Manolete es llevado a hombros a su residencia de la avenida de Cervantes
El portalón de San Lorenzo
Manolete en el recuerdo
Su funeral fue toda una muestra de duelo en Córdoba que, contra su forma de ser, se echó a la calle para darle el último adiós
Rafael Dupouy Gómez es nieto de Florencio Gómez Núñez (1908-1995), gran aficionado americano a la Fiesta Brava. Su pasión desbordada por los toros le hizo adquirir junto con su hermano Juan Vicente 180 cabezas de ganado de la famosa ganadería de los hermanos Pallarés Delsors de Cabra (Córdoba), que llevaron a Venezuela en el año 1932 por barco hasta el puerto de Turiamo. Fundaron así Guayabita, la primera ganadería de toros de pura casta española en este país. Los toros fueron seleccionados por la máxima figura del toreo de entonces, Juan Belmonte, y por el famoso rejoneador cordobés don Antonio Cañero, grandes amigos de los hermanos.
Artículo de Rafael Dupouy Gómez publicado en el número 31 de la revista taurina ‘Caireles' (Barcelona, diciembre de 2012):
Dedicado a mis buenos amigos: don Fernando Claramunt López, don Fernando del Arco de Izco y don Paco Laguna Menor, grandes admiradores e historiadores de la figura de Manolete.
“Mi impresión sobre Manolete es la que nos ha causado a todos los taurinos. Yo lo califiqué siempre como una figura única, fuera de todos los grupos y escuelas taurinas tradicionales. Manolete fue un torero magnífico porque lidiaba de igual manera a todos los toros y a todos los toros les hacía faena. ¡Qué difícil era lograr eso! Ese ha sido, indiscutiblemente, el gran mérito de Manolete, que no se puso él a tono con los toros, sino que puso a los toros a tono con él. Yo creo que Manolete ha sido el torero con más valor de verdad que ha tenido el toreo. Le imprimía, con su carácter serio y sobrio, un sentido de solemnidad a lo que hacía, mostrando una verticalidad y una quietud asombrosa ante la cara de los toros. Era una constante en Manolete, la seguridad, verdad y decisión al ejecutar la suerte suprema.
Para mí ha sido un caso excepcional en el toreo. Toda persona o aficionado que recuerde alguna faena de Manuel Rodríguez Sánchez ‘Manolete’, no podrá olvidar nunca en su vida a esta gran figura del toreo y lo que significó para la Fiesta Brava”.
Manolete fue muy querido y admirado en tierras mexicanas y allí en donde toreó en hispano América, y una prueba de ello fueron la visita que señalados artistas de aquellas tierras como Jorge Negrete, Mario Moreno 'Cantinflas', María Félix y otros artistas y literatos que vinieron expresamente a Córdoba para visitar su tumba.
Cantinflas y Manolete
La radio
En aquella primera década tras la guerra los aparatos de radio eran un bien muy escaso. Pocas familias disponían de uno donde escuchar el breve parte del mediodía o de la noche, por lo que la mayoría tenía que recurrir a los de conocidos o vecinos. Estos partes y el número de los ‘ciegos’ patrocinado por Anís La Asturiana constituían casi en exclusiva la escueta programación.
Poco a poco, esa radio fue aumentando sus contenidos. Empezarían los discos dedicados, las novelas seriadas y también crecio la duración de los informativos. Así, el 18 de agosto de 1947, a las 10 de noche, se produjo una tremenda explosión en Cádiz que se dejó sentir en gran parte de Andalucía asustando a la población. Al día siguiente todo el mundo estaba ávido por enterarse de qué había ocurrido. Aunque las autoridades quisieron pasar de puntillas y no comentar mucho el asunto, tuvieron que hacerlo: el origen de la explosión habían sido unos polvorines de la Armada en la Cádiz.
La radio de la histórica taberna Casa Ogallas, en el Jardín del Alpargate, fue la que informó a los habitantes de esa parte alejada del barrio del San Lorenzo. Su aparato Telefunken, con voz alta y clara, dio parte de la tragedia. En todos los poyetes y bancos del jardín los vecinos escucharon en silencio la noticia.
Por aquellos tiempos Ángel Ogallas aún trabajaba de meritorio en los Almacenes Galo y José Hernández. Luego sucedería en la taberna a su padre Enrique y la estaría regentando muchos años más hasta que la trasladó con su hijo a la avenida de Barcelona a finales de los años 80 del siglo XX. Su local del Jardín del Alpargate sería incorporado al entonces en auge supermercado Piedra. El nuevo Ogallas de la avenida de Barcelona ha cambiado de dueños hace pocos años, dando fin a esta histórica saga.
