
Santa María del Naranco, a las afueras de Oviedo
Viajes
Oviedo: la elegante y señorial Vetusta
Aprovechando los Premios Princesa de Asturias, realizamos un viaje a la ciudad de 'La Regenta'
Se preguntaba Clarín si no podía ser protagonista de un libro un pueblo entero. Desde luego, el escritor lo consiguió con su análisis de Vetusta, esa heroica, noble y leal ciudad que simbolizaba con palabras la capital del Principado de Asturias.
Llámese Vetusta u Oviedo, con Ana Ozores como protagonista o con nosotros como parteneire, la ciudad que cada año acoge los Premios Princesa de Asturias admite un sinfín de nombres que se amoldan perfectamente a su geografía, historia y cultura.
Como auténticos ovetenses
No es una ciudad excesivamente grande, por lo que la mejor forma de conocerla es pasear por sus bien planteadas calles peatonales que recorren todo el casco histórico. Seguir su recorrido nos permitirá comenzar por uno de los lugares con más encanto de la ciudad, la plaza del Fontán, portificada y entre cuyas coloridas casas azules y amarillas se alza el mercado de abastos más popular de la capital asturiana. Una visita un jueves, sábado o domingo nos asegurará disfrutar de puestos ambulantes con productos locales y típicos de la región.

Plaza del Fontán
Avanzando, podremos llegar a la plaza de la Constitución, donde nos asomaremos a los restos de la muralla asturiana. Oviedo fue una ciudad amurallada y se cree que el ayuntamiento está construido sobre ella. De hecho, el arco que da a la calle Cimadevilla simboliza uno de los accesos de la muralla que permitía entrar a miles de peregrinos que se dirigían a Santiago.
En la misma plaza, también está la Iglesia San Isidoro el Real, que pertenece a los jesuitas y tiene una fachada neoclásica-barroca, a diferencia de la Catedral de San Salvador, principal reliquia de la ciudad ovetense. De estilo gótico, su esbelta y alta torre es visible desde todos los puntos del casco histórico y fue, junto con la catedral de Santiago de Compostela, el punto neurálgico del peregrinaje durante la Edad Media.
Entre sus muros, encontraremos también uno de los mejores retablos góticos españoles, el claustro y la Cámara Santa, donde se conservan vestigios de la antigua monarquía asturiana y que es Patrimonio de la Humanidad.

Catedral de Oviedo
Un museo al aire libre
Merece la pena no irse de la plaza de la Catedral sin acercarse a contemplar la versión cromada de Ana Ozores, La Regenta de Clarín, que cuenta con más de cien acompañantes estáticos distribuidos por toda la ciudad.
Con la peatonalización impulsada en los años 80, se comenzó a colocar más de cien esculturas significativas, creando un auténtico museo a pie de calle entre las que destacan la de El viajero en la plaza Porlier, la de Mafalda en el campo de San Francisco como homenaje a Quino y la del premiado con el Príncipe de Asturias, Woody Allen, en la calle Milicias Nacionales.
Una de las más emotivas, en cambio, es la de Esperanza caminando, que hay frente al teatro Campoamor, sede de entrega de los Premios Princesa de Asturias y hogar de la música y ópera ovetense, que destaca por su extensa programación cultural. Su clásico y barroco interior contrasta a la perfección con el controvertido Palacio de Exposiciones y Congresos del arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Dota a la ciudad de un toque moderno que casa al milímetro con el carácter del Principado.
Huellas prerrománicas
Para meternos de lleno en el ambiente asturiano no podemos dejar de visitar la falda del Monte Naranco, donde se conservan dos construcciones prerrománicas del siglo IX. Ambos, Patrimonio de la Humanidad: las iglesias de Santa María del Naranco y San Miguel de Lillo.
La primera destaca por ser la más antigua que se conserva de toda España y la segunda merece la pena descubrirla por las primeras representaciones de figuras humanas en frescos de arte asturiano. Además de disfrutar de dos ejemplos excepcionales de este arte, podremos divisar una vista panorámica.

Santa María del Naranco
La ciudad en el paladar
Si de alternar se trata, la mejor opción es dirigirnos a calle Gascona, conocida como «el boulevard de la Sidra» con decenas de bares para probar lo mejor de la gastronomía local como la fabada, el cachopo, el pastel de cabracho, los garbanzos con bacalao y espinacas, los bollos preñaos, los frisuelos… pero, sobre todo, aprender el arte del escanciado.
En algo tenía que notarse que la sidra es la bebida por antonomasia de la capital del Principado. En esta calle (y en toda Asturias, en realidad), un culín de este delicioso jugo de manzana está asegurado.

Fabada