Aspecto de la puerta de la Grada Redonda, tras la restauración

Aspecto de la puerta de la Grada Redonda, tras la restauraciónCabildo Catedral

La puerta de la Grada Redonda de la Mezquita Catedral, lista para la Semana Santa

La restauración incluye la instalación de un sistema antipalomas

El Cabildo Catedral ha concluido la restauración de la puerta de la Grada Redonda, situada en la esquina noreste de la Mezquita-Catedral y cuyos trabajos se iniciaron en noviembre del año pasado en este elemento arquitectónico diseñado por Tomás Jerónimo de Pedrajas.
De este modo, y tras un primer estudio, se concluyó que la puerta, que data de 1726, estaba afectada por una serie de patologías, entre las que destacaban las disgregaciones y oquedades, los daños superficiales de origen antrópico y las discontinuidades físicas. La alteración de las rocas o del material pétreo suponen un proceso geológico natural e irreversible, por lo que desde el punto de vista de conservación de la piedra monumental la alteración no siempre implica deterioro, como ocurre con el caso del desarrollo de pátinas de envejecimiento.
Una vez detectados los daños que afectaban a la portada, se procedió a realizar una intervención basada en la conservación de los elementos arquitectónicos y decorativos que la conforman.
Para ello se emplearon materiales que destacan por sus cualidades de compatibilidad con los originales que constituyen el soporte físico de este elemento, así como la reversibilidad necesaria exigible en cualquier intervención restauradora.

El proceso

De tal modo, se llevó a cabo una primera fase de limpieza, tanto química como mecánica, a la que siguió una segunda de consolidación en la que se emplearon sustancias que penetran en el interior del sistema poroso pétreo consiguiendo la adhesión de la zona superficial, generalmente más alterada, al sustrato sano.
Detalle de la puerta de la Grada Redonda ya restaurada

Detalle de la puerta de la Grada Redonda ya restauradaCabildo Catedral

La tercera fase, subdividida a su vez en dos, supuso la reintegración volumétrica, destinada a ayudar a la comprensión de la totalidad de la obra y, en un segundo momento, la cromática, que pretende recuperar el equilibrio en la tonalidad original del bien.
La última fase la conforma la hidrofugación, donde se aplica un producto específico que impide la entrada de agua en la piedra, pero permite la salida de la misma en forma de vapor. Tratamiento que ha de repetirse pasados cuatro o cinco años. Los trabajos de restauración han finalizado con la instalación de un sistema antipalomas y la limpieza total del bien.
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