Volviendo a ese agosto de 1947, no esperarían esos vecinos de San Lorenzo que en apenas unos días otra inesperada noticia luctuosa los sobresaltase a través de la radio. Incluso más que la anterior: la muerte de Manolete tras una grave cogida en Linares. Mi suegra, que vivía enfrente de la Sociedad de Plateros, comentaba años después que ese día la calle María Auxiliadora era un reguero de gente impresionada dando a voz en grito la noticia al resto de vecinos: «¡Ha muerto Manolete!»
La política y Manolete
La muerte de Manolete fue, sin duda, un acontecimiento trágico para Córdoba y España, incluidos los aficionados de los países americanos que lo idolatraban. Sin embargo, aunque minoría, también empezaron a surgir de sus tinieblas los siniestros personajes que, ante cualquier acontecimiento interesado, comienzan a vomitar su odio.
Así, desde la izquierda más cerril, comentaristas llenos de este odio quisieron inventarle una realidad delirante al diestro cordobés. Como ejemplo, dijeron, según una «fiable» emisora comunista, Radio España Independiente (donde sólo era verdad lo de «radio»), popularmente conocida como La Pirenaica, que practicaba la suerte de matar los toros con los presos encerrados en las cárceles franquistas durante la guerra y después de ella. No tenían en cuenta que cuando la guerra estalló en 1936 Manolete, un simple novillero, apenas tenía 19 años, y como tantos cordobeses de tipo medio se limitó a vivir donde le había tocado en suerte en aquel conflicto.
Sin saber todo lo que criticarían, incluso después de su muerte, un tímido Manolete tomó la alternativa en Sevilla el 2 de julio de 1939 (la guerra ya había terminado) de manos de Chicuelo, el torero que se casaría con Dora la Cordobesita, y en presencia de Gitanillo de Triana. Nacido antes de la guerra, en los libros de la ganadería de don Clemente Tassara el toro de la alternativa de Manolete estaba registrado con el nombre de Comunista, sin ninguna connotación negativa en principio. La situación política del momento, lógicamente, lo consideró tabú, por lo que fue rebautizado como Mirador, tal como lo recogerá la historia. Mirador ni siquiera será colorao, sino negro zaíno. Quizás lo de matar a este toro Comunista fuese el origen del bulo de la espada y los presos, aunque de todas formas a La Pirenaica no le hacían falta pretextos para inventarse sus historias.
Desde su alternativa, los apoteósicos triunfos por toda España y en tierras de América lo convertirían, quizás contra su forma de ser, en todo un símbolo de aquella España de posguerra. Elegante y sobrio, hizo evolucionar el torero de muleta con su quietud. Toreaba de frente, de perfil, y era un gran estoqueador. En su ciudad natal, tan taurina entonces, que había sido cuna de Lagartijo, Guerrita y Machaquito, se le dio el título honorífico de Cuarto Califa del Toreo. Aun así habría siempre una minoría local que, por motivos de diversa índole (políticos, personales, simple envidia…), estaba siempre ávida para criticarle y propagar todo tipo de maledicencias, sobre él y sobre su familia.
La tragedia de Linares
Dispuesto siempre a torear donde lo llamasen, y con el ganado que hubiera, Manolete no tuvo inconveniente en acudir a la plaza de toros de Linares para una corrida de Miura el 29 de agosto de 1947, en un cartel donde compartía presencia con el testigo de su alternativa, Gitanillo de Triana, y la estrella emergente y descarada de Luis Miguel Dominguín.
Como se sabe, fue cogido al entrar a matar a su segundo toro de nombre Islero. Ya en la plaza fueron conscientes de la gravedad de la cogida, por lo que tras un primer apaño en la enfermería del coso fue ingresado en el Hospital de San José y San Raimundo. Allí, con apenas 30 años moriría de madrugada a pesar de los esfuerzos del doctor Jiménez Guinea que llegó expresamente desde Madrid para atender a su amigo. En esos años las transfusiones de sangre no estaban tan controladas y dotadas como hoy en día. La herida le había seccionado la vena femoral y perdió mucha sangre, Sin éxito, intentaron reponérsela con varias de estas bolsas de transfusiones, de las que se dice últimamente que quizás alguna de ellas, empleadas antes para las víctimas de la explosión de Cádiz, no estaban en un estado adecuado.
