Aljibes en Madrid

Aljibes en Madrid

Historias de Madrid

Faltan aljibes en España, la herencia que nos dejaron los moriscos

Su expulsión fue una desgracia, como las demás lo fueron. Ahora bien, este tipo de sucesos tiene una triple dimensión: académica, cultural y política

Para que el agua no se pierda por campos, barrancos y calles, y no sólo para beber, también el agua guardada en aljibes puede ser un medio de defensa en incendios que tanto abundan. Se ha visto en reciente imagen en casa de campo en Grecia. Aljibe es el depósito subterráneo donde se recoge el agua de lluvia.

Y tiene equivalentes como pozo para extraer agua o cisterna; y hasta se aplica también a veces a las aguas de un manantial o una corriente. También es barco o buque-cisterna de agua dulce.

Y hasta «tanque», que denota transporte, movimiento o cambio de lugar de tan preciado líquido. Pero aquí nos referimos a la primera acepción que es la que va ligada a una buena práctica que hoy, por la sequía y los incendios se añora.

En aljibes maestros eran los moriscos. No existía casa en pueblos y campos donde el aljibe faltara. Y así era en España. Si bien la palma se la llevaba Levante, Murcia y Granada. Y en muchas casa de Campo, como en la Casa Mosén de mis abuelos había dos y una era gigante.

Imagen de uno de los aljibes que hay en nuestro país

Imagen de uno de los aljibes que hay en nuestro país

Todo en previsión de que, por la sequía, el agua faltara o se agotara el agua el más pequeño. El segundo tenía siempre un objetivo principal; los animales de labranza, de compañía y dóciles también como eran las hermanas cabras y ovejas queridas.

Pero dejemos estos para el final, que siempre primará la añoranza de un pueblo hermano, los moriscos que tuvieron que abandonar España. Pérdida irreparable, como fue la expulsión de los judíos. Así fue, pero ambos a la fuerza.

Pero, algunos, como el escritor José Manuel Fajardo, el autor de la novela El Converso, considera a los moriscos como «el mayor exilio español». Si bien, o mal mejor, otros exilios, además de los citados han existido y existen en España, como el exilio por hambre, guerras y paro, como ahora es el de nuestra juventud jamás tan preparada en la historia de España.

Así es, por culpa de nuestros políticos de serrín, muchos jóvenes licenciados, o doctores, tienen que marchar al extranjero. Y los universitarios que se quedan, algunos encuentran trabajo en tareas para las que no estudiaron o se prepararon.

Menos mal que está el turismo, y camareros es una ocupación asequible. Y, sobre todo, para los que dominan idiomas. Una vergüenza que recae en los que nos gobiernan.

Aljibe en Maddrid

Aljibe en Maddrid

Los moriscos, maestros de los Aljibes

Pero, vamos a centrarnos en los moriscos y en los aljibes, que el mayor del mundo, ignorado y oculto, se halla en la capital de España. Los moriscos son los antiguos mudéjares, musulmanes que, conservando su estatus particular vivían bajo el dominio de los cristianos.

Su expulsión fue una desgracia, como las demás lo fueron. Ahora bien, este tipo de sucesos tiene una triple dimensión: académica, cultural y política. Las tres quisiéramos abarcar; pero en las dos primeras nos tenemos que centrar dentro del espacio permitido en la prensa.

La expulsión de los moriscos, en dramática sesión del Consejo de Estado, se firmó el 9 de abril de 1609, y permitía realizar la expulsión y el traslado de los mismos al Norte de África, que hoy pueblan el Magreb los descendientes de esos compatriotas nuestros.

Con ello se autorizaba a Felipe III y a su valido el Duque de Lerma y Marqués de Denia a realizar la drástica operación de expulsarles de España.

La misma se realizó a partir del 25 de septiembre y comenzó por Valencia. El pueblo y las clases medias la aplaudieron, así como los intelectuales, entre ellos Cervantes. La aristocracia y la Compañía de Jesús se opusieron.

Y en Valencia se erigió en jefe de la potestad señorial, el Conde de Castellá, que firmó un dramático memorial pidiendo ayuda al Arzobispo Juan de Ribera que, entre otras cosas, decía:

«La expulsión de los Moriscos es la universal ruina y desolación de este reino, fundando y haciendo resolución de la vivienda y sustento de todos los estados en el servicio y utilidad de los dichos moriscos, lo cual, cuando cesan las rentas de los señores y caballeros, las de los ciudadanos, eclesiásticos y religiosos, los tratos de los mercaderos y arrendadores, las limosnas de toldos los pobres, hospitales e iglesias, el resto de los oficios mecánicos, y por el consiguiente todo el reino perece…».

Y, algo más era evidente, el cuidado del campo, la canalización del agua para un buen uso. Los moriscos era artistas enamorados en esos menesteres. Y, sobre todo, como guardarla en casos de lluvias, tormentas o nieve.

Parte superior de un aljibe

Parte superior de un aljibe

Club de Campo Villa de Madrid

A eso ha previsto el Club de Campo Villa de Madrid con un aljibe gigante, que la idea se comentó en Asociación de La Chamba Golf, entre un prestigioso Doctor Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, Pompeyo Matesanz y un servidor.

Si bien el nombre de «tanque» puesto no sea el más correcto dado que no se persigue el transporte del agua, sino su quietud, el guardarla para usarla en años de escasez. Como así sucedió en un año donde la sequia afectó al estado de algunos hoyos en el golf.

Así surgió la inquietud, la idea que comentamos en La Chamba soñando, entonces, en un aljibe, que presa era difícil su ubicación. Las autoridades se encargaron en cristalizar la inquietud. Las dimensiones del Aljibe de marras, tal vez único en el mundo son impresionantes.

Valgan las cifras con estas comparaciones: la superficie es tres veces mayor que el Santiago Bernabéu (35.000 m2) y con una profundidad de 22 metros.

Este Aljibe gigante se construyó en 2007, y al año siguiente, silenciosamente, se puso en marcha. Su capacidad sobrepasa los 400.000 m3 de agua, casi nueve más que el estanque del Retiro. Y se puede vaciar en menos de quince horas.

Aljibes en Madrid

Aljibes en Madrid

Evita inundaciones del Manzanares y es una garantía de agua suficiente aun en grandes sequias como ahora estamos padeciendo. Pocos golfistas podrían imaginar que a los pies de donde se entrenan existe este tesoro, que tesoro es el agua.

En su interior sobrecoge al pricilegiado visitante, que privilegio fue el poder visitarle. Entre otras cosas porque la providencia me ha regalado doce años más de los que Dios mismo había previsto como duración en la Biblia: «Nuestros días son setenta años, y si somos fuertes ochenta.

Y todos ellos pasan entre trabajo y vanidad y sin darnos cuenta levantamos el vuelo» (Salmo 89, versículo 10). En la Chamba, con 92 años soy el Decano, entre los compañeros activos.

Pero, no olvidemos que el agua es de un valor incalculable y lo importante sería que el ejemplo de este recinto deportivo sin igual cundiera en pueblos, ciudades y campos en una España que a gritos pide aljibe, presas, más pantanos y trasvases. Y los políticos, ¿qué hacen? Resonando sigue el grito de Azaña en Alicante.

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