Interior de las Cuevas del Águila.
Viaje al centro de la Tierra en las Cuevas del Águila
En el corazón del Valle del Tiétar espera una de las joyas geológicas de la península, donde revivir una aventura que bien puede llevar la firma de Julio Verne
Casi 100 años después de que Julio Verne publicara Viaje al centro de la Tierra, cinco jóvenes de una pedanía de Arenas de San Pedro (Ávila) revivieron sin quererlo la fascinante historia de Otto y Axel. Era la tarde previa a la Nochebuena de 1963. Jugaban en el Cerro del Águila cuando, creyendo ver humo que salía de la tierra, comprobaron que se trataba de vaho. Su curiosidad los adentró en una historia sin precedentes.
Durante miles de años las Cuevas del Águila permanecieron ocultas a 45 metros de profundidad
Siete meses después, la cueva se abría al público y protagonizaba todos los noticieros de la época, incluido el famoso NO-DO. El vaho que emanaba de la tierra no era otra cosa que condensación provocada por el contraste brusco de temperaturas: la cueva a 17 °C y una humedad relativa prácticamente del 100 %, mientras que fuera el frío de la Navidad abulense era considerable. Su curiosidad los llevaría a entrar de lleno no solo en una cueva sorprendente, sino también en la historia de la espeleología.
Formación geológica en las Cuevas del Águila
Volvieron a sus casas para armarse con cuerdas y linternas y se adentraron por un pequeño hueco, gateando después hasta una inmensa bóveda subterránea. Allí, fascinados por el descubrimiento, perdieron la noción del tiempo y el camino de vuelta.
Cinco horas interminables
El interior de la cueva es sobrecogedor.
Las Cuevas del Águila son una auténtica joya de la naturaleza en el corazón de la tierra y del Valle del Tiétar. Durante miles de años permanecieron ocultas a 45 metros de profundidad, labrando gota a gota el espectáculo. Los hermanos Vicente y Luis Calleja, su primo Luis Lozano y dos amigos más, Eugenio Álvarez y Julián Jiménez, tardaron cinco horas en encontrar la gatera por la que habían accedido. Cinco interminables horas que nunca olvidarían. Cuatro aún viven en Ramacastañas, y en ellos las palabras de Unamuno, otro amante de la Sierra de Gredos, se vuelven certeras: «No sé cómo puede vivir quien no lleve a flor de alma los recuerdos de su niñez» (Andanzas y visiones de España).
Los cinco jóvenes que las descubrieron tardaron cinco interminables horas en salir de nuevo a la superficie
Su hallazgo conmocionó a toda la comarca y, tras su acondicionamiento, esta maravilla natural ha permanecido abierta, convirtiéndose en uno de los atractivos más visitados de Ávila.
Siluetas inquietantes
Acceso a las cuevas.
Este prodigio geológico es transitable casi en su totalidad, con un recorrido de un kilómetro pavimentado que sortea los desniveles con escaleras. Un recorrido que bordea galerías repletas de columnas, cortinas, coladas e impresionantes estalactitas y estalagmitas. La imaginación se desborda descubriendo inquietantes siluetas: vírgenes, animales, medusas, entre suaves tonos que hipnotizan. En la sala principal, una bóveda de unos 10.000 m² tiene una altura de 15 metros. La temperatura es constante, 17 °C, sin duda una magnífica opción para soportar los calurosos días de la canícula.
Este prodigio geológico es transitable casi en su totalidad, con un recorrido de un kilómetro pavimentado que sortea los desniveles con escaleras
Si bien la roca de base se formó en un antiguo mar hace aproximadamente 500 millones de años, la cavidad kárstica se estima que pudo empezar a formarse hace entre 500.000 y un millón de años. Aguas subterráneas vinculadas a las cuencas del Avellaneda y Arenas comenzaron a disolver la roca creando las galerías. Las columnas, agujas, cortinas, racimos, estalactitas y estalagmitas están compuestas por carbonato cálcico y, en menor medida, por aragonito, y tienen un crecimiento lentísimo: un centímetro cada 150 años.
El «moonmilk»
Las formaciones tienen un crecimiento lentísimo: un centímetro cada 150 años.
El dinamismo de la gruta es sorprendente: a cada paso, en cada giro de cabeza, una nueva forma altera la comprensión humana. Fascinante resulta el llamado moonmilk, una especie de pasta blanca, húmeda y resbaladiza que da la sensación de paredes que sudan, prueba de la actividad constante de la gruta y de su vivo y estable microclima.
Las Cuevas del Águila son un laboratorio natural para el estudio del clima, y se han podido reconstruir episodios climáticos de hace 26.000 años. Se sabe así que la máxima expansión del glaciar en Gredos coincidió con un periodo de frío extremo y precipitaciones intensas.
Visitas guiadas en grupos
La visita dura aproximadamente 40 minutos y siempre en grupos guiados. Las entradas se pueden adquirir directamente o a través de la web oficial. Ofrecen también la posibilidad de participar en experiencias especiales y temáticas, siempre con reserva previa, como la llamada Visita del Descubrimiento, que revive la aventura de los cinco jóvenes. Cualquier día del año, uno puede viajar al centro de la Tierra, revivir a Julio Verne y hacer propias las palabras de Unamuno.
Las Cuevas del Águila son un laboratorio natural para el estudio del clima.
El Valle del Tiétar, en la vertiente sur de Gredos, ofrece todo un universo para los amantes del senderismo, la bicicleta o los paseos a caballo. El Parque Regional de la Sierra de Gredos es una de las joyas de la Península, con un ecosistema único, y al anochecer su cielo alejado de la contaminación lumínica es perfecto para la observación astronómica. España, este nuestro país que nos sorprende por fuera y por dentro.
