El perol sideralAlfredo Martín-Górriz

La cabalgata cordobesa en busca de la excelencia

Sería quizá conveniente ir pensando en tener un rey Baltasar racializado, esto es, que no necesite betún, para no levantar las suspicacias de las asociaciones de derechos humanos

Actualizada 05:00

De la misma forma que diversas ciudades de España compiten en poner las luces de Navidad lo antes posible o por instalar espectáculos de luz y sonido complejos, en Córdoba existe una tendencia cada vez más acusada en colocar los Reyes Magos en diversos medios de transporte y superar por ahí a otros municipios en esta lucha en la que, como en Los Inmortales, sólo puede quedar uno.

Todos recordamos la cabalgata del año de pandemia en la que Melchor, Gaspar y Baltasar fueron, al parecer, en globo aerostático. Y decimos al parecer porque el viento los llevó tan rápido a su destino que sus majestades apenas tuvieron que darle al quemador. De los pajes nada se supo, y a estas horas, tiempo después, bien podrían estar aún en el aire por la zona ecuatorial a causa de los vientos alisios. Sus familias, desde luego, no los han reclamado. La emisora encargada de la retransmisión, la Televisión Municipal, perdió el sonido, por lo que ese cine mudo creó una atmósfera entre vintage y steampunk muy lograda, sobre todo para las empresas que se llevaron el dinero de la performance sin contraprestación por la chapuza. En aquella jornada muchos padres se apresuraron a confesar que los reyes eran ellos, antes que dejar que los niños siguieran creyendo en esos tres apresurados voladores. Y los pequeños respiraron aliviados.

Para esta cabalgata se ha optado por algo más modesto, un coche de caballos que llevará a los Reyes en su tramo final hasta el Alpargate. Hay que recordar que la zona, a causa del reciente temporal que derribó al San Rafael de la plaza, posiblemente no esté protegida para entonces, por lo que podría haber una maldición. Por si acaso mejor verla en otro sitio salvo que se restaure antes el triunfo. A partir de aquí sería interesante explorar otras posibilidades en años venideros.

1) Los Reyes Magos en patinete eléctrico.- Sus majestades dejan una mínima huella de carbono, dejando patente su compromiso con el medio ambiente y su resiliencia en general.

2) Los Reyes Magos en vagoneta de tracción mecánica.- Es decir, la vagoneta de la palanca que va por las vías en los dibujos de la Warner. Sus majestades vienen por las vías del AVE sin contaminación ni ruidos.

3) Los Reyes Magos en overcraft.- Sus majestades irrumpen en este vehículo híbrido en los Sotos de la Albolafia. Las aves allí residentes surcan los aires con su vuelo, llenando el cielo de colores y plumas.

4) Los Reyes Magos en bobsleigh.- Sus majestades esprintan desde Los Villares y se lanzan cuesta abajo en un bobsleigh para tres. Los pajes les esperan en sus respectivos vehículos en el 14 por ciento.

5) Los Reyes Magos en autogiro.- Sus majestades llegan al siempre reivindicable aeropuerto de Córdoba homenajeando al español Juan de la Cierva en instantes de zozobra para la patria.

Junto a ello sería quizá conveniente ir pensando en tener un rey Baltasar racializado, esto es, que no necesite betún, para no levantar las suspicacias de las asociaciones de derechos humanos. Y además debería ser residente, en sentido de siempre el mismo, para no crear celos entre entidades o que se cuele un día un musulmán y en la carroza tenga que ir los GEO disfrazados de paje para controlarlo por si lanza caramelos-bomba o le da por inmolarse en Ronda de los Tejares. El Ayuntamiento podría ponerse en contacto con la Federación Cordobesa de Caza para que capturen un aborigen australiano, que voluntariamente no va a querer venirse, puesto que más racializado imposible, prácticamente neanderthalensis, y mucho mejor si es mujer, añadiendo a la ecuación feminismo y estatura reducida paraolímpica. Para no causarle desazón a la reina por su cautiverio en Córdoba se le puede dar la presidencia de Epremasa.

Córdoba tiene mucho camino por recorrer, y más sus Reyes Magos. Por las particularidades del trazado callejero, el espectáculo de sonido no acaba de cuajar, tampoco por sus decibelios incompatibles con la vida, capaces de provocar el prolapso del recto de un ciudadano cuando suena atronador Miliki en mitad de Cruz Conde. Nuestras esperanzas competitivas están puestas en sus majestades, y en esa pequeña aborigen que ahora vive inocente en el desierto sin saber que pronto estará de perol con todos nosotros, sus vecinos. No ha llegado todavía y ya queremos a Rafi.

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