Es la industria, estúpido
Se barrunta en el horizonte un importante movimiento y, a la vez que la ciudad crece por barrios en Poniente, comienza a ver llegar industrias y alternativas más que rentables por Levante
Hubo un tiempo en el que para hablar de Córdoba había que ser expertos en hormigón, grúas de obras y planes urbanísticos. Fue una época en la que la presencia de cuatro empresas de enorme tamaño se imponía sobre todo y salirse de su dinámica era poco menos que imposible. Fueron años locos de proyectos engarzados, expansión sin límites y mucho, pero mucho dinero. Yo sé que son ustedes muy jóvenes y no lo recuerdan, pero luego vino una crisis. De aquellos ladrillos no quedó ni el polvo y nos sumimos en una etapa un tanto oscura y apesadumbrada, en la que el turismo (del que ya hablaremos otro día) y la agricultura (que tampoco se quedará atrás) fueron las responsables de llevar el maná a los hogares cordobeses.
Ahora las cosas comienzan a cambiar, se barrunta en el horizonte un importante movimiento y, a la vez que la ciudad crece por barrios en Poniente, comienza a ver llegar industrias y alternativas más que rentables por Levante. No es que tengamos que volver a descubrir los parabienes que traerá a la ciudad la Base Logística del Ejército de Tierra (BLET, si es usted amante de la economía del lenguaje) con sus más de 1.700 profesionales y todo lo que conllevará eso. Pero sí que hay que aplaudir la llegada de una floreciente industria vinculada a la Defensa que, por mucho que nos sacuda la conciencia, va camino de convertirse en un nicho económico clave en el futuro europeo. Escribano, Santa Bárbara o Indra no sólo son buenas porque vayan a crear empleo para la provincia, sino que lo son porque ese empleo está vinculado a una industria que paga bien, que atrae innovación y desarrollo, que capta talento y que, por tanto, eleva el nivel formativo y profesional de la ciudad. Eso conlleva un aliciente para tener mejores viviendas, una oferta educativa de mayor calidad, más poder adquisitivo en la calle y, por tanto, un círculo virtuoso en el que cuanto más crezca el polo vinculado a la base mejor le irá a la cartera de los cordobeses.
En una ciudad en la que tanto nos gusta flagelarnos por las miserias del turismo (que ni son tantas ni tan graves), el auge industrial es una fantástica noticia. Porque si en Levante tenemos militares, en otras zonas vemos crecer a Cunext, a Hitachi o a Magtel. Y si cogemos el coche hay proyectos en La Carlota, Puente Genil o Lucena que apuntan a mucho empleo, más tecnología y nichos de mercado hasta ahora ignorados por estas tierras. Engancharse a un tren como éste es aprovechar la inercia que ha tomado Andalucía en los últimos tiempos y sacarle también partido a la cercanía de una Málaga que ha hecho de la tecnología factor clave en su desarrollo.
Los datos avalan el optimismo y el propio Indicador Económico de la Provincia que realiza Concepto para esta santa casa señala que el 44,4% de los empresarios cordobeses consideran que la industria es hoy en día el mejor lugar en el que invertir sus fondos. Sólo la logística supera esta percepción, pero si lo pensamos fríamente llegaremos a la conclusión de que destinar capital a ésta es atraer proyectos vinculados a aquélla. Parafraseando a Bill Clinton en su campaña a la presidencia de los EEUU allá por 1992 debemos dar la bienvenida a una oportunidad histórica. Sí él le ganó a Bush con su «es la economía, estúpido», nosotros debemos ganar un futuro mejor a lomos de un «es la industria, estúpido». Que tampoco está mal querer vivir mejor. Digo yo, vamos.