Calle del Poeta Joan Maragall

Calle del Poeta Joan Maragall

Ayuntamiento de Madrid

«¡Adiós, España!»: los poemas del escritor catalán que da nombre a la calle donde vivirán Almeida y Teresa Urquijo

El alcalde de Madrid y su mujer, Teresa Urquijo, van a vivir en el piso en el que ya residía José Luis Martínez-Almeida antes de cambiar de estado civil, ubicado en la calle del Poeta Joan Maragall, antes bautizada como calle del Capitán Haya. Fue en 2017 cuando el Gobierno municipal, entonces encabezado por Manuela Carmena, cambió la denominación de esta calle en aplicación de la Ley de Memoria Histórica.
Sin embargo, apenas dos años después el Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 15 de Madrid refutaba el cambio de nombre de la calle del Capitán Haya, al considerar «subjetiva» y «caprichosa» la modificación aprobada. En 2021, no obstante, el TSJM revocaba esa sentencia por una cuestión formal aunque ahora un hijo del aviador e inventor ha vuelto a reabrir la lucha de la familia en los tribunales.
Mientras se dirime esa cuestión, Almeida y Teresa Urquijo vivirán en la calle Poeta Joan Maragall, abuelo del ex presidente de la Generalidad de Castaluña y ex alcalde de Barcelona Pasqual Maragall.
Uno de los poemas más famosos de Joan Maragall (1860 - 1911) , considerado uno de los padres de la poesía catalana modernista, es Oda a España, escrito en catalán en 1898 con motivo de las pérdidas de Puerto Rico, Cuba y Filipinas.

Oda a España

Escucha, España, — la voz de un hijo
que te habla en lengua — no castellana:
hablo en la lengua — que me ha dado
la tierra áspera:
en esta lengua — pocos te han hablado;
en la otra, demasiado.

Te han hablado demasiado — de los saguntinos
y de los que por la patria mueren:
tus glorias — y tus recuerdos,
recuerdos y glorias — sólo de muertos:
has vivido triste.

Yo quiero hablarte — de forma muy distinta.
¿Por qué verter la sangre inútilmente?
En las venas — vida es la sangre,
vida para los de ahora — y para los que vendrán;
vertida, está muerta.

Demasiado pensabas — en tu honor
y demasiado poco en tu vivir:
trágica llevabas — a la muerte a tus hijos,
te satisfacías — de honras mortales,
y eran tus fiestas — los funerales,
¡oh triste España!

Yo he visto los barcos — partir llenos
de los hijos que llevabas — a que muriesen:
sonrientes marchaban — hacia el azar;
y tú cantabas — cerca del mar
como una loca.

¿Dónde están los barcos? — ¿Dónde los hijos?
Pregúntaselo al Poniente y a la ola brava:
todo lo perdiste, — no tienes a nadie.
¡España, España, — vuelve en ti,
arranca el lloro de madre!

Sálvate, oh!, sálvate — de tanto daño;
que el llanto te vuelva fecunda, alegre y viva;
piensa en la vida que tienes en derredor:
levanta la frente,
sonríe a los siete colores que hay en las nubes.

¿Dónde estás, España? — No te veo en ninguna parte.
¿No oyes mi voz atronadora?
¿No entiendes esta lengua que te habla entre peligros?
¿Has desaprendido a entender a tus hijos?
¡Adiós, España!
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