Fundado en 1910
La escritora cubano-española Zoé Valdés acaba de publicar 'La intensa vida' (Berenice)Gtres Online

La escritora cubano-española Zoé ValdésGTRES

Entrevista a Zoé Valdés, escritora

Zoé Valdés: «Sánchez es un psicópata, un enfermo de ideología socialcomunista que odia a España»

Zoé Valdés publica 'París era una rumba' (Berenice), un homenaje de la escritora cubana a la capital francesa

La escritora cubana Zoé Valdés (La Habana 1959) regresa a la literatura con una de sus obras más personales e intimistas: París era una rumba (Berenice).

Escrita en francés y traducida por la propia autora al español, París era una rumba es un homenaje de la también columnista de El Debate a la capital francesa que la acogió en 1983 procedente de La Habana (previo paso por Madrid).

Zoé Valdés, cuya obra poética, narrativa y cinematográfica le ha valido numerosos reconocimientos y premios en Francia y España, comparte con El Debate sus impresiones sobre su libro y cuestiones de actualidad.

—El París de Hemingway era una fiesta, el suyo, una rumba. ¿Qué diferencia hay entre un París y el otro?

— La diferencia es bastante importante, porque son dos percepciones muy distintas de la realidad, de la vida, entre la de Hemingway y la mía. E inclusive hay otra diferencia todavía mayor entre el París que yo estrené y el actual. Sin embargo, creo que cumplí a cabalidad las exigencias de Hemingway para adentrarse profundamente en la ciudad y hacerla suya: ser joven, yo tenía 23 años, enamorarse en París, y pasar hambre.

—¿Qué le impulsó a escribir este libro?

—La necesidad de expresarme en un idioma que es mi segunda lengua, y de describir esta ciudad que hice mía mediante la rigurosidad del idioma, de la lectura, de la expresión. También deseaba revivir mis diarios de la época, perfeccionados ahora, mediante una suerte de memorias noveladas, donde la imaginación no le robara demasiado a lo real vivido.

—¿Cómo era el universo literario-cultural del París con el que se encontró?

—Era el París de los ochenta, un hervidero de artistas, donde la noche se parecía mucho a aquellas noches habaneras que yo me había perdido por culpa de nacer tarde, de antes de 1959, el año del error. Aunque también fue la época de la nube de Chernobyl, la foto de la cubierta es de ese día en el que pasó la nube por París, es del dos de mayo de 1986, día de mi cumpleaños por demás; habían avisado que no se debía abrir las ventanas ni salir a la calle, pero a qué cubana le pides tú no hacer tal o más cual cosa.

Cubierta de 'París era una rumba'

Cubierta de 'París era una rumba'Berenice

Yo quería retratar la nube cuando pasara, me imaginaba una nube roja, pero nada de eso. Esa fue la imagen, de una tonalidad sepia, como en una película soviética, eso sí. Tomar la foto con la ventana abierta tuvo sus consecuencias posteriores en mi salud.

El París de los ochenta era el del new wave, de los punks, de una música estridente y no por ello menos sensual, de Prince con su Kiss, entre otros. Era un París colorido en verano y sepia/dorado en otoño e invierno. Fue el París donde las salas de cine se llenaban para ver de todo, de lo humano y lo divino. También el de los nuevos filósofos, de los poetas todavía malditos, y de un existencialismo más crudo que el original.

—Julio Cortázar, Samuel Beckett, Dora Maar… ¿cómo fue tratar a semejantes gigantes de la literatura y las artes? ¿Cómo eran en las distancias cortas?

—Yo era muda en la época, sólo oía, apenas hablaba. Ellos eran mis dioses, todos muy distintos entre sí, y yo me adaptaba, porque yo sólo quería aprender de ellos; era consciente de que sus riquezas eran ellos mismos con su obra, y que yo sería depositaria de esa riqueza en tanto que me mostrara atenta y educada.

Además, leía mucho, y entonces ahí sí podía sostener conversaciones interesantes. A ellos les divertía mi punto de vista, digamos que raro, por ejemplo, sobre el Gaspard de la Nuit, tanto de Maurice Ravel como de Aloysius Bertrand. Debo decir que tuve algo de suerte en mi juventud, si por un lado perdí mi país, por otro gané una cultura extraordinaria y la palpé de cerca, conociendo a sus protagonistas.

—Desembarcar en París procedente de La Habana tuvo que ser un verdadero shock. ¿Cómo lo vivió?

—No había vuelo directo en la época, llegué primero a Madrid, donde me quedé una semana para ver el Museo del Prado y conocer la ciudad. El verdadero choque fue el topetazo con Madrid. Lo describí en mi novela La Nada Cotidiana. Aunque La Habana había sido y seguía siendo una ciudad bellísima y espléndida, ya empezaba la decadencia, había perdido su auténtico y exquisito encanto.

