La conexión PNV
En Navarra, Antxon siempre presumió de sus contactos con el PNV y con Bildu, consiguiendo licitaciones con atajos ilegales. Ahora la Guardia Civil también va a mirar hacia los socialistas vascos, cuyo líder regional podría estar tocado
Una fuente solvente me comentó hace un par de meses que la negociación donde había sido fundamental Santos Cerdán no era solo en la del PSOE con Bildu, para que se abstuviera en la elección de María Chivite como presidenta navarra a cambio de regalar a los proetarras la alcaldía de Pamplona —que también—, sino en la de la moción de censura a Mariano Rajoy en 2018. Entonces, esa persona muy bien informada me habló de un tal Antxon, propietario de la empresa Servinabar 2000, como nexo entre nacionalistas vascos de izquierda y derecha y Ferraz; ahora sabemos que era el nexo corruptor. Recuerdo que cuando lo comentaba con otros actores políticos siempre se me decía que Cerdán nada tenía que ver con el PNV y con aquella traición al Gobierno del PP, al que Ortúzar había aprobado los presupuestos una semana antes y en mayo de 2018 dejaba en la estacada para votar en su aventura a Pedro Sánchez.
Me alegra confirmar que mi fuente tenía razón. El secretario de Organización del PSOE, en efecto, se había valido del empresario hoy investigado Antxon Alonso Egurrola para, primero, acceder a Otegi: ambos tenían un amigo común y, además, Arnaldo y Antxon son del mismo pueblo, Elgoibar. El propio condenado por pertenencia a ETA lo ha confirmado: «Cuando yo salgo de la cárcel, en 2016, un amigo muy amigo mío, y amigo de Antxon, me propone reunirme con un miembro del PSN que tiene una oferta que hacerme». Y en efecto: Santos era dirigente del Partido Socialista en Navarra y por intermediación de Alonso, Otegi y Cerdán se reunieron en secreto. Corría el año 2017. El hoy célebre preso de Soto del Real quería blanquear a Otegi, como condición indispensable para que su jefe Pedro Sánchez accediera a la Moncloa. Ya entonces susurraba en el oído de Ábalos que había que alejarse de Ciudadanos y optar por el partido de la muerte, que sería siempre una garantía para que Pedro llegara y se mantuviera unos añitos en el poder. Esa labor de intermediación fue desvelada por el propio Cerdán ante el Supremo el pasado lunes. Era, dijo, el «arquitecto» de los Gobiernos de Sánchez.
Pero Antxon —y esta es la novedad— usó asimismo sus buenos oficios para poner en contacto al PSOE con el PNV que apoyaba hasta ese verano de 2018 a Rajoy. Los nacionalistas vascos están ahora muy nerviosos porque el foco de las mordidas de Koldo y sus jefes en Ferraz empieza a dirigirse hacia ellos. Está Aitor, el del tractor, que echa las muelas porque con amigos como Antxon, imputado por cobrar mordidas de obra pública, nada puede salir mal. Tan interpelados se hallan que el pasado 21 de junio el lendakari Pradales decidió realizar un «análisis exhaustivo» de las contrataciones públicas de su Gobierno ante la putrefacción que desprendía la calle Ferraz. Saben que hay algo hediondo y quieren poner un cortafuego. Tarde ya.
El propietario de Servinabar había conseguido adjudicaciones muy importantes en Navarra, pero la UCO no descarta que la tinta del calamar se extendiera también al País Vasco. En una de las conversaciones grabadas por Koldo, Santos le dice al portero de burdeles: «Me viene ruido de Aragón y de Euskadi, me viene ruido de Andalucía». En Navarra, Antxon siempre presumió de sus contactos con el PNV y con Bildu, consiguiendo licitaciones con atajos ilegales. Ahora la Guardia Civil también va a mirar hacia los socialistas vascos, cuyo líder regional podría estar tocado.
Es decir, mientras los socialistas vascos luchaban contra ETA, sus jefes claudicaban, por un lado, ante los herederos políticos de esa banda asesina y, por si fuera eso poco, también se forraban irregularmente. No es de extrañar que Nicolás Redondo Terreros y tantos buenos socialistas vascos estén asqueados de lo que el sanchismo ha hecho con un partido que un día fue leal a España.