firma invitadaJose María Castilla Martínez

La banda de ladrones

Un tipo sin escrúpulos ha vendido la dignidad de toda una nación legendaria

Actualizada 05:00

Los criterios constitutivos de una banda de ladrones son esencial y puramente pragmáticos y, por lo tanto, necesariamente parciales: son criterios de grupo. Una comunidad que no sea una comunidad de ladrones –es decir, un grupo que rige su conducta conforme a sus fines- solo existe si interviene la justicia, que no se mide en virtud del interés de un grupo, sino en virtud de un criterio universal. A eso lo llamamos «justicia» y es ella la que constituye un estado. Incluye al Creador y a la creación como puntos de referencia. Eso significa que un estado que pretenda ser agnóstico, que edifique el derecho exclusivamente sobre las opiniones de la mayoría, se desintegra y queda reducido a una banda de ladrones.
Como todos ustedes se imaginan esta lúcida reflexión no es mía, corresponde a uno de los más sólidos intelectuales y teólogos que la Iglesia Católica ha dado en mucho tiempo; naturalmente me refiero al Cardenal Ratzinger y lo hace sobre la frase de San Agustín de Hipona: un estado sin justicia sería una banda de ladrones.
Tiempos convulsos y corrosivos transitan por toda la geografía de nuestra vieja España, especialmente en la égida Sanchista, de la que sin duda podemos concluir que la mejor palabra que reúne toda la indecencia y maldad de este vitriólico personaje es el sectarismo con el que actúa, y ello es así porque crisola en la misma moneda el fanatismo y la intransigencia en la defensa de una idea o una ideología.
Los bochornosos acontecimientos que estamos viendo durante estas últimas semanas por streaming en todos los medios de comunicación sobre los presuntos delitos de malversación de fondos públicos del gobierno actual conllevaría el cese inmediato de todos los intervinientes, de momento cuatro ministros y dos CCAA, y a continuación la dimisión inmediata del Sr. Sánchez Pérez-Castejón. El detalle de las actuaciones que de manera precisa y fundamentada aparece en el sumario judicial que instruye los execrables trapicheos del Gobierno Sanchista no tiene homologación posible en ningún país democrático.
Desgraciadamente los daños al erario público serán difíciles de recuperar, pero lo que es irreversible es el daño hecho a toda la sociedad española que ve con absoluta impotencia como un tipo sin escrúpulos ha vendido la dignidad de toda una nación legendaria, con una trayectoria envidiable durante tantos siglos, y todo ello por 7 malditos votos. Esto es corrupción a lo grande, lo demás se queda para los vulgares tahúres de Moncloa, sin olvidar lo del asunto de Air Europa, escandalo que con bastante probabilidad dejará ver la escandalosa intervención presuntamente delictiva del matrimonio de los Sánchez, o cuando menos reprobable política y moralmente.
Es reveladora la imagen que ha trasmitido en su reciente comparecencia ante el Senado, en el Congreso y las declaraciones ante la prensa acólita, que vocea sus permanentes mentiras y los tramposos argumentos, falsos de solemnidad, para contrarrestar el escandaloso embrollo en el que se les ha pillado con la brocha. Se ve a una persona desencajada, mal encarada y aferrada a extinguir la terrible hoguera que ha provocado con los leños de la corrupción y la mentira a golpe de buchitos de agua en su propio interés, impregnado de una actuación sobrada de soberbia.
La verdad es que nuestro presidente no es que no tenga dignidad ni vergüenza, es que no tiene Alma. Una nación dirigida por sujetos sin principios morales y políticos está condena a perderse en los infiernos de la eternidad.
Por ello, visto lo visto, y si Sánchez el Eróstrato consigue colocar a sus pumpidos en el Consejo General del Poder Judicial, tengo claro que la premonición del santo de Hipona se trasformará en una maldición bíblica que inevitablemente nos llevará a un estado sin justicia, lo que a la postre es tanto como estar dirigidos por una banda de ladrones (véase por delincuentes).
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