De la inventada al hundimiento
Por mucho que la orquesta del sanchismo pretenda evitar su hundimiento, lo que le espera es lo mismo que al Titanic: contemplar como los más avispados van saltando de la nave mientras las notas musicales pretenden hacer más digestivo el desastre. Si aún queda algún socialista que, sin estar pringado, confíe en que Sánchez evitará el hundimiento es que desconoce lo básico del juego democrático: la pudredumbre es de tal calibre, en términos estrictamente políticos (al margen de responsabilidades penales cuya concreción corresponde a los jueces) que la disyuntiva no es otra que elegir entre Sánchez o el PSOE. Y cuanto más dude la militancia socialista, mayor catástrofe supondrá el hundimiento.
Debe ir aumentando el número de quienes repudian a Sánchez y a lo que representa, a la vista del fracaso de esa operación «yo con Sánchez» que pedía a las agrupaciones el flete de autobuses para respaldarlo en Ferraz el próximo sábado, con motivo del comité federal que analizará la situación actual. Una movilización, que copiaba los tintes más específicamente franquistas, ha sido un fracaso de tal envergadura que ha sido retirada por sus propios autores. Porque, incluso al más lerdo cafetero, le cuesta entender que Sánchez no sabia nada de lo que hacían sus sucesivas manos derechas. Boye, el abogado de Puigdemont y hoy de Santos Cerdan, ha dicho, acertadamente, que el Peugeot no es lo suficientemente grande para que el cuarto viajero no se enterara de lo que hacían los otros tres.
Un político serio, en un sistema democrático, actúa como lo hizo el primer ministro Costa en Portugal: dimitir ante la mera sospecha de corrupción de uno de sus colaboradores. O el alemán Olaf Scholz, que convocó elecciones al no aprobar un presupuesto anual. Nuestro hombre, por contra, que lleva dos años sin presupuestos, que tiene investigados a su mujer, a su hermano, a su fiscal general, a sus tres compañeros del abordaje al partido socialista, que ha indultado a golpistas en beneficio propio, que está desguazando la división de poderes, y que ha propiciado una inmoral amnistía al dictado de delincuentes, se aferra a la tabla de salvación de un poder carente de principios. Hay todavía, en sus filas, quien dice que Sánchez «tiene que cambiarlo todo; quedar el solo y eliminar cualquier rastro», denotando una ceguera o complicidad sin límites, como si los españoles fueran tan necios de no darse cuenta de que el problema es el mismo Sánchez.
Lo que Sánchez calificó como una inventada al conocerse las denuncias que realizó Aldama sobre la corrupción de su Gobierno, está resultando ser una verdad sobre la que no cabe fantasear como está haciendo el propio afectado y su equipo sincronizado de aduladores y paniaguados. Ni fango ni bulos inventados por la fachosfera: las cloacas, los votos falsos en las primarias socialistas, la compra de voluntades sin freno es marca exclusiva, hoy por hoy, del sanchismo. Que el arquitecto de los «gobiernos progresistas» esté en prisión preventiva no es sino la consecuencia de la inmoralidad con la que se ha construido el edificio de poder sanchista.
Y el sanchismo es todo eso y mucho más, tal como iremos conociendo a medida que los encausados se percaten del frío que hace en la cárcel, mientras quienes les auparon y dieron poderes encima se permiten ignorarlos y culparlos en exclusiva. Desde los primeros kilómetros en el Peugeot, Cerdan y compañía sabían que no estaban solos y que Pedro Sánchez montó el partido a su imagen y semejanza, colocándolos a ellos como piezas claves del mismo. Por ello es ridicula esa forma de negar evidencias, tal como la simpar Marisu Montero ha pasado de poner la mano en el fuego en varios casos, a decir que esos imputados no son del partido. Quizá le conviniera a la responsable del dinero público agitar menos la cabeza cuando habla, porque las ideas se volatilizan con tanto movimiento y se cae en el ridiculo.
Aunque lo que más daño está haciendo al PSOE son los negocios de Begoña, los enchufes del hermanisimo, las mordidas de Cerdan, el putiferio de Abalos, los secretos revelados por el fiscal general, y las maniobras de Bolaños para hacerse con el último poder independiente, el mayor daño al sistema democrático está en su entrega al separatismo contra los intereses generales hasta manipular el tribunal de garantías constitucionales impuesto por Sánchez para garantizarse el poder. Y es ahí donde se ha constatado la verdadera vocación totalitaria de Sánchez: si se compra el poder imponiendo una ley redactada por los delincuentes beneficiarios de la misma, se está dispuesto a todo para no perderlo. Eso es una barrabasada tan dañina y disparatada que explica la reacción de muchos socialistas que aún conservan la dignidad, empezando por Felipe González, y vienen avisando de que, con Sánchez al mando, el hundimiento del PSOE será irremediable.
Cuanto más tarden en desprenderse del cadaver, mayor será el festín que los carroñeros se den a costa del interés general de todos los españoles. Porque nadie debe engañarse: por muchas apariencias de falsa indignación, cuanto más débil esté Sánchez más concesiones le arrancarán sus socios egoístas y sectarios. Mientras el barco se hunde, el orfeón papagayo sanchista seguirá diciendo que todo es una inventada y seguirá tocando para distraer al personal, tal como hizo la orquesta del Titanic, hasta su total hundimiento.