Asesinato de Calígula
¿Quién fue el peor emperador de Roma? El ranking de los doce césares según el historiador Suetonio
Aunque el autor de Vida de los doce césares no establece un sistema explícito de valoración, sus relatos permiten entrever una clara jerarquía a través de sus elogios y críticas
Suetonio relató la vida de los primeros doce césares con una mezcla de datos históricos, cotilleos palaciegos, juicios morales y curiosidades personales. Al tener una posición anexa a la corte imperial, tuvo acceso a diversos detalles sórdidos de algunos de los «emperadores más depravados de Roma», tal y como recoge el portal de divulgación histórica World History Encyclopedia.
Con este compendio de biografías, Suetonio no tenía la intención de relatar la historia completa de estos importantes personajes, sino arrojar luz sobre sus puntos fuertes y debilidades. Y aunque no establece un sistema explícito de valoración, sus relatos permiten entrever una clara jerarquía a través de sus elogios y críticas. A continuación, presentamos un ranking de los doce césares, desde el peor valorado hasta el más favorable, basado en las descripciones que hace Suetonio:
12. Calígula
Desde su crueldad: «Con no menor malevolencia y malignidad que soberbia y cruel sadismo, atentó contra toda clase de personas de las épocas». Hasta su extravagancia: le regaló a Incitato, su caballo favorito de carreras «un establo de mármol, un pesebre de marfil […], una casa, esclavos y enseres para los invitados, en nombre de su caballo, fueran recibidos con la máxima suntuosidad».
El autor presenta al tercer emperador romano como símbolo de la locura del poder absoluto y arquetipo de césar demente y cruel. Así, Suetonio hace hincapié en que a pesar de ser un joven prometedor, tras una grave enfermedad, se convirtió en un tirano caprichoso al que le atribuye crímenes, incesto, blasfemias y delirios: «Al estar entregado Calígula a semejantes desvaríos e insanias, hubo muchos que concibieron el designio de eliminarlo».
11. Nerón
Los remordimientos de Nerón tras matar a su madre, por John William Waterhouse, 1878
Su nombre ha sido asociado con palabras como tiranía y opulencia. Nerón, el sexto emperador, ha sido uno de los más criticados de la historia: es recordado por su gobierno de terror, marcado por su crueldad y sus excesos. «Su insolencia, sensualidad, lujuria, avaricia y crueldad las manifestó al principio de forma imperceptible y oculta, como si se tratara de defectos propios de su juventud. […] Gradualmente, a medida que iban creciendo sus vicios, prescindió de las chanzas y de la oscuridad y, sin preocuparse ya de disimularlos, se lanzó abiertamente a mayores excesos», describe Suetonio en su obra magna.
10. Domiciano
Busto del emperador romano Domiciano
Domiciano es presentado como un nuevo Calígula. Era desconfiado: «La más mínima sospecha, la más inconsciente delación, le causaba tan gran inquietud que le impulsaban a tomar grandes precauciones y a buscar venganza», recoge en el capítulo 37. También era autoritario y violento: «No solo era Domiciano hombre de gran crueldad, sino que esta era, además, solapada e imprevisible». Aunque reconoce su eficacia como administrador, Suetonio insiste en su carácter tiránico: «Con parecida arrogancia, en una ocasión en la que dictaba una carta circular, escrita aparentemente por sus procuradores, la comenzó así: 'Nuestro Señor y dios ordena que se haga lo siguiente'. Quedó establecido desde entonces que, en adelante, en todos los escritos y conversaciones de quien quiera que fuesen, recibiera ese mismo tratamiento».
9. Tiberio
Tiberio
Para el historiador romano, Tiberio era un talento militar y un buen gobernador, pero a medida que va avanzando en su relato lo presenta como un hombre oscuro, reservado y cruel. Retirado en Capri, su vida se transforma en un escenario de vicios y perversidades: «Pero era aún más infame, si cabe, por una abominación que no es digna de ser mencionada ni escuchada, muy denostada». Suetonio insiste en su hipocresía: «Sejano, el ministro del reinado actual, imitó con éxito, durante algún tiempo, la hipocresía de su amo; y, si su temperamento ambicioso, impaciente por alcanzar su objetivo, le hubiera permitido llevar la máscara durante más tiempo, podría haber obtenido la diadema imperial».