Su funeral fue toda una muestra de duelo en Córdoba que, contra su forma de ser, se echó a la calle para darle el último adiós. Tras el funeral, el cortejo recorrió buena parte de la ciudad, empezando por Santa Marina, La Lagunilla y el Campo de la Merced, lugares tan significativos para los toreros cordobeses y el propio Manolete. Los balcones y ventanas de las casas de sus vecinos estaban repletos de crespones de luto. Llegó a su descanso final en la Salud ya casi de noche. A decir de Rafael Prieto, de Flores Santa Marta, fue el entierro, con diferencia, donde más pedidos tuvo que atender, incluso del extranjero.
Y, por una vez, la ciudad no se quedó en un simple gesto. Unos pocos años después, el 28 de octubre de 1951, se celebraba en Córdoba una corrida de toros en homenaje a Manolete para recabar fondos y costearle un monumento a iniciativa del Ayuntamiento de Córdoba. Es de agradecer el impulso que le dio a la iniciativa el torero mexicano Carlos Arruza, gran amigo de Manolete. Una calle de Santa Marina, con justicia, honra su nombre. Recuerdo que en mi casa de vecinos solamente había un aparato de radio que lo tenía Miguel Morrugares, ‘El Coco’. Chiquillos y mayores pudimos escuchar la retransmisión de aquella corrida, ya que, generosamente, puso la radio de cara al patio. En aquel festejo, que empezó a las siete de la tarde, se lidiaron doce toros y constituyó todo un éxito artístico y económico. El inolvidable Matías Prats fue quien retransmitió el gran acontecimiento desde el viejo coso de los Tejares.
Cartel de la corrida pro monumento con toreros españoles y mexicanos. En el cartel, el abrazo entre Manolete y Carlos Arruza
'La Voz de Granada'
Como hemos comentado anteriormente, la campaña contra Manolete no terminó con su muerte y duraría varios años. Así, con motivo de la visita a España en 1953 del contradictorio escritor Hemingway, gran aficionado a la fiesta de los toros (y a la comida), y que entabló gran amistad con Antonio Ordoñez y su cuñado Luis Miguel Dominguín, se resaltó que el norteamericano había dicho que Manolete (al cual no había visto nunca torear) era un torero de «trucos baratos». En esta misma línea incidirían determinados periodistas y críticos taurinos, la mayoría radicados en la capital de España. Probablemente, criticar al torero cordobés les parecía la mejor forma de hacerse notar en su carrera. Está la anécdota de que uno de estos periodistas, ya con un gran nombre, estaba en su trabajo asistiendo a una corrida en el coso cordobés cuando lo reconoció la afición cordobesa y estuvo a punto de lincharlo.
Ante estos ataques injustificados, en un alarde de dignidad tuvo que ser la emisora de radio ‘La Voz de Granada’ la que encabezase un programa de interconexión de sus emisoras en Andalucía en desagravio del torero cordobés. Trataba de poner la imagen del Califa de Córdoba en el lugar que merecía por su historia. Tuvo que ser Granada…
A raíz de este programa fueron ya muchas las voces que salieron, ahora sí, en defensa de Manolete. El crítico Corrochano llegó a decir que el problema de Hemingway es que era «un buitre que le atraía la muerte y saciaba en ella su voracidad». También el propio Dominguín, a pesar de su relación con él, dijo del escritor: «Es malo como novelista cuando describe escenarios que nunca conoció, Y como crítico de toros nunca llegó a ver torear a Manolete». Terminó diciendo, con esa «chulería» suya tan característica, que «fue un Nobel del Plan Marshall»,
En febrero de 1961, en Córdoba, los mismos organizadores de ‘La Voz de Granada’ convocaron un acto de apoyo al que asistieron periodistas, poetas, intelectuales y taurinos de todo el mundo. En estos trabajos colaboró Manuel González Cerezo, que llegó a hacer un programa sobre la vida de Manolete en ‘Radio Córdoba’. Luego, ya en Madrid, epicentro de las críticas, en la Casa de Córdoba se celebraron actos de desagravio en los que participaron de nuevo personalidades relevantes del mundo del toreo.
El concursante Domínguez Vidaurreta en el plató
Otro acto reparador de su figura se dio en el concurso Las diez de últimas de TVE. En 1969, el concursante José Antonio Sanz Domínguez Vidaurreta (1937-2018) eligió como tema «La vida de Manolete». Demostró que se había empapado del tema. Llegaría a conocer todo sobre la vida del torero cordobés con el máximo rigor. Tras ganar un millón de pesetas con sus conocimientos se recorrió media España solicitado para hablar en diversos actos sobre Manolete. En esta gira tuvo el detalle de visitar a doña Angustias, la madre del diestro, ya muy mayor.
