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04 de mayo de 2024

Campaña del ex primer ministro Benjamín Netanyahu en un bus de Jerusalén

Campaña del ex primer ministro Benjamín Netanyahu en un bus de JerusalénAhmad Gharabli / AFP

Elecciones Israel

¿'Quo vadis', Israel?

La derecha viene lastrada por partidos religiosos que imponen sus normas para mantener la coalición, mientras que la izquierda tiene en su seno a partidos árabes que reivindican los derechos de los palestinos

Por quinta vez en cuatro años, los israelíes son convocados a las urnas este 1 de noviembre para elegir a los 120 miembros del vigésimo quinto Knesset (parlamento). El actual gobierno, formado por ocho partidos políticos, obtuvo la menor mayoría parlamentaria posible, 61 escaños. La perdió en abril, cuando la sionista Idit Silman dejó la coalición gobernante.
El 20 de junio, el entonces primer ministro, el empresario Naftali Bennett, y el actual jefe del Ejecutivo, el periodista Yair Lapid, anunciaron el fin de su Gobierno que ha durado un año. La Knesset se disolvió y Lapid se convirtió en primer ministro.
Después de dos meses y medio de campaña, 39 partidos concurren a esas elecciones. Los 120 escaños de la Knesset se eligen por representación proporcional en listas cerradas en una sola circunscripción nacional. La ley electoral incluye el método de corrección Bader-Ofer que favorece a las listas más grandes, que recibirán más escaños sobrantes que los partidos individuales.
Las últimas tres encuestas pronostican 60 escaños para el bloque de Benjamin Netanyahu, lo que le dejaría a uno de la mayoría. La coalición rival, encabezada por el primer ministro Yair Lapid, ganará, dicen, 56 escaños. La cuestión es que la derecha viene lastrada por partidos religiosos que imponen sus normas para mantener la coalición, mientras que la izquierda tiene en su seno a partidos árabes que reivindican los derechos de los palestinos.

Antecedentes

Israel ha realizado cuatro elecciones: abril y septiembre de 2019, 2020 y 2021, sin lograr una mayoría estable. En las dos de 2019, ni Benjamin Netanyahu, ni el líder del principal partido de la oposición, Azul y Blanco, de Benny Gantz, consiguieron 61 escaños, lo que llevó a nuevas convocatorias electorales.
En marzo de 2020, formaron un gobierno de unidad entre Netanyahu y Gantz, roto en diciembre por disensiones en los presupuestos. Los comicios de 2021 permitieron la formación de otro gobierno entre ocho partidos políticos, con el líder del partido Yamina, Naftali Bennett, y el líder de Yesh Atid, de centro y laico, Yair Lapid, que rotan en el cargo de primer ministro.
Tras su formación, el gobierno, en junio de 2021, ocupaba 61 escaños. El 6 de abril pasado, Yamina, una coalición de derechas de la política Idit Silman, como dijimos, se separó y el Gobierno perdió su mayoría parlamentaria. Silman justificó su decisión por las violaciones contra la fe judía de varios ministros.
El 19 de mayo, el partido de izquierda Meretz, por boca de la diplomática Ghaida Rinawie Zoabi, salió de la coalición aduciendo que el Gobierno era duro con los palestinos y que redujo los escaños árabes en la Knesset. El 13 de junio, Hogar Judío de Nir Orbach presionado por sus partidarios y con divergencias con los miembros de izquierda de la coalición, también dejo la coalición.
El 20 de junio, Bennett y Lapid anunciaron la presentación de un proyecto de ley para disolver la Knesset, fijando las elecciones para el primero de noviembre. Bennett se retiró de la política; renunció como líder de Yamina y le sucedió la ingeniera Ayelet Shaked.

Candidatos

Los 13 partidos que estuvieron representados en la 24ª Knesset han sido reconfigurados. La formación de centro Azul y Blanco del ministro de Defensa Benjamin Gantz se fusionó con Nueva Esperanza del ministro de Justicia Gideon Sa'ar. Luego incorporaron al exjefe de gabinete Gadi Eisenkot y al exmiembro de Yamina y ministro de Asuntos Religiosos Matan Kahana, creando el nuevo Partido de Unidad Nacional.
Las facciones árabe-israelíes, también divididas, presentan tres candidaturas: Hadash-Ta'al, encabezado por los diputados Ayman Odeh y Ahmad Tibi; Ra'am, partidario de un estado palestino, dirigido por Mansour Abbas; y Balad, regido por Sami Abou Shahadeh. Pretenden representar al 21 % árabe de la población israelí.
Los candidatos para las elecciones en Israel: el actual primer ministro israelí, Yair Lapid (arriba a la izquierda); el ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu (arriba a la derecha); el ministro de defensa israelí, Benny Gantz (abajo a la izquierda) y el legislador de extrema derecha Itamar Ben-Gvir (abajo a la derecha)