8. Galba
Galba
A pesar de considerarlo un anciano severo, de carácter frío y avaro, que cayó en desgracia por su falta de tacto y clemencia: «Era activo, enérgico y, de hecho, excesivamente severo en el castigo de los delincuentes». Según Suetonio, Galba decía constantemente: «¡Que me odien, con tal de que me teman!». El sexto emperador llegó al poder con el respaldo de muchos y sentencia: «Su administración se distinguió por su gran rigor y equidad, incluso en asuntos de poca importancia».
7. Vitelio
Vitelio
El retrato que aparece en Vida de los doce césares de Vitelio es la de un glotón hedonista, despreocupado por el gobierno y entregado al placer: «Dominado especialmente por la gula y la crueldad, se regalaba al día con tres comidas por lo menos y, en ocasiones, con cuatro, a la hora del desayuno, de la comida, de la cena y del resopón, cumpliendo abundantemente con todas ellas, gracias a su costumbre de vomitar».
Aunque llegó al poder por intrigas militares, su desinterés y la crueldad de su entorno le granjearon el desprecio general. «Pero le ataron los brazos a la espalda, le pusieron una soga al cuello y lo arrastraron con las vestiduras rasgadas y semidesnudo hasta el Foro. A lo largo de toda la Vía Sacra fue recibido con burlas e insultos [...]. Algunos le arrojaban estiércol y excrementos, otros le llamaban incendiario y glotón, y algunos de la turba incluso se mofaban de sus defectos corporales. [...] Por fin, en la Escalera de los Lamentos, fue torturado durante mucho tiempo y luego despachado y arrastrado con un garfio hasta el Tíber».
6. Otón
Otón
En la obra de Suetonio, el emperador Otón aparece como un personaje contradictorio. Por un lado, es frívolo y ambicioso, pero también capaz de un acto de nobleza al final de su vida. Suetonio recuerda su vida disipada al servicio de Nerón, pero también subraya su sacrificio: «Prefirió morir antes que prolongar la guerra civil». Su suicidio voluntario, para evitar el derramamiento de sangre, le vale una redención histórica.
5. Julio César
El término «cesarismo» proviene del modo en que Julio César ejerció el poder
La imagen que crea Suetonio del primer césar es la de un líder carismático, ambicioso y brillante, cuya vida fue tan intensa como trágica. En él reconoce virtudes militares y políticas, como su «generosidad excepcional» y su «dominio de la elocuencia», pero no oculta su desenfreno amoroso y su afán de poder: «Fue en extremo dado a los placeres, y no contento con las mujeres de todas las provincias, se encaprichó de la reina Cleopatra».
4. Claudio
Claudio
A diferencia de los anteriores, al principio Suetonio lo presenta como torpe y débil —«no se le tuvo nunca en cuenta a causa de su tartamudez y cojera», escribe—. Pero tras asumir el poder, este emperador demuestra sus habilidades administrativas. Suetonio alterna entre la burla y la valoración de su labor legislativa y su interés por la justicia. Sin embargo, critica su dependencia de esposas y libertos, y afirma que «fue más bien gobernado que gobernante».
3. Tito
Triunfo de Tito por Lawrence Alma-Tadema
El top 3 comienza con Tito, uno de los pocos emperadores a los que Suetonio elogia sin ambigüedades. Le llama «Delicia del género humano» y de él destaca su generosidad y clemencia. A pesar de su breve reinado, dejó una impresión duradera por su carácter accesible y bondadoso. «No pasó un día sin hacer un bien», solía decir. Incluso perdonó a quienes conspiraron contra él.
2. Vespasiano
Muestran a Vespasiano un modelo de del Coliseo
Suetonio pinta a Vespasiano como un emperador pragmático, austero y con un agudo sentido del humor. Recuperó el orden tras el caos del año de los cuatro emperadores. «Le gustaba bromear incluso en su lecho de muerte: ‘Ay, me parece que estoy a punto de convertirme en dios’», recoge el historiador. Gobernó con sensatez y disciplina, y Suetonio lo presenta como un modelo de moderación.
1. Augusto
Augusto de Prima Porta, estatua de César Augusto en el Museo Chiaramonti de la Ciudad del Vaticano
Octavio es retratado, con respeto, como el fundador del Principado y restaurador del orden tras las guerras civiles. Suetonio valora su prudencia y moderación: «Gobernó con un poder absoluto, pero con tal comedimiento que no parecía tirano». También destaca su astucia política: «Prefería vencer por la razón que por la fuerza». Aunque menciona ciertas rigideces de carácter y sus escándalos familiares, lo retrata como un modelo de emperador: justo, comedido y eficaz.