El Desembarco de Normandía

100 años del desembarco de Alhucemas

La primera oleada de tropas de desembarco pisa tierra en Alhucemas

El desembarco de Alhucemas marcó un punto de inflexión en la Guerra de Marruecos. Soldados de la Legión, harqueños y fuerzas de la Mehala protagonizaron una operación sin precedentes, bajo fuego enemigo y con escasos recursos. Fue el principio del fin del conflicto.

Luis E. Togores
Luis E. Togores

La primera línea de barcazas está repleta de soldados nativos —harqueños y miembros de la Mehala— y legionarios. Son la carne de cañón, los que van a pagar el mayor precio de sangre: la primera oleada. La segunda y tercera líneas de lanchas de desembarco están preparadas y a la espera de lo que ocurra con esa primera ofensiva.

Las barcazas iniciales no pueden llegar hasta la playa por culpa del fondo rocoso, quedando a cincuenta metros de la costa. La corneta toca a carga. Los harqueños y legionarios de la columna Franco, sin dudar un instante, saltan de las embarcaciones con el agua al cuello, con las armas sobre sus cabezas, cargados con toda su impedimenta. Llegan a la arena y pisan los primeros metros de playa.

Vista aérea del desembarco de Alhucemas, 8 septiembre de 1925
Vista aérea del desembarco de Alhucemas, 8 septiembre de 1925

Los diez Renault FT-17, que debían haberles dado apoyo en aquellos cruciales momentos, siguen en las lanchas de desembarco. Tampoco pudieron ser transportadas las bestias de carga a tierra firme, por lo que fueron los propios soldados quienes llevaron a brazo las municiones, alimentos, agua, material de fortificación, etc., necesarios en los primeros momentos. Esto hizo que las primeras oleadas de desembarco solo contasen con un litro de agua por persona para el primer día y con muy poco equipo: cada hombre llevaba únicamente cincuenta cartuchos de dotación. Pero estos problemas no afectaron al éxito del desembarco.

Tanque FT-17 del Museo de Medios Acorazados de El Goloso, Madrid
Tanque FT-17 del Museo de Medios Acorazados de El Goloso, Madrid

Durante toda la operación, el enemigo hizo fuego con sus cañones y ametralladoras sobre los hombres que llegaban a la playa. Los rifeños sabían que rechazar a los españoles en las primeras horas era clave para su victoria. La Armada española respondía al fuego con fuego.

El general Agustín Muñoz Grandes, comandante de la División Azul, con uniforme del Ejército alemán, 1941
El general Agustín Muñoz Grandes, comandante de la División Azul, con uniforme del Ejército alemán, 1941

Se ocuparon las primeras posiciones en la arena. Las ametralladoras fueron emplazadas y los especialistas comenzaron su trabajo. La llegada desordenada de las barcazas obligó a modificar el orden de ataque. La harca de Muñoz Grandes fue la primera unidad que, tras lanzarse desde las lanchas con el agua al cuello, pisó tierra firme. La prensa decía sobre esta acción de los harqueños de Tetuán y su jefe:

«En el desembarco de Alhucemas, al frente de la columna Saro, iban como primeras fuerzas de choque los harqueños de Muñoz Grandes. Ellos —tomando la referencia de El Debate— fueron los que, faltando aún cuarenta metros para tocar tierra, se lanzaron enardecidos de las barcazas, recorriendo con el agua hasta el cuello la distancia que les faltaba. Fueron ellos también los que, en primer término, escalaron las cresterías con decisión y cogieron al enemigo cañones, ametralladoras, fusiles y prisioneros. Y al mando de ellos pertenecía asimismo el teniente Hernández Menor, el único oficial muerto durante la operación, según los informes oficiales. Tras estos indígenas iban Franco y Liniers con la Legión.

Ha caído, pues, a Muñoz Grandes —un comandante que hace cabalmente diez años salió de alférez del Alcázar de Toledo, un infante que solo en África ha servido, un muchacho ya herido varias veces y con dos propuestas para Laureada— la gloria de ser el primero en poner el pie en Alhucemas, a la cabeza del grupo de harcas de Tetuán confiado a su mando».

Retrato del General Leopoldo Saro Marín
Retrato del General Leopoldo Saro Marín

Relataba el general Saro en su informe esta parte del desembarco con las siguientes palabras:

«En vista de esta detención, ordena el coronel jefe (Franco) de la columna, con el toque correspondiente, la salida de las fuerzas sobre los objetivos marcados, saliendo con todo entusiasmo las fuerzas: la harca de Muñoz Grandes por la derecha y las banderas de la Legión por la izquierda, avanzando la harca por el frente y flanco derecho del arenal, con sus oficiales a la cabeza, y la Legión por la izquierda de la playa...