El actual primer ministro, Yair Lapid (arriba a la Iz); el ex primer ministro Benjamin Netanyahu (arriba a la De); el ministro de defensa, Benny Gantz (abajo a la Iz) y el legislador Itamar Ben-GvirAFP

Meretz presenta como candidato a Zehava Galon tras la renuncia de Nitzan Horowitz. Los laboristas reeligieron a Merav Michaeli. El líder del Partido Sionista Religioso, Bezalel Smotrich, y el del Likud, Benjamin Netanyahu, siguen al frente de sus formaciones. Una negociación prolongada entre Smotrich y el líder del partido ultraderechista Otzma Yehudit, Itamar Ben-Gvir, terminó con la participación conjunta de los dos, junto con el partido Noam, ultraortodoxo y anti-LGBT. Ben-Gvir, según las encuestas, le quita intención de voto al Likud y a otros partidos ultras.

Las campañas y los desafíos

Las campañas electorales han girado en torno a cuatro cuestiones. Una ha sido el alto costo de la vida. La oposición denunció la tasa de inflación del 5,2 %. También los partidos haredim, ultraortodoxos, criticaron los impuestos y se opusieron al intento del ministro de Finanzas, Avigdor Liberman, líder de Yisrael Beitenu, de cambiar los criterios para los subsidios gubernamentales en las guarderías para que solo se beneficien las familias con padre y madre que trabajan, lo que perjudicaría al sector haredi, donde las mujeres son amas de casa.
La segunda cuestión es el carácter judío de Israel. El año pasado, los partidos haredim protestaron por la reforma de autorizaciones de la comida «kosher». Esto, junto a los impuestos, los citados subsidios familiares y la exclusión del sistema escolar haredi, generó indignación entre los que identifican religión y Estado.
El Gobierno justificó la reforma «kosher» para reducir los precios de los alimentos y el cambio en los subsidios para animar a los haderim a trabajar. También adujo que la introducción en el sistema escolar haredi del inglés y las matemáticas les facilitaría encontrar empleo. Todo se agravó cuando el Ejecutivo anunció que planeaba extender el transporte público a los sábados.
La tercera en discusión es la seguridad que se deterioró cuando el grupo palestino Lion's Den (la guarida de los leones) multiplicó los atentados contra israelíes, en el norte de Cisjordania. A eso se suman los disturbios entre árabes y judíos en el este de Jerusalén.
Netanyahu, Smotrich, Ben-Gvir y otros de la derecha vincularon la inseguridad a la «capitulación» del gobierno ante su nuevo aliado árabe, Ra'am. Lapid y el ministro de Defensa, Benny Gantz, respondieron que el Ejército israelí lleva a cabo la Operación Rompe la Ola, en Nablus y Jenin.
El debate de seguridad se calentó por otro tema: el acuerdo de la frontera marítima de Israel con el Líbano que Lapid calificó como «histórico» y cuenta con el apoyo de las agencias de seguridad nacionales. El premier acusó a Netanyahu, quien calificó el acuerdo como una «rendición histórica» y de capitulación antes el Hezbola libanés, de mentir y actuar en contra de los intereses estratégicos israelíes.
El último desafío es el sistema judicial. Smotrich y su compañero del Partido Religioso Sionista Simcha Rothman planean dar más poder a los políticos en la composición del Comité de Selección Judicial de nueve personas y para que la Knesset pueda promulgar leyes anuladas por el Tribunal Superior, prohibiendo además investigar y acusar a cualquier miembro del Gabinete, lo que beneficiaría a Netanyahu que está siendo juzgado por fraude y abuso de confianza.

Escenarios potenciales

Tres escenarios principales esperan a los votantes tras las elecciones, según Eliav Breuer en The Jerusalem Post.
El primero es que el bloque de Netanyahu reciba 61 escaños y forme gobierno. En este escenario, los ultras Ben-Gvir y Smotrich se convertirán en ministros, al igual que varios políticos haredim.
El segundo es que Lapid o Gantz formarán gobierno con el apoyo de los partidos haredim o un motín en el Likud, lo cual es improbable y supondría una heterogénea variedad de ministros y el retorno a una situación inestable.
El tercer escenario es que hayan de convocarse nuevas elecciones, con Lapid como primer ministro, el gobierno sin un presupuesto para 2023 y con el país estancado.
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