Lo que no son cuentas, son cuentosSamuel Díaz

¿Pastilla azul o pastilla roja?

Actualizada 05:05

Si le mientes al Gobierno, es un crimen. Si el Gobierno te miente a ti, es política".Bill MurrayActor

«Confiad en el señor, lo demás, es asunto mío». Esta frase fue dicha por el alcaide de la prisión de Shawshank Redemption, Sam Norton, en la famosa película Cadena Perpetua dirigida por el estadounidense Frank Darabont en el año 1994. Veintinueve años después, dicha frase sigue profundamente presente en la política española y sigue presente en los discursos políticos de ambos lados del espectro político. Es incomprensible como los diferentes partidos políticos que han gobernado, que gobiernan y que gobernarán nuestro país tienen la facilidad de arrogarse la potestad de decidir sobre cuestiones vitales mejor que todos los ciudadanos, apropiarse la idea de que tienen la «solución final» y, sobre todo, haciéndonos creer que los necesitamos para resolver problemas que probablemente sin ellos no existirían.
Llevamos décadas en nuestro país viendo naufragar en la orilla del fracaso cientos de propuestas políticas en materia educativa, fiscal, laboral, económica y jurídica, entre otras tantas. Y, ¿saben qué? Es totalmente razonable y no, no estoy loco. Afirmo que es totalmente razonable porque en una sociedad en la que no cumplir con un programa político no tiene ningún tipo de penalización o, por ejemplo, que el fallar estrepitosamente en el diagnóstico a la hora de estructurar una política económica (y que ello conduzca a elefantiásicos déficits públicos, disparadas tasas de paro o pésimos resultados educativos) no conlleve ninguna exigencia de responsabilidad, en ese caso, estarán de acuerdo conmigo en que es perfectamente lógico. Y más aún, teniendo en cuenta lo que afirmaba el escritor italiano Alberto Moravia cuando sostenía que «los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado.» Por lo tanto, si los propios ciudadanos no tienen ningún sentimiento de responsabilidad, ¿Cómo van a tenerlo los políticos?
Tras los comicios y posterior jornada electoral del 23J, nos esperan semanas e incluso meses, me atrevería a decir, en los que se nos quiera vender la pastilla azul o bien la pastilla roja. Ambas, como no podía ser de otra forma, son poseedoras de la cura contra el paro, los desequilibrios económicos, la deuda pública, el fracaso educativo, las pensiones y un largo etcétera de «enfermedades crónicas» que posee nuestra economía desde hace décadas. Lamento profundamente informarles de que no, que ninguna de esas pastillas posee la solución a los verdaderos problemas a los que se enfrentará nuestra economía y nuestra sociedad en los próximos años.
Lo que me parece demencial, al tiempo que paradójico, es que en el debate electoral que mantuvieron el presidente del gobierno Pedro Sánchez y el líder de la oposición Alberto Núñez Feijoo no mencionaran palabras como digitalización, tecnología o inteligencia artificial. No mencionaron concretamente cómo van a solucionar el gran problema de deuda que traviesa nuestro país. No abordaron cómo van a solucionar el desequilibrio tan profundo que hay y habrá con el quebrado sistema de pensiones actual. No debatieron absolutamente nada con relación a los problemas estructurales a los que les urge una solución real. Lo que si mencionaron fueron los aspectos negativos de consumir y elegir la pastilla contraria. Lo que si vomitaron uno encima del otro fueron discursos que hicieran posible que en las elecciones el mayor número de ciudadanos pudiera elegir su pastilla y no la otra. Que cualquier ciudadano pudiera elegir la pastilla roja y no la azul y viceversa.
¿Qué pastilla elegir, la azul o la roja? Ojalá ese fuese el problema. El problema es seguir pensando que el dar más poder a los que nos recetan dichas pastillas va a solventar los males de nuestro país. El problema es creer que los políticos de ambos lados del espectro ideológico confeccionan sus programas en favor del sobrevalorado «bien común» e «interés general». Y no hay más verdad que la confección de dichos programas está basada única y exclusivamente en la maximización de la venta de pastillas.
Pastillas rojas o azules.
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