Paula Baena
Paula Baena

Así manejan Ayuso y Almeida el 8-M para que la izquierda no se les eche encima (aunque lo hace igualmente)

Aún a sabiendas que se trata de un día retorcido y manoseado por la izquierda a su antojo en pro de sus postulados y de lo que ellos consideran que deben ser las mujeres, la derecha se ve en la obligación de celebrarlo también

Actualizada 04:30

Cartel del 8M del Ayuntamiento de Madrid

Cartel del 8-M del Ayuntamiento de MadridEl Debate

El próximo 8 de marzo se conmemora el Día de la Mujer. Una fecha marcada en rojo –o más bien, en morado– en el calendario de la izquierda, que aprovecha ese día, y los que le preceden, para arremeter contra la derecha con el feminismo en la boca.

No son pocos los que se yerguen como los únicos y verdaderos defensores de la mujer en estos días e incluso los hay que aprovechan la ocasión para arremeter contra mujeres en nombre del feminismo, véase al delegado del Gobierno en Madrid contra Ayuso. Paradójico.

Sin embargo, lo políticamente correcto se impone y, aún a sabiendas que se trata de un día retorcido y manoseado por la izquierda a su antojo en pro de sus postulados y de lo que ellos consideran que deben ser las mujeres, la derecha se ve en la obligación de celebrarlo también. Un poco para que no se la critique (aunque van a hacerlo igualmente), un poco para que no se adueñen de la defensa de las mujeres, un poco por complejo y, otro poco, para celebrarlo a su manera.

Eso es lo que van a hacer tanto Ayuso como Almeida en Madrid. Ambos van a entregar galardones a mujeres por el 8-M pero, al parecer, no a las que les gustaría al Gobierno. Así, mientras la delegación premia a Jenni Hermoso, a Inés Hernand, a la jefa de Seguridad de Moncloa o a la Asociación de Madres Solteras por Elección, el Gobierno regional lo hace a madres de familias numerosas, a desertoras del radicalismo islámico e incluso a hombres que trabajan por las mujeres, como el jefe de Obstetricia y Ginecología del Gregorio Marañón, Santiago Lizárraga.

Unos premiados que no son del agrado del delegado del Gobierno, Francisco Martín, que cree que representan un modelo que «consagra a la mujer como mera engendradora y responsable de los cuidados». Lo dicho, si no lo celebran, porque no lo celebran, y si lo hacen, porque no lo hacen de la forma que a ellos les parece la correcta. Nunca lloverá a su gusto.

Con todo, sabiendo eso, la presidenta autonómica se permitió durante el acto por el Día de la Mujer celebrado el año pasado en la Real Casa de Correos, preguntarse cuándo se celebra el «Día del hombre» para «hablar de todos los problemas que sufren cada día» y se atrevió a arremeter contra el «nuevo feminismo» que, en muchas ocasiones, «lejos de mejorar la vida de las mujeres, la ha empeorado».

En 2024, Ayuso recordó que el Día de la Mujer comenzó como una reivindicación del derecho al trabajo porque su incorporación laboral era «poco frecuente y difícil» y aplaudió que, a día de hoy, se haya transformado en «un motivo de celebración de la normalidad».

Pero ese feminismo que quería «la igualdad ante la ley y las oportunidades de la mujer y con el que ganamos todos», lamentó, «se ha transformado en otra cosa que lo que hace es atacar al hombre, a la familia, a la madre y la maternidad, entre otras cuestiones». Unas palabras que, por supuesto, enrabietaron a los que sólo conciben a las mujeres y el Día de la Mujer a su manera.

Eso es precisamente lo que denuncia Almeida, quien ha acusado al delegado de «politizar» sus premios, mientras que él ha buscado reconocer a mujeres que trascienden a las ideologías y que son iconos universales, como es el caso de la opositora venezolana María Corina Machado y de la bióloga molecular, divulgadora científica Sara García Alonso, la primera mujer española seleccionada como miembro de la reserva de astronautas de la Agencia Espacial Europea (ESA), las dos mujeres que recibirán ex aequo este año el Premio Clara Campoamor del Consistorio madrileño.

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