El Jefe del tercio, coronel Francisco Franco, acompañado del teniente coronel Juan de Liniers, recorre los puestos avanzados en el macizo Malmusi, durante las operaciones posteriores al desembarco de Alhucemas
El Jefe del tercio, coronel Francisco Franco, acompañado del teniente coronel Juan de Liniers, recorre los puestos avanzados en el macizo Malmusi, durante las operaciones posteriores al desembarco de Alhucemas - EFE

En estos momentos, los oficiales de la harca en cabeza y los de la Legión dieron un brillante ejemplo de decisión y arrojo al abordar los primeros objetivos. Las fuerzas de la harca quedaron establecidas con un tabor en el flanco derecho y dos tabores en el frente...

En este primer asalto fueron cogidos por las fuerzas de la harca un cañón de montaña al enemigo y, por la 6.ª Bandera, dos ametralladoras y numerosos cartuchos».

Los legionarios avanzan por la izquierda, sobre las estribaciones de El Fraile:

«Una compañía, metida en el agua, marcha por las peñas costeras para rodear la barrancada donde se encuentra el enemigo; se rebasa esta primera y se escalan las pedregosas alturas en dirección al Morro; legionarios y harqueños se apoyan fieramente en la empresa común... ¡Nos hemos apoderado de la primera obra defensiva del enemigo! Un cañón de montaña y dos ametralladoras caen en nuestro poder».

Defensor rifeno con una ametralladora francesa
Defensor rifeno con una ametralladora francesa

Inmediatamente, fuerzas de la Mehala se unen al combate. La 7.ª Bandera de la Legión se lanza a ocupar las baterías enemigas de las alturas de El Fraile y Morro Nuevo:

«Como hileras de hormigas se ve a los legionarios escalar por las vaguadas la abrupta cresta, y pronto la gloriosa bandera de Valenzuela corona la parte alta de los fuertes. Es un empuje arrollador... Los defensores, demasiado tenaces, son pasados a cuchillo».

La Mehala de Larache no pudo desembarcar por el embarrancamiento de sus lanchas K, llegando algo más tarde, y situándose a la izquierda de las harcas, en dirección al Morro. La harca fue reforzada en su avance por una compañía del batallón de Cazadores de África n.º 3.

Caídes de la mehala de Tetuán
Caídes de la mehala de Tetuán

La segunda oleada, la columna Martín, desembarcó a las 13:05, siendo enviada a sustituir a las fuerzas de la harca, que se concentraron a las órdenes de su jefe para seguir avanzando hacia las estribaciones del monte Malmusi, «donde sostuvo un combate protegiendo la fortificación de los puntos cercanos, sufriendo en estos puntos las mayores bajas».

El desembarco comenzó a las 11:30 y, a las 15:00, habían sido alcanzados todos los objetivos señalados por el Mando, capturando los tres cañones de las baterías de El Fraile y Morro Nuevo que hostigaban a las fuerzas de desembarco.

Es el principio del fin de la Guerra de Marruecos.

El desembarco de Alhucemas

Hace cien años, España escribió uno de los más brillantes capítulos de la historia militar mundial; el primer desembarco aeronaval conjunto-combinado ejecutado de forma exitosa contra una costa fortificada y artillada.

Raúl José Martín Palma
Raúl José Martín Palma

A mediodía del 8 de septiembre de 1925 ponían pie en tierra las unidades de vanguardia, encuadradas en la primera columna de la brigada de Ceuta, al mando del coronel Franco. Entre estas fuerzas de desembarco se encontraba la Compañía de Carros Ligeros de Asalto de Infanterí; era la primera vez que una unidad de este tipo participaba en una operación anfibia. Desde primeras horas de la mañana, las fuerzas aéreas y navales españolas brindaban apoyo y protección por el fuego.

Tropas en la playa de Ondarreta con destino a guerra de África
Tropas en la playa de Ondarreta con destino a guerra de África

Acababa de iniciarse la operación militar más ambiciosa y decisiva de cuantas se habían llevado a cabo en Marruecos. Tras años de duras y sangrientas campañas militares, la pacificación definitiva del Protectorado español estaba, por fin, a punto de hacerse realidad.

Comienza el asalto

Poco antes del inicio de la operación anfibia, dos líneas de barcazas «K» se habían concentrado frente a la playa de La Cebadilla. A bordo viajaban las fuerzas que conformarían las dos primeras oleadas de desembarco, compuestas por las columnas de los coroneles Franco y Martín González. A unos mil metros de la playa, los remolcadores liberaron las barcazas de la primera columna. Éstas, por sus propios medios y con los hombres protegidos por sus cubiertas blindadas, pusieron rumbo a la playa de Ixdain bajo el fuego de fusiles, ametralladoras y cañones rifeños. Los once carros de combate que viajaban a bordo de las barcazas, respondiendo al nutrido fuego enemigo, abrieron fuego contra las posiciones enemigas a unos 700 metros de la playa.

Acorazado Jaime I de la Armada española
Acorazado Jaime I de la Armada española

Horas antes, los buques de guerra, situados a más de dos millas de la costa, habían iniciado un violento bombardeo para apoyar a las fuerzas españolas. Por su parte, todas las escuadrillas de la Aeronáutica Militar atacaban, sin descanso, las posiciones rifeñas.

