Plaza Mayor de Ciudad Real.
La capital olvidada de La Mancha que casi nadie visita, pero guarda cinco imprescindibles para tu próxima escapada
Recibe muy pocos visitantes al año, eclipsada por otros lugares de su provincia y por sus capitales vecinas, pero sus poco conocidos atractivos sorprenderán a más de uno
La Comunidad Autónoma de Castilla-La Mancha tiene cinco capitales y una de ellas es la gran olvidada del turismo, no porque carezca de historia o patrimonio, sino porque su brillo queda opacado por el de su propia provincia y por la fuerza monumental de sus vecinas Toledo o Cuenca. Una situación que hace que muchos viajeros pasen de largo sin descubrir Ciudad Real, una capital que, bajo su apariencia moderna, guarda un puñado de tesoros que sorprenderán a quien decida detenerse.
Alfonso X El Sabio fundó esta población en el corazón del Campo de Calatrava sobre una aldea anterior llamada Pozuelo Seco de Don Gil
Los orígenes de esta capital manchega se remontan al año 1255, cuando Alfonso X El Sabio fundó una población a la que llamó Villa Real en el corazón del Campo de Calatrava sobre una aldea anterior llamada Pozuelo Seco de Don Gil. Alfonso X la fundó estratégicamente en el corazón de los dominios de la poderosa Orden de Calatrava para contrarrestar su poder y que sirviera como cabecera o capital de la comarca.
Estatua de Alfonso X El Sabio frente al Ayuntamiento de Ciudad Real.
Casi dos siglos más tarde, en 1420, el rey Juan II de Castilla, padre de Isabel la Católica, concedió a Villa Real el título de Ciudad por haberle brindado un importante apoyo militar y político en un momento de conflicto. A cambio de este apoyo, la villa había solicitado ser elevada a la categoría superior de ciudad. Su deseo fue concedido y el nombre se cambió de Villa Real a Ciudad Real. Además, el monarca le otorgó el título de Muy Noble y Muy Leal Ciudad.
Eclipsada por sus vecinas
Vista nocturna de la catedral de Ciudad Real.
En la actualidad, el caso de la ciudad de Ciudad Real es peculiar en lo que se refiere al turismo. Mientras sus alrededores concentran algunos de los destinos más visitados del centro peninsular (como Almagro, con su Corral de Comedias; los molinos de Campo de Criptana o los Parques Nacionales de las Tablas de Daimiel y Cabañeros), la capital apenas consigue atraer a una fracción de esos visitantes. Muchos optan por alojarse directamente en los pueblos más célebres, sin hacer escala en la ciudad.
Basta una mirada atenta para descubrir que Ciudad Real esconde lugares imprescindibles que justifican una escapada de fin de semana
Además, a diferencia de Toledo, con catedral monumental y un casco histórico único, o Cuenca, cuyas Casas Colgadas son un icono turístico, Ciudad Real carece de ese «súper-monumento» que sirva de reclamo principal. Su patrimonio medieval se vio muy mermado por los siglos y las guerras (del antiguo alcázar apenas quedan vestigios), lo que ha dejado una ciudad más funcional, más universitaria y administrativa que monumental.
Esa percepción, unida a un déficit histórico de promoción turística, ha consolidado la idea de que «en Ciudad Real no hay mucho que ver». Pero basta una mirada más atenta para descubrir que la ciudad sí esconde cinco lugares imprescindibles que justifican una escapada de fin de semana.
Puerta de Toledo
Puerta de Toledo en Ciudad Real.
Es el símbolo más reconocible de la ciudad y el único vestigio visible de su antigua muralla medieval. Construida en el siglo XIV, con seis arcos y blasones en piedra, recuerda el pasado fortificado de la Ciudad Real fundada por Alfonso X el Sabio. Frente a ella se alza el eco de una capital que fue defensiva, estratégica y orgullosamente manchega.
Catedral de Santa María del Prado
Catedral de Santa María del Prado.
Erigida sobre una antigua ermita, esta catedral es el corazón espiritual de la ciudad. Su aspecto sobrio esconde una armoniosa mezcla de estilos gótico, renacentista y barroco, y un magnífico retablo mayor que es una de las joyas artísticas de La Mancha. En su interior se respira calma, con una luz tamizada que invita al recogimiento.
Iglesia de San Pedro
Iglesia de San Pedro.
Quizá el templo más bello de Ciudad Real. Construido en el siglo XIV, combina elementos góticos con un aire casi fortificado. Sus bóvedas estrelladas y su portada decorada con gárgolas hacen de esta iglesia una de las más importantes de Castilla-La Mancha en su estilo. En ella reposan los restos de Hernán Pérez del Pulgar, el célebre «de las Hazañas», capitán del ejército castellano natural de Ciudad Real que se ganó la admiración de Isabel la Católica por su valor en la Guerra de Granada y cobró fama en todo el Reino de Castilla.
Museo del Quijote
Estatuas de «Don Quijote» y «Sancho Panza».
Ninguna ciudad tan manchega como esta podía renunciar al legado de su caballero andante. Este museo moderno y didáctico recorre la vida y los símbolos de Don Quijote de la Mancha, con ediciones históricas, ilustraciones y una museografía interactiva que lo convierten en parada obligada para quien quiera adentrarse en el imaginario cervantino.
Museo Provincial de Ciudad Real
Mastodonte del Museo Provincial de Ciudad Real.
Una auténtica sorpresa para muchos visitantes. Alberga piezas arqueológicas de gran valor, entre ellas los restos fósiles de un mastodonte de cuatro metros hallado en el yacimiento de Las Higueruelas, junto con cerámicas iberas y romanas de la región. Un espacio que demuestra que la historia de Ciudad Real se remonta mucho más allá del medievo.
A estos lugares seguramente los ciudadrealeños añadirían la Plaza Mayor como lugar emblemático de la ciudad, con una historia que se remonta a la fundación de la localidad en el siglo XIII. Aquí están el Ayuntamiento y La Casa del Arco, la antigua sede del Concejo de la ciudad, que cuenta con un famoso reloj carrillón donde aparecen figuras de Don Quijote y Sancho Panza a ciertas horas del día. Añadida queda.