por el envejecimiento de la población y también por una detección más temprana gracias a la implantación del código ictus. «Cuando se produce un trombo en una arteria cerebral, lo esencial es retirarlo cuanto antes, porque cuanto más se tarde, más tejido cerebral se muere», explica José Carlos Igeño, jefe de Medicina Intensiva del Hospital San Juan de Dios, quien resume la filosofía de la atención urgente con una frase que repiten todos los expertos: «El tiempo es cerebro».
En el Hospital Universitario Reina Sofía, la Unidad de Ictus ha triplicado el número de ingresos desde su creación en 2018, superando ya el millar de pacientes atendidos al año. Su responsable, la neuróloga María José Álvarez, subraya que la clave es actuar rápido y en red: «Cada minuto cuenta; cuanto más pasa el tiempo, más neuronas se pierden. Por eso debemos detectar de forma precoz que estamos ante un ictus y actuar coordinadamente». Según los datos del hospital, el 70 % de los pacientes recupera su autonomía total o parcial tras el tratamiento, un resultado que avala la eficacia del protocolo y la coordinación entre los distintos servicios implicados.
Protocolo frente al ictus
La delegada territorial de Salud y Consumo, María Jesús Botella, destacó la consolidación del código ictus en la provincia y la presentación de la nueva guía provincial de atención, elaborada junto al nodo de Jaén e incorporada a las estrategias nacional y europea 2026-2030. Subrayó que el trabajo conjunto entre el 061, los equipos hospitalarios y la red de urgencias «ha permitido reducir la mortalidad y minimizar las secuelas», recordando que en 2009 solo se registraron dos activaciones del código ictus en Córdoba y en 2024 fueron 624, un crecimiento que refleja «la mejora en la detección y la capacidad de respuesta».
La nueva guía incorpora tres escalas validadas de sospecha de obstrucción de gran vaso que permitirán derivar directamente a los hospitales con capacidad de trombectomía, evitando traslados innecesarios. «Estas herramientas aumentan las posibilidades de supervivencia y reducen las secuelas en los pacientes», explica Francisco Aranda, presidente del comité regional de procesos neurológicos del 061. Solo en 2024, los centros de urgencias y emergencias andaluces activaron el código ictus en 3.150 ocasiones, lo que confirma la consolidación de este sistema.
«Llega sin avisar»
El neurorradiólogo Fernando Delgado insiste en que la concienciación ciudadana es esencial: «El ictus no duele ni da sensación de urgencia. Muchos pacientes llegan tarde porque no perciben que les ocurre algo grave». En hospitales como el San Juan de Dios, donde no existe una unidad específica pero sí un protocolo consolidado, la atención está perfectamente estructurada desde que el paciente entra por urgencias hasta su rehabilitación. «Todo está secuenciado: la valoración inicial, el TAC, la intervención del neurólogo, el ingreso y la fisioterapia. La recuperación debe empezar cuanto antes, idealmente al día siguiente del ingreso», explica Igeño, que también apunta a posibles causas del aumento de casos: «Se ha especulado con que el COVID o incluso las vacunas puedan haber influido, pero no hay una evidencia científica clara; lo que sí sabemos es que ahora se diagnostican más porque el sistema de código ictus permite detectar episodios que antes pasaban desapercibidos».
José Carlos Igeño
El testimonio de pacientes como Manuel Enrique Pérez, que sufrió un ictus hemorrágico a los 57 años, refleja el impacto personal y la importancia del tiempo: «Me dio durmiendo y perdí tiempo sin saberlo. Empecé en silla de ruedas y hoy camino sin bastón. Hay que vigilarse y controlar la tensión».
Con más de un millar de pacientes atendidos cada año y un 70 % de recuperación funcional, Córdoba avanza en la lucha contra una enfermedad que «llega sin avisar, pero frente a la que cada vez sabemos responder mejor», en palabras del doctor Igeño. La prevención, la detección precoz y la coordinación sanitaria siguen siendo, según todos los especialistas, las mejores armas contra el ictus.