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18 de mayo de 2024

Frank Furedi, director de la oficina del Mathias Corvinus Collegium en Bruselas

Frank Furedi, director de la oficina del Mathias Corvinus Collegium en BruselasMCC BRUSSELS

Entrevista | Director MCC Brussels

Frank Furedi: «Sánchez, como manipulador, es uno de los líderes más horribles de Europa»

El sociólogo británico ha aterrizado en Bruselas para dirigir uno de los centros de pensamiento más importantes del mundo conservador internacional de los últimos años

El británico de origen húngaro, Frank Furedi, es uno de los profesionales más reconocidos en su campo en su país de las dos últimas décadas por varios estudios sobre la sociología del miedo y la educación, entre otros. Según un estudio de 2005, fue el sociólogo más citado en medios de comunicación del Reino Unido.
Con más de 25 libros escritos, se ha convertido en un reconocido analista contrario a las tesis que hoy se engloban bajo el concepto de 'globalismo': ambientalismo climático, ideología de género, progresismo (woke), etc.
Colaborador activo en varios medios, en especial en la revista Spiked Online, en 2021 asumió la dirección de la oficina regional en Bruselas del Mathias Corvinus Collegium, un colegio universitario fundado en Hungría que lleva años siendo el epicentro de la ‘revolución conservadora’ al estilo húngaro y que cuenta entre sus filas con cientos de profesores e investigadores de todo Occidente.
Desembarcar en la capital de la Unión Europea proponiendo una alternativa real a la ideología imperante en nuestras sociedades es un reto tal y como está el panorama político. Sobre esto, políticas identitarias y el futuro del continente es de lo que hablamos con Furedi en esta ocasión.
— ¿Qué es MCC Bruselas?
— Nacimos hace más de un año para promover una alternativa diferente, una narrativa que desafíe la visión europeísta dominante del mundo, una que defienda los valores que yo considero los verdaderos valores de Europa frente a los valores creados administrativamente por la UE como la inclusión, el multiculturalismo y el federalismo -todo lo que consideramos un problema-. Acepté el cargo sobre todo porque me parecía muy importante combatir adecuadamente la batalla cultural.
Siempre he sido muy crítico con nuestro bando porque me he dado cuenta de que los conservadores siempre se han reído pensando que todas los cambios progresistas que hemos sufrido eran una especia de broma. No entienden sus graves consecuencias. Recuerdo que no hace mucho se reían al hablar del matrimonio gay: «eso nunca ocurrirá, ja, ja, ja, ja, qué idea más estúpida». ¿Qué ocurrió? Antes de que pudieses cerrar los ojos se había convertido en realidad. Luego se rieron de los pronombres trans y mira ahora cómo estamos. Mucha diversión, risitas y todo lo demás, pero no entienden que los jóvenes están siendo adoctrinados sistemáticamente, no entienden que los medios de comunicación han estado fomentando esto durante años. Un día despiertan y se dan cuenta de que, por ejemplo, en Inglaterra más del 20-25 % de los jóvenes de 16, 17, 18 años se identifican como de género fluido y eso no tiene gracia alguna. Creo que necesitamos una alternativa intelectual seria, que no se limite a burlarse de ello y a vivir de la herencia del pasado.
Muchos conservadores piensan que todo lo que hay que hacer es repetir a Burke, alguien que vivió hace mucho tiempo, en lugar de analizar la situación en profundidad. Pensé que podría ser más útil aquí dando la batalla cultural consiguiendo que académicos serios y otros profesionales hicieran investigaciones para contrarrestar la narrativa imperante y demostrar que nