El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

Un inmóvil héroe de acción

El Gobierno ha apostado por la muerte, mientras Jordi Sabaté Pons hace bromas sobre su calvicie

Actualizada 05:00

Se limpió el culo por última vez en marzo de 2017. Condujo por última vez en noviembre de 2017. Caminó por última vez el 21 de diciembre de 2017. Comió y bebió por sus propios medios por última vez en septiembre de 2019. Pudo hablar por última vez en diciembre de 2019. Respiró sin necesidad de respirador por última vez en septiembre de 2021. Así detalla Jordi Sabaté Pons la evolución de la ELA en un tuit del pasado mayo que concluye con un AMO VIVIR, todo en mayúscula, lo que describe su particular elección: llevar la vida hasta sus últimas consecuencias aceptando todo lo que conlleva. Es una opción extravagante en sentido etimológico, puesto que supone transitar absolutamente fuera de los límites de la normalidad. Cualquiera hubiera tirado la toalla antes. Resulta verdaderamente curioso y paradójico: el mayor héroe de acción de España no puede mover un solo músculo.

Sabaté Pons es la cara más mediática de la esclerosis lateral amiotrófica. El particular camino que ha escogido, un modo sacrificadísimo de dar ejemplo, es sólo posible por su valentía, creencias católicas y una familia pudiente que puede gastar miles y miles de euros en mantenerlo con vida gracias a multitud de aparatos y el concurso de varias personas contratadas. Esto último lo recalca el propio Jordi constantemente tanto para celebrar su suerte y agradecérselo a sus allegados como para señalar algo atroz: la mayoría de las personas que padecen ELA tienen que optar por la eutanasia al no tener los recursos necesarios para continuar más tiempo con vida.

Ante esto surgió hace un tiempo el proyecto de ley ELA, cuya tramitación está bloqueada en el Congreso de los Diputados y que recientemente ha rechazado el ejecutivo por motivos económicos pese a que el propio presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se comprometió a sacarla adelante. Parece ser que ha cambiado una vez más de opinión. Con este nuevo obstáculo se vuelve a condenar a una rápida degeneración sin esperanza a los alrededor de 4.500 enfermos que hay en España (unos 70 en Córdoba). Casi ninguno puede contar con un desembolso de miles y miles de euros al mes como bien describe Sabaté Pons en su cuenta de X, antes Twitter.

En este asunto la izquierda española se está mostrando especialmente siniestra, valga la redundancia, y a su vez extraordinariamente transparente en su modo de discurrir y obrar. En realidad, los motivos para el rechazo son exclusivamente ideológicos.

El enfermo de ELA sufre un acelerado deterioro, por lo que necesariamente esta ley se conduce hacia el mantenimiento con vida en la mejor de las condiciones. Teniendo en cuenta las características propias de la enfermedad, es una ley en favor de la vida incluso en circunstancias durísimas y penosas: es una afirmación de la vida y en la vida.

El gobierno de izquierdas sin embargo está promocionando la eutanasia, por lo que se topa con una ley, en rigor, anti-eutanásica. Por tanto, prefiere que el enfermo solicite la eutanasia ante la imposibilidad de atención que favorecer una atención que implica alargar la vida.

Esa vida es una vida, como hemos visto con el tuit de Sabaté Pons, que va desconectándose miembro a miembro, función a función, pero es la vida del enfermo y la que quiere apurar, seguramente por muchas buenas razones.

Ante eso la izquierda prefiere la muerte temprana del enfermo, así su apuesta por la eutanasia no sufre con modelos de entereza, fuerza y determinación. Tampoco se ve contradicha con esa clara apuesta por la vida.

De esta forma la ideología de la muerte se impone a los argumentos racionales de los enfermos y sus familiares en un país que puede costearse perfectamente esa ley, además basada en gran medida en la filosofía cristiana, lo que la convierte en maldita a ojos del necrófilo izquierdista.

Costear los cuidados del enfermo con atención domiciliaria diaria las 24 horas puede ascender a unos 60.000 euros al año. Esa es la cantidad que diferencia la afirmación por vivir de la necesidad de morir por carecer del dinero necesario.

El Gobierno ha apostado por la muerte, mientras Jordi Sabaté Pons hace bromas sobre su calvicie gracias a un sistema de infrarrojos que le permite escribir mediante la lectura del movimiento de sus ojos.

Porque el mayor héroe de acción de España es además calvo.

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