Radiografía del lobo en Madrid: cuántos hay y cómo está afectando

La Sierra de Madrid es el lugar elegido por muchos madrileños para pasar un fin de semana en conexión con la naturaleza. Además de su indudable oferta gastronómica, esta zona cuenta con innumerables rutas para pasear, hacer senderismo o escalada. En este enclave de la región también se encuentra presente la ganadería que ha notado una bajada de ataques por parte de lobos.

Los ataques de lobos a cabezas de ganado en la región han descendido en el último año, al pasar de 78 agresiones de enero a julio de este año frente a los 94 en el mismo periodo de 2022, según datos proporcionado por la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad de Madrid.

El Gobierno regional realiza un seguimiento intensivo de lobos con radioemisores para conocer los lugares donde crían, ampliar la información de sus hábitos de alimentación y conocer las causas de las muertes en las manadas, además de ayudar a prevenir posibles ataques al ganado.

La diversidad de comportamientos de los lobos radiomarcados confirma que los lobos de diferentes edades, sexo y estatus, se pueden comportar de maneras muy diferentes. Estas investigaciones demuestran que son muy dinámicas y pueden cambiar de un año a otro.

Los últimos datos indican que en 2022 ha habido reproducción en la zona de Rascafría y más avistamientos por un mayor movimiento de los ejemplares. En total, hay contabilizados 36 ejemplares, que han transitado por diversas zonas de la sierra de Madrid.

En concreto, han mostrado presencia en la Sierra del Rincón y el Valle del Lozoya, concretamente en los municipios de Buitrago de Lozoya, Prádena del Rincón, Puentes Viejas, Canencia, Bustarviejo, Guadalix de la Sierra, Navarredonda y San Mamés, Gascones, Rascafría, Manzanares del Real, Santa María de la Alameda o Valdemaqueda.

Asimismo, han comprobado que la dieta de las cinco manadas madrileñas ha cambiado y se complementa con carne procedente de animales muertos, por lo que el número de ataques disminuye.

En los siete primeros meses de esta año se han registrado 78 agresiones, por lo que se espera que los ataques en todo este año no lleguen a los 150, frente a 2018, cuando se batió el récord de 318 agresiones, 240 entre enero y septiembre de ese año.

Este comportamiento es anómalo ya que según José Antonio de la Fuente Molinero, socio del Observatorio del Lobo, «los grupos de lobos prefieren cazar presas salvajes y por tanto es importante que puedan desarrollar sus hábitos alimenticios». Además, estas rutinas se las trasladan a las nuevas generaciones «que vienen detrás».