Viernes de Dolores en Capuchinos

Viernes de Dolores en CapuchinosJesús D. Caparrós

El Viernes de Dolores que irradia de Capuchinos

Un ambiente festivo preludia la llegada de la Semana Santa

Cuando la Semana Santa asoma por el horizonte, Córdoba abre sus puertas de forma muy especial con la jornada del Viernes de Dolores, en una tradición que se pierde en la nebulosa de los tiempos. La iglesia de San Jacinto, el actual santuario de Nuestra Señora de los Dolores es desde bien temprano el epicentro del día, cuando abre sus puertas a fieles y devotos antes, incluso, de que amanezca.
El ambiente que se puede vivir cada Viernes de Dolores es fiel reflejo de esta tradición en la que de generación en generación mantienen la visita a la Virgen de los Dolores. Muchos que hoy llevan a un niño de la mano recuerdan haber acudido de la mano de un adulto y guardado cola ante la iglesia de San Jacinto. Este hecho ha cimentado una jornada a la que los cordobeses más jóvenes se suman en recuerdo de sus mayores.
La potencia de la Dolorosa servita que se venera en el santuario que lleva su nombre es tal que el Viernes de Dolores en Córdoba tiene unas connotaciones especiales que lo diferencian de otras localidades, ya que en la plaza de Capuchinos tiene desde antiguo su epicentro perfectamente definido.

Un día laborable

La fiesta de regla presidida de forma invariable por el obispo, la presencia de autoridades, así como el trabajo de medios de comunicación, como COPE o PTV, acentúan esta primacía que se mantiene de forma invariable a lo largo del día y donde el escenario ante el Cristo de los Faroles anuncia la celebración mañana sábado de la Exaltación a la Saeta que anualmente organiza la Agrupación de Cofradías.
Un hecho que suele llamar la atención del cofrade de fuera que conoce por primera vez el Viernes de Dolores cordobés es el hecho de que aglutine por la mañana tanta gente en Capuchinos cuando se trata de un día laborable. Además, los políticos tienen sus agendas preparadas para que cada año quede libre el hueco para acudir a la misa de la hermandad de los Dolores.
El siglo XX aportó a esta jornada la incorporación de los hermandades, como son la Paz y la Sangre, que se suman a la misma con el besamanos de la Virgen de la Paz o la veneración al Señor de la Sangre, listo sobre sus parihuelas para el Vía Crucis que realizará a la caída de la tarde por las calles de la feligresía de San Miguel.
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