El pueblo de Segovia donde Monedero se esconde tras su denuncia por presunto acoso sexual

Los senderos que serpentean las entrañas del pinar de Valsaín invitan a un juego de confidencias para aquellos caminantes, ciclistas y familias que se aventuran por ellos. A pocos kilómetros de Segovia, el aroma a resina y tierra húmeda se entremezcla con el aire fresco, revitalizando el espíritu e invitando a olvidarse del sigilo comunicacional que suele poblar la ciudad.

No es casualidad, por tanto, que en este paraje de la falda de la Sierra de Guadarrama naciese, entre reservas estacionales, el movimiento político de Podemos. Hasta este pintoresco enclave conocido como vallis sabinorum llegó un traumatólogo argentino acompañado de su familia. El destino quiso que su hijo, Ariel Jerez, sentase en él la base de operaciones de un proyecto político clandestino que surgió de su amistad con Juan Carlos Monedero.

La afinidad política que compartían en la universidad, ambos inclinados hacia la izquierda, cimentó una amistad forjada durante interminables caminatas por las laderas de montaña. Con el tiempo, sus trayectorias profesionales los llevaron a convertirse en docentes en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Complutense, aunque nunca perdieron el vínculo con Valsaín, su refugio predilecto para el debate intelectual.

Tal es su vinculación que Monedero decidió adquirir una casa en este pueblo a pocos metros de la Granja de San Ildefonso. El majestuoso palacio erigido por Felipe II es una de las mejores muestras de esplendor monárquico en nuestro país y ejemplo también de la variabilidad del entorno.

Apenas cinco kilómetros separan de Valsaín este cuidado entorno al que solo puede aspirar. Pese a formar parte del mismo municipio, este pequeño enclave parece olvidado por los responsables del Ayuntamiento, comentan sus vecinos, que se lamentan que lo que un día fue Sede Real ahora se erija como un conjunto de ruinas sin vistas a un futuro proyecto de recuperación. La llegada del siglo XIX trajo consigo cambios drásticos; las guerras y las crisis económicas afectaron profundamente a la región. El palacio fue abandonado y comenzó a deteriorarse, convirtiéndose en un eco lejano del esplendor que una vez conoció.

De hecho, Monedero, junto a Jerez y varios amigos más, se vio envuelto en un conflicto relacionado con el Plan Especial del Palacio de Valsaín y su entorno. Eran jóvenes madrileños que escapaban de la ciudad durante los fines de semana. En la capital, este mismo grupo ya había delineado una línea política clara.

«Eran bastante pitiflautis», reconoce un hombre del pueblo, que se apresura a añadir que su relación con ellos era cordial aunque Monedero en concreto nunca le cayó en gracia. Un calificativo, explica, que no dudaba en comentarle a él mismo en persona: «Como era vegano, siempre que comía en uno de los restaurantes del pueblo exigía que le quitasen la carne de cada uno de los platos que pudiese llevarla, cocinándole un plato especial».

De Ariel Jerez, que no tuvo un papel tan público en los inicios, pero fue el germen de la influencia política del partido, comenta que, en una ocasión, se quejó de su vida tras el 'éxito': «Se nos acabó el chollo», le dijo, en referencia a tener que dejar su vida en el pueblo para volver a la ciudad a encabezar la formación y dar clases en la universidad.

Con cierta regularidad, estos amigos encabezados por Ariel Jerez, Monedero y Luis Alegre también se reunían en el conocido como 'argentino de Valsaín', el restaurante Tío Pepe, regentado por el argentino Pablo Di Giacomo, que siempre ha defendido que el principal interés del grupo cuando acudían al local era discutir sus ideas políticas sin armar mucho escándalo. El hostelero ha sido testigo y partícipe de numerosas conversaciones en las que resonaba el deseo de los contertulios de «poner la política al servicio de la gente» y, tras el 15-M, de «recoger su espíritu en un partido político».

Así, Valsaín se convirtió en el punto de encuentro donde un pequeño grupo de profesores, aprovechando sus días de descanso, iba dando forma a un nuevo proyecto político. Entre debates y paseos por el bosque, Podemos iba tomando forma, creándose en la calma de este rincón segoviano donde sus gestantes ensayaban la retórica enlatada que les caracterizó después.

Una pena, en palabras de sus vecinos, que la historia del pueblo quede relegada a esta formación política teniendo en cuenta la riqueza del lugar. No solo por el pinar, sino también por el Real Aserrío, que puso al pueblo en el mapa por su explotación maderera de calidad. Un paseo a simple vista por sus calles denota esta herencia. Por lo demás, podría ser un pueblo como cualquier otro de la España vaciada donde el paso del tiempo corre en contra de quienes viven en él.

Quizás por nostalgia o por la capacidad de pasar desapercibido en un lugar tan recóndito, Monedero ha vuelto a Valsaín. Aunque los habitantes aseguran que no está allí en ese momento, sí que es verdad que se le ha podido ver últimamente. Algunos aseguran que, cuando llega, habita la casa de su propiedad, mientras otro de sus vecinos reconoce que está allí «de okupa» en la zona alta del pueblo.

Sea como fuere, el otrora político se esconde en este «paraíso perfecto para misántropos», que diría Emily Bronte, de la investigación por presunto acoso sexual. Hasta que se aclare la situación, ha dejado de impartir sus asignaturas de Teoría Política Contemporánea, en el Doble Grado de Derecho y de Ciencias Políticas, y Teoría y Práctica de las democracias, en Relaciones Internacionales «hasta nuevo aviso».