La «otra Capilla Sixtina» de Italia.
La 'otra Capilla Sixtina' de Italia, con frescos de un joven Rafael y que se adelantó a la del Vaticano
La nave izquierda del Duomo de Siena alberga un tesoro del arte renacentista que se terminó un año antes de que Miguel Ángel empezar a trabajar en la Capilla Sixtina del Vaticano
Pequeño pintor. Eso es lo que quiere decir Pinturicchio, pseudónimo de Bernardino di Betto Betti, que fue el encargado de comenzar, en el año 1502, los frescos de la Biblioteca Piccolomini, ubicada en la catedral de Siena, antes del crucero, en su nave izquierda. Esta biblioteca fue construida en 1492 a instancias del cardenal Francesco Todeschini Piccolomini, futuro Papa Pío III, para albergar los manuscritos de otro Papa, su tío, Enea Silvio Piccolomini, Pío II, cuya vida representan estas fantásticas pinturas, en las que también trabajaron el boloñés Amico Aspertini y un joven Rafael Sanzio.
Las pinturas y frescos de esta biblioteca representan la vida del Papa Pío II
La decoración de esta nave de la catedral se realizó entre los años 1502 y 1507 inspirada en la Domus Aurea, el palacio de Nerón en Roma. Pinturicchio contó para ello con la ayuda del boloñés Amico Aspertini y de un joven Rafael Sanzio. Casualidad o no, al año siguiente Michelangelo di Lodovico Buonarroti Simoni, conocido en español como Miguel Ángel, inicia los trabajos para decorar la bóveda de la Capilla Sixtina del Vaticano, un trabajo que duró entre 1508 y 1512.
Una joya del Renacimiento
Visitantes escuchan a un guía en la Biblioteca Piccolomini.
La Biblioteca Piccolomini nació como un especio donde preservar tanto la memoria del papa Pío II como la colección de manuscritos que había reunido. Pero lo que nació como un espacio para albergar libros se transformó en una obra maestra del arte renacentista gracias a la decoración pictórica realizada por Pinturicchio y su taller. En cinco años cubrieron las paredes y techos de la biblioteca con un ciclo de frescos que relatan episodios de la vida de Pío II: desde su coronación como poeta laureado en Roma hasta su encuentro con Federico III en Viena o su participación en el Concilio de Basilea.
Las escenas, de gran colorido y riqueza de detalles, muestran no solo el talento narrativo de Pinturicchio, sino también la fastuosidad de la corte renacentista. Palacios, paisajes y personajes vestidos con suntuosas telas se suceden en composiciones que envuelven por completo al visitante.
La huella de Rafael
Biblioteca Piccolomini en la catedral de Siena.
La Biblioteca Piccolomini es célebre también por haber contado con la colaboración de un joven Rafael Sanzio, que entonces apenas superaba los 20 años. Se cree que el maestro de Urbino intervino en algunos cartones preparatorios y en detalles de las escenas, dejando su impronta en figuras de gran naturalismo. Esta participación temprana añade un valor incalculable al conjunto, pues conecta Siena con uno de los nombres más universales de la historia del arte.
Catedral de Siena al amanecer.
Quien accede a la biblioteca descubre un espacio rectangular cubierto por un techo abovedado que, como las paredes, está decorado con escenas y motivos renacentistas. En el centro, varias vitrinas exhiben los códices iluminados de la catedral, auténticas joyas de la caligrafía y la miniatura. El efecto envolvente es inmediato: pocos lugares transmiten con tanta intensidad la sensación de estar dentro de una pintura.
No es extraño que muchos la comparen con la Capilla Sixtina del Vaticano. Aunque de menores dimensiones, la Biblioteca Piccolomini comparte con ella la capacidad de transformar un espacio en un espectáculo total de pintura, arquitectura y simbolismo.
Siena, un museo al aire libre
Vista aérea del paisaje urbano de Siena, con su famosa Piazza del Campo.
La visita a la biblioteca forma parte del recorrido por la Catedral de Siena, célebre también por su pavimento de mármol, considerado uno de los más bellos del mundo. El conjunto del Duomo incluye además el Baptisterio y el Museo dell'Opera Metropolitana, con obras maestras de Duccio y Donatello. Todo ello convierte a Siena en un destino imprescindible para los amantes del arte y la historia. Esta ciudad emblemática de La Toscana es también muy conocida por el Palio, antigua carrera de caballos que se celebra dos veces al año en la Piazza del Campo.
Consejos para el viajero
La Biblioteca Piccolomini se visita con la entrada general a la catedral, disponible en varias modalidades según se incluyan o no los espacios anexos. Lo recomendable es dedicar al menos una hora para apreciar el detalle de los frescos y la colección de manuscritos. Siena se encuentra a poco más de una hora en tren desde Florencia, lo que permite combinar ambas ciudades en un mismo viaje.