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11 de mayo de 2024

editorial

Degradar la democracia

Ayer vivimos un ataque frontal del partido del Gobierno a los partidos de la oposición, PP y Vox, a los que quiere caricaturizar como partidos extremistas cuando en realidad son formaciones democráticas ejemplares, máxime si se les compara con socios del Gobierno como Junts, Bildu o el PCE

Actualizada 08:40

Cuando se convoca manifestaciones desde el poder, la capacidad para recopilar asistentes suele ser muy elevada. Las instituciones tienen recursos para hacerlo y suelen tener a sueldo muchas personas cuyo sostenimiento depende de que ese Gobierno continúe en el poder. La Delegación del Gobierno en Madrid cifró los asistentes en 12.500. La realidad era, ateniéndonos a las cifras que daba esa misma Delegación cuando cifraba los asistentes contra Sánchez que convocaba Vox, de entre 3.000 y 4.000 personas. Incluso los tiros de cámara de TVE tenían serias dificultades para similar una gran multitud y hablaban de miles de personas, pero no de decenas de miles. Vamos, que todo el aparato del poder sanchista no logró concentrar allí ni a los que pueden perder el sueldo si Sánchez abandonara el poder el lunes –cosa improbable en extremo– o cuando finalmente pierda las elecciones.
Dicho esto, que es una mera constatación de hechos, lo que vimos el sábado por la mañana fue un acto chavista, que cada vez más es la forma de actuar de este Gobierno que tiene en José Luis Rodríguez Zapatero a su líder espiritual. Que el Altísimo les perdone.
El PSOE está cada vez más apartado de las formas democráticas. Sin aportar la más mínima prueba de sus descalificaciones, la totalidad de los miembros de la ejecutiva del PSOE que intervinieron, incluyendo a Emiliano García Paje, compraron el discurso de su secretario general, ignoraron el aluvión de pruebas que diferentes medios de comunicación, entre los que se cuenta El Debate, llevan semanas presentando contra la familia del presidente del Gobierno y salieron en tromba a defenderles sin un solo argumento.
Como en las mejores dictaduras de la historia y de la literatura, lo que ayer vimos fue un ataque de todos los miembros del actual PSOE –y de Carmen Romero, ex mujer de Felipe González a la que repentinamente han recuperado del ostracismo político– ejecutado en una concentración a la que salían los miembros del partido para que alguien les aplaudiera. Como para no hacerlo si les has pagado el autobús. Y, quién sabe si, el bocadillo.
Ayer vivimos un ataque frontal del partido del Gobierno a los partidos de la oposición, PP y Vox, a los que quiere caricaturizar como partidos extremistas cuando en realidad son formaciones democráticas ejemplares, máxime si se les compara con socios del Gobierno como Junts, Bildu o el Partido Comunista de España. Nunca olvidemos la presencia en el entorno gubernamental de este último porque muy pronto podemos encontrárnoslo de nuevo con poder ejecutivo.
Y más allá del ataque a la oposición, que en ciertos contextos podría justificarse en una democracia, los ataques de esta mañana han sido también contra la judicatura a la que quiere este PSOE someter como ya lo ha hecho con la Fiscalía y con el Tribunal Constitucional, entre otros órganos clave de un estado democrático. Y finalmente, la agresión a la Prensa libre. Desde El Debate exigimos que la Federación de Asociaciones de Periodistas de España salga de inmediato a responder al acoso del partido del Gobierno a los medios que les resultan incómodos. La libertad de Prensa en España cada día es menor. Porque esa libertad cuestiona cada vez más el entorno del líder. Lo normal en una verdadera democracia.
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