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29 de abril de 2024

Emmanuel Macron y Marine Le Pen, candidatos en las elecciones francesas de 2022

Emmanuel Macron y Marine Le Pen, candidatos en las elecciones francesas de 2022AFP

Elecciones en Francia

Macron y Le Pen se la juegan esta noche en el último debate de televisión

Cita clásica en la segunda vuelta de las presidenciales desde 1974, en alguna ocasión dirimió el resultado final

Era impensable que el general Charles De Gaulle se sometiera a la prueba del debate televisivo con motivo de la segunda vuelta de la elección de 1965; principalmente por la idea que tenía de sí mismo y de su cargo, pero también porque la mayoría de los hogares franceses aún no tenía una pequeña pantalla.
Su dimisión en 1969 forzó unos comicios anticipados a celebrarse en menos de 35 días, por lo que no hubo tiempo. En 1974, por fin, se daban las circunstancias para que los dos finalistas se enfrentasen ante las cámaras y la idea se le ocurrió al cronista político Alain Duhamel, que aún sigue en activo a sus 82 años. Fue, además, copresentador del acontecimiento junto con Jacqueline Baudrier.

I Combate: Giscard D’Estaing y Mitterrand

El 10 de mayo se enfrentaron en la pequeña pantalla, por un lado Valéry Giscard d’Estaing, de 48 años, ministro de Finanzas saliente, de buena planta y competente.
Por el otro lado, François Mitterrand, de 58, once veces ministro entre 1947 y 1958, astuto estratega y líder del refundado Partido Socialista desde 1971.
El choque entre «derecha» e «izquierda» alcanzaba su punto álgido. En un momento dado Mitterrand le espetó a Giscard: «Mire, el cambio sin riesgo del que habla es sin riesgo para gente como usted».
-Giscard: ¿A qué llama, señor Mitterrand, «gente como usted»?
-Mitterrand: A gente que pertenece a una cierta casta social, que no se enfrentan [balbuceó]….pues como se enfrenta la mayor parte de la gente que me ha votado.
-G: Señor Mitterrand, no puede decir cosas semejantes, no puede.
Acto seguido, Giscard soltó una frase que hizo época: «No tiene, señor Mitterrand, el monopolio del corazón, no lo tiene. Tengo un corazón que es el mío, que late a su cadencia. No tiene el monopolio del corazón y no se dirija a los franceses de esa manera tan hiriente para los demás».
La tremenda pulla, soltada en dos tiempos, noqueó a Mitterrand y sedujo in extremis a los votantes: el 19 de mayo Giscard fue elegido tercer presidente de la V República por el 50,1 % de los votos frente al 49,8 % obtenido por su adversario.

II Combate

5 de mayo de 1981: Valéry Giscard D’Estaing-François Mitterrand.
Mitterrand aprendió de su catástrofe de 1974 y dedicó siete años a perfeccionar su comunicación. Aún así, seguía algo reticente a la celebración del debate, ordenando a su equipo que pusiera todo tipo de condiciones y trabas. Pero sabía que era inevitable.
Giscard d’Estaing, «ciudadano candidato» desde el 2 de marzo y presidente saliente, conservaba toda su agudeza intelectual, podía presumir de reformas modernizadoras, pero arrastraba varios escándalos –los diamantes de Bokassa, por ejemplo–, y su gestión económica tenía luces y sombras, como el aumento masivo del paro.
Eso no le impidió intentar desestabilizar a Mitterrand interrogándole sobre el curso del franco en relación al marco alemán. Y reiteradamente. Mitterrand replicó: «No soy su alumno y aquí no es usted presidente de la República, solo mi contrincante».
En otro momento, atacó directamente a Giscard: «Retoma usted el latiguillo de hace siete años, el hombre del pasado, pero no deja de ser incómodo que, entre tanto, se haya convertido en el hombre del pasivo [económico]».
Para la fecha del debate, el 5 de mayo de 1981, la tendencia demoscópica consolidada ya favorecía al líder socialista. Y se mantuvo. Pero se había cobrado su venganza retórica.

François Mitterrand-Jacques Chirac

El 28 de abril de 1988 se produjo el debate más insólito. Enfrentaba al presidente saliente con el primer ministro saliente, que salían de la primera experiencia de «cohabitación» (habría otras dos más), es decir, cuando el jefe del Estado y el del Gobierno son de ideología distinta. Habían sido dos años a cara de perro.
Jacques Chirac atacó en los primeros minutos: «No se enfrentan el presidente y el primer ministro, sino dos candidatos: permítame, pues, llamarle monsieur Mitterrand».
El aludido contraatacó inmediatamente: «Tiene usted toda la razón, monsieur le Premier ministre!». ¡Zas! Chirac nunca remontó el vuelo y volvió a cometer una torpeza, a cuenta de un diplomático iraní que utilizaba su cargo para instigar atentados en suelo francés.
Ambos discrepaban sobre el alcance de la responsabilidad del diplomático. Chirac: «Mirándome a los ojos, ¿discute mi versión?». Mitterrand: «Mirándole a los ojos, la discuto». Meses después, Mitterrand reconoció al periodista Franz-Olivier Giesbert haber mentido. De todas formas, el resultado ya estaba cantado: ocho puntos le sacó el saliente a Chirac el 8 de mayo.

Jacques Chirac y Lionel Jospin

El 2 de mayo de 1992 se dio el más tedioso de los debates: los socialistas habían sido aplastados –60 escaños– en las legislativas de 1993 y Jospin sabía que no iba a ganar. Pero quería aprovechar la oportunidad para aparecer como un gobernante serio de cara al futuro.
Chirac, por su parte, había ganado el duelo fratricida de la derecha frente a Édouard Balladur y quería proyectar una imagen consensual. «Un debate indeciso, desprovisto de emoción y para nada decisivo», concluye el historiador Michel Winock en Histoire des élections présidentielles en France.
Em 2002 Chirac no quiso debatir con Jean-Marie Le Pen, por «respeto a la democracia»

Nicolas Sarkozy y Ségolène Royal

El cara a cara fue el 5 de mayo de 2007. De un lado, un eficaz ministro del Interior, protagonista de una de las campañas más brillantes de la V República. Del otro, la primera mujer que llegaba a la segunda vuelta de una elección presidencial y también muy ducha en el arte de la comunicación política.
Por lo tanto, perdería el primero que no contuviese sus nervios. Y fue Ségolène Royal, a cuenta de la admisión de los niños minusválidos en los colegios. El «cálmese, señora Royal» de un Sarkozy impávido no hizo sino reforzar una tendencia que ya era imparable.

Nicolas Sarkozy y François Hollande

El 2 de mayo de 2012 el socialista François Hollande ya lideraba con creces las intenciones de voto cuando entró en el plató.
La incógnita consistía en saber si un tipo tranquilo y consensual aguantaría las embestidas del pugnaz Sarkozy. No solo las repelió, sino que se permitió el lujo de repetir quince veces un, «yo, presidente de la República» para desplegar tranquilamente su proyecto, haciendo aparecer al presidente saliente como un outsider.
Seis puntos sacó a Sarkozy el 6 de mayo siguiente. Hollande, inmejorable candidato, presidente mediocre.

Emmanuel Macron y Marine Le Pen

La mayor hecatombe de la carrera política de Marine Le Pen: ordinaria, demagógica, faltona, haciendo uso de una ironía burda, salpicada por sonrisas carnívoras. El 3 de mayo de 2017 aquel debate no hizo sino ensanchar la anunciada victoria de Emmanuel Macron: perdió por 33 puntos de diferencia. Seguro que esta noche rectifica.
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