Comprometida situación

Las barcazas se aproximaban inexorablemente hacia la costa, con los hombres preparados para entrar en acción en cuanto tocasen tierra firme. Pero, como en toda operación militar, surgió algo imprevisto. Las barcazas encallaron a más de cincuenta metros de la orilla, con más de un metro de agua por debajo del fondo plano de las embarcaciones. La estructura rocosa de la playa había jugado una mala pasada a los atacantes. Los reconocimientos aéreos fueron exhaustivos, pero esta eventualidad no pudo ser anticipada. Se vivieron unos momentos de incertidumbre bajo la acuciante presión del incesante fuego enemigo.

Acorazado Alfonso XIII en Cartagena
Acorazado Alfonso XIII en Cartagena

En esa comprometida situación, el coronel Franco mandó a su cornetín de órdenes que tocara zafarrancho de combate. Harqueños y legionarios saltaron al agua sin pensárselo dos veces. No había vuelta atrás. Con el agua al pecho y los fusiles en alto, los infantes españoles e indígenas avanzaron rápidamente bajo fuego enemigo hasta alcanzar la orilla. Sin un momento de respiro, treparon por el acantilado que ponía fin a la exigua playa para alcanzar las alturas. Los carros de combate que les tenían que haber dado apoyo en el crucial momento del desembarco quedaron atrás.

Llegada de refuerzos

Así las cosas, los buques de la Armada española redoblaron su fuego de apoyo. Al mismo tiempo, la aviación atacaba con firmeza las barrancadas, marcando con precisión los objetivos para las baterías.

El portahidroaviones Dédalo fotografiado desde un aeroplano francés. Alhucemas, septiembre de 1925
El portahidroaviones Dédalo fotografiado desde un aeroplano francés. Alhucemas, septiembre de 1925

La 6.ª Bandera del Tercio avanzó por el flanco izquierdo, asegurando las alturas que dominan la playa de la Cebadilla y Los Frailes. Esta acción permitió garantizar el desembarco del resto de las unidades de vanguardia. Entre tanto, un tabor de la Harca tomó posiciones en el flanco derecho. Otros dos tabores se posicionaron al frente, mientras la Mehal-la se desplegaba a la izquierda de la Harca, en dirección a Morro Nuevo. Mientras todo esto pasaba, los legionarios continuaban su avance sobre Los Frailes y el Morro Rocoso, ascendiendo con denuedo por los arenosos acantilados, batiendo a sus defensores con determinación.

Pasadas las 13:00, desembarcó la segunda oleada, integrada por la columna Martín González, que relevó a las harcas de vanguardia. Dos horas más tarde los carros de combate pudieron finalmente incorporarse a la ofensiva. La tercera oleada fue desplegándose a lo largo del resto del día.

El ejercito descargando material en la playa tras haberla tomado
El ejercito descargando material en la playa tras haberla tomado

Al concluir la jornada, habían llegado a tierra unos 10.000 hombres y se habían descargado cerca de 2.000 toneladas de material. Con ello se daba por concluida la primera y más decisiva fase de la operación. Había sido presenciada por numerosos agregados militares extranjeros acreditados en Madrid. Todos felicitaron calurosamente al Mando, personificado en el general Primo de Rivera, por el rotundo éxito. Elogiaron la sobresaliente coordinación y ensalzaron tanto el extraordinario valor de las tropas como la pericia y heroísmo de las tripulaciones aéreas.

Retrato del Teniente General Primo de Rivera, 1920
Retrato del Teniente General Primo de Rivera, 1920

Camino expedito para la pacificación del Protectorado

De este modo, quedó consolidada una cabeza de playa, estableciéndose una posición sólida desde la cual se emprendió su fortificación y el desembarco de todo el material logístico requerido para continuar con las operaciones militares. La zona quedó lista para resistir cualquier eventual contraataque rifeño quienes, durante los trabajos de fortificación, mantuvieron un intenso hostigamiento con fuego de artillería, causando numerosas bajas. Pero no consiguieron paralizar los trabajos que los españoles estaban llevando a cabo con total determinación.

En los días siguientes se culminaron las operaciones de desembarco del grueso de la columna de Melilla, que permitieron mantener la imparable ofensiva de esta audaz operación militar.

Después de un breve periodo de estancamiento, consecuencia de las malas condiciones meteorológicas y las dificultades en la descarga del material necesario para proseguir las operaciones terrestres, el 30 de septiembre se ocuparon las alturas de Monte Palomas y Adrar Sedrum. Esta acción allanó el camino para la toma de Axdir, centro neurálgico de la rebelión rifeña, que se produjo el 2 de octubre. Con ello quedó concluida, desde el punto de vista táctico, la operación del desembarco de Alhucemas. Fueron alcanzados todos los objetivos militares previstos.

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Especial realizado por:

Redacción: Luis E. Togores y Raúl José Martín Palma. Diseño: David Díaz.

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