Manolete, el tercero por la izquierda en la fila inferior. Colegio Salesianos. Foto de la Compañía San Luis Gonzaga (1926)
Su relación con el Colegio Salesiano
Es bien conocido que Manolete estudió en el Colegio Salesiano. Compañero del Colegio e íntimo suyo allí fue Antonio Fernández, luego empleado del Banco Santander y fallecido hará unos 18 años. Me comentaba un día que le visité en la residencia de Jesús Nazareno, donde ya mayor se internó junto con su esposa, lo siguiente:
“A los que hemos conocido y tratado a Manolete nos da mucha pena comprobar cómo una persona tan buena, tan honesta y noble como él, ha sido calumniada por intereses políticos. Divulgaron por los pueblos que practicaba la suerte de matar con los presos comunistas. Dicha monstruosidad solamente se le puede ocurrir a gente que vive inmersa en el odio y el resentimiento de forma permanente.
Todos aquellos amigos suyos del Campo de la Merced, que jugábamos con el «carro-toro» debajo del Viaducto del Pretorio, pudimos comprobar sobradamente su bondad. Era él quien se ofrecía casi siempre para llevar el «carro-toro» evitando de esa forma las discusiones, y que todos pudiésemos practicar aquella afición al toreo que tanto nos ilusionaba... Y luego fue él el único que llegaría a ser torero” .
Pedro Garfias, Antonio Jaén Morente, Manolete, Juan Rejano y Francisco Azorín Izquierdo, en México
Los políticos de la democracia
Pero pasados estos años, y salvo el breve paréntesis del homenaje que se le dio con motivo del 50 Aniversario de su muerte en tiempos del alcalde Rafael Merino, Manolete sigue sin ser reconocido en nuestra ciudad como debiera desde que nos dimos la democracia, sobre todo por parte de una izquierda política cada vez más imbuida de un furor antitaurino y que sigue arrastrando los deseos de desquite por la guerra civil. Políticos que conviven sin problemas con la corrupción, pero a los que parece incomodar la figura de un hombre reconocido en su momento por los republicanos exiliados a los que visitó durante sus giras triunfales en México (Indalecio Prieto, Jaén Morente…). Estos exiliados, diferencias ideológicas al margen, supieron ver su categoría personal como español y como caballero. Qué podemos esperar de nuestros políticos que viven aún bajo los esquemas mentales de la guerra civil, incapaces de lavar de una vez por todas, la imagen de este torero que fue todo un señor como persona, y un cordobés de una pieza que no hizo nada más que darle categoría a España y a la misma Córdoba.
Pero en estas actuaciones de la izquierda, en 2013 mi sorpresa salta cuando, por curiosidad, repaso la larga lista a quitar de 165 personajes supuestamente franquistas de las calles de Madrid (puede hacerlo usted mismo gracias a internet), y me salen tres concretamente que, la señora Carmena tacha de «irredentos franquistas» vinculados al Régimen y por tanto señalados para perder sus placas de las calles madrileñas. Se trata de Santiago Bernabéu, Salvador Dalí y Manuel Rodríguez ‘Manolete’. Como podrán comprobar ustedes se trata de tres peligrosos pistoleros y asesinos a las órdenes de los generales que se dedicaron a fusilar ‘rojos’ en las tapias de cementerios madrileños. ¡Dios bendito cuanto odio y cuánta estupidez!
Alguna parte de esta izquierda, a los que la Ley de la Memoria Histórica que impulsara Zapatero, da la impresión de que les produjo un efecto de cataratas interesadas en los ojos, que les impide ver sus propios casos de corrupción.
El palacete, antes de su compra por Manolete
En Córdoba el palacete del torero Manuel Rodríguez ‘Manolete’ de la avenida de Cervantes, un lugar sin duda para haber creado en ella una casa Museo del Torero, (con los dineros inútiles que se gastan en palacios de cristal y otras cosas). Hay que decir que durante 25 años esta casa estuvo sumida en el mayor estado de abandono, dejadez y olvido total, causando una desagradable sorpresa a bastantes turistas que nos visitaban y preguntaban por la casa del torero. Menos mal que de este palacete se hizo cargo una empresa de restauración que de alguna forma ha logrado, con las escasas pertenencias que del torero ha conseguido, que el recuerdo de Manolete permanezca en este lugar.