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Legionarios portando al Cristo de la buena muerte, 5 de abril de 2012

Legionarios portando al Cristo de la buena muerte, 5 de abril de 2012GTRES

La fe de los «novios de la muerte»: el origen del vínculo entre La Legión y el Cristo de Mena

El Jueves Santo, como es tradición desde hace más de noventa años, La Legión desembarcará en el Puerto de Málaga para participar en el traslado del Cristo de Mena y la posterior procesión por las calles de la ciudad

Siguiendo la tradición, los legionarios desembarcarán el Jueves Santo por la mañana en el Puerto de Málaga. Seguidamente, tendrá lugar el desfile de la Compañía de Honores del Tercio «Alejandro Farnesio», IV de La Legión, hasta la iglesia de Santo Domingo.

Sin embargo, las guardias legionarias en la capilla de la Congregación de Mena comenzaron el Sábado de Pasión. Esa misma jornada, ya por la tarde, se celebró el tradicional acto de imposición de la corona de espinas al Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, este año a cargo del General Jefe de la Brigada «Rey Alfonso XIII», II de la Legión, José Agustín Carreras. Como es norma, las escuadras de gastadores de la Legión se han venido turnando para estar de guardia ante la imagen del Cristo de la Buena Muerte, protector y patrón de la Legión, hasta el Miércoles Santo.

Del Rif a Málaga

La Legión, Tercio de Extranjeros en sus primeros tiempos, comenzó a participar en los desfiles procesionales de Málaga poco después de su creación a finales de enero de 1920. Desde hacía tiempo, Málaga y su puerto eran clave para el sostenimiento de las campañas militares llevadas a cabo en el protectorado español de Marruecos. A modo de ejemplo, en enero de 1912 partió desde Málaga con destino a Melilla el primer camión blindado del Ejército español que tomó parte en la campaña del Kert.

Y desde el mismo puerto y con el mismo destino salieron diez años más tarde las primeras unidades acorazadas del Ejército, la Compañía de Carros de Asalto de Infantería con sus Renault FT-17 y la Batería de Carros de Asalto de Artillería con sus Schneider CA-1, para combatir en la guerra del Rif.

Málaga era también una plaza trascendental para la atención de heridos y enfermos provenientes de las sangrientas confrontaciones que se estaban produciendo en el norte de África. Como unidad de choque, la Legión sufrió enormes pérdidas. Muchos de los heridos, tras su paso por hospitales de campaña y centros médicos en el Protectorado, eran evacuados a Málaga hasta su completo restablecimiento.

De hecho, el propio teniente coronel Millán Astray, fundador del Tercio de Extranjeros, fue llevado a Málaga tras ser operado en un hospital de Melilla en septiembre de 1921 a consecuencia de la primera de sus graves heridas de guerra. Esta situación propició que se forjase una estrecha relación entre la población malagueña y los legionarios, quienes, desgarrados por la metralla y el fuego enemigo, eran vistos como hombres que enfrentaban la muerte sin vacilar para salvar a otros, sacrificándose por España. Eran, en definitiva, los «novios de la muerte».

Origen de la tradición

La creciente influencia en esa época de la Pontificia y Real Congregación del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas y Nuestra Señora de la Soledad Coronada, popularmente conocida como la cofradía de Mena, propició la presencia de destacadas figuras nacionales en los actos religiosos de mediados de la década de 1920.

Fue especialmente relevante la procesión del Jueves Santo de 1925 en Málaga, puesto que participaron Miguel Primo de Rivera y Orbaneja, a la sazón presidente del Directorio Militar, y el teniente coronel Francisco Franco Bahamonde, Jefe del Tercio de Extranjeros. Esta visita resultó fundamental para establecer un inquebrantable vínculo entre la Legión y la cofradía de Mena; en 1928 la Autoridad Militar confirmó al Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas como protector y patrón del Tercio. Es tan estrecho el vínculo creado que muchos malagueños lo llaman «El Cristo de los legionarios».

Legionarios alzan la figura del Cristo de la Buena Muerte

En la tarde del Jueves Santo de 1930 desembarcó por ver primera una unidad legionaria en el puerto de Málaga. Los legionarios desfilaron por la calle Larios hasta el cuartel de Capuchinos, donde fueron recibidos por los malagueños con vítores y aclamaciones. Como indica el profesor Luis E. Togores en su magnífica Historia de La Legión española, en estas fechas los legionarios portaron el Cristo de Mena en procesión por vez primera.

Después de varios años de presencia esporádica de la Legión en la Semana Santa malagueña, en 1943 se consolidó su participación en los actos organizados por la Congregación de Mena. Fue ese año cuando se reanudó la tradicional guardia legionaria al Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Ánimas, aunque ahora ante la nueva imagen tallada por el escultor malagueño Francisco Palma Burgos.

La imagen original, que había sido creada a mediados del sigo XVII por el escultor granadino Pedro de Mena y Medrano, fue objeto de diversos ataques y mutilaciones, para ser finalmente destruida en mayo de 1931 tras el advenimiento de la II República.

Desde entonces, la presencia de La Legión en la Semana Santa malagueña, especialmente su llegada al puerto cada Jueves Santo, se ha convertido en una tradición inseparable de la celebración religiosa.