Zoé Valdés en los años 80 en París

Zoé Valdés en los años 80 en París

Entonces en Madrid aprendí de los olores, a reconocer aromas, perfumes, todos muy agradables, sobre todo los de la comida. Igual me ocurrió más tarde en París. Yo llegué hambrienta. Madrid me alimentó y me asistió, encontré el amparo y la dicha, digamos que me preparó para el choque con París.

Recuerdo que de ver tantas luces me mareaba, debía cerrar los ojos, detenerme, y reabrirlos poco a poco. Todo me deleitaba. Sobre todo, las librerías. Entré en Visor y para mí fue la gloria, levitaba entre tantos títulos y nombres conocidos de autores, prohibidos en la isla, y que ansiaba leer.

No olvido jamás al librero, un muchacho que parecía tan débil. Yo no tenía dinero, una amiga me invitó a tomarme un caldo en Lhardy, que estaba de moda, y me dio un subidón de proteínas que por nada me desmayo.

—¿Qué es París para usted? ¿Qué ha encontrado en la ciudad?

—París es mi refugio, mi cuartel. He encontrado todo lo que necesitaba a nivel espiritual y cultural. Hallé otra forma de expresarme, y una dimensión única del sueño, eso significa mucho para mí, es como resistir en una quimera.

—¿Y cómo ve hoy París? ¿Se ha desvirtuado como resultado de la posmodernidad y el multiculturalismo?

—París está hecho leña, como decimos los cubanos; la falta de coherencia de los políticos, el abandono, el descuido, la inmigración ilegal, todo eso ha hecho de ella un estercolero que clama al cielo.

Siempre están los sitios turísticos intocables, pero el resto es podredumbre. Se debiera actuar con urgencia. No, no es debido al multiculturalismo, París siempre ha sido multicultural, es lo que la hacía variada, hechizante, excitante como New York. No, es que ahora hay quienes llegan y enseguida pretenden imponer sus condiciones y leyes particulares, que sólo persiguen la suciedad y la destrucción.

—Usted sigue muy de cerca la política española, ¿cómo ve la situación actual en España con los casos de corrupción que afectan al PSOE y la negativa de Sánchez a convocar elecciones?

—Soy española, es mi segunda nacionalidad. Y mi idioma es mi patria. Soy patriota debido a mi idioma, que es el español. Un idioma que amo por encima de todo. Vivo en España por temporadas, donde me siento también española gracias a la generosidad de los españoles. De modo que no sólo sigo de cerca, estoy inmersa muy hondo en todo lo que acontece.

España está hundida en la corrupción bipartidista, preponderantemente la del PSOE ahora, aunque todavía hay salvación. Sánchez es un psicópata, un enfermo de ideología socialcomunista, un islamocomunista en toda regla, que al igual que los Castro con Cuba, odia a España y desprecia a Occidente. Debiera dimitir, pero no lo hará, ningún comunista dimite.

—Tampoco permanece ajena a la actualidad cubana, ¿la lejanía le proporciona otra perspectiva a lo que sucede en la isla? ¿Percibe una inminente nueva etapa política en Cuba?

—Nunca me he ido del todo de Cuba, Cuba vive en mí, yo soy Cuba, como lo era Guillermo Cabrera Infante en Londres. Cada día estoy más cerca espiritualmente de Cuba. Los criminales que mal gobiernan mi tierra natal y que la han destruido, pagarán más temprano que tarde.

El pueblo cubano probó que puede ser su propio líder, lo hizo el 11 y 12 de julio del 2021. Debemos liberarnos solos, sin pedir nada a nadie, porque nadie da lo que no tiene, dice la Biblia; y Estados Unidos no tiene para liberarnos del comunismo. No tiene y no quiere.

—Ahora se habla mucho de Venezuela, pero parece que Cuba se ha dejado por imposible y que se ha aceptado que el castrismo gobernará para siempre. ¿Es así?

—Venezuela tiene petróleo, y está en una situación mucho menos siniestra que en la que están los cubanos desde hace 67 años. Cuba siempre ha estado sola, pese a que somos el pueblo que más ha combatido el comunismo. Ni Corea del Nortea ha combatido tanto el comunismo como los cubanos lo han hecho. Sólo hay que recordar a la Brigada 2506, traicionada por Estados Unidos, y los siete años de lucha anticomunista en El Escambray, además de la cantidad de grupos opositores dentro de la isla, y un exilio triunfante allí donde llega.

—Un nuevo fantasma parece recorrer Europa, el de la ideología woke: un nuevo autoritarismo que se busca imponer desde la izquierda y desde un liberalismo acomplejado. ¿Qué análisis hace de esa deriva?

— El wokismo nació muerto, es cierto que ha hecho estragos, pero no logrará lo que persigue, que es la fragmentación y descomposición de la belleza y de la condición humana y universal.

—¿Ha renunciado Europa a sus valores?

— Sí, ha renunciado a sus valores y a la fe desde que se convirtió en la Unión Soviética Europea. Es una nueva tragedia, pero también tendrá solución en cuanto cambien los políticos, y se regrese a la esencia humana, al núcleo de compasión, fe y verdad, principios por y con los que fue fundada.

comentarios
tracking

Compartir

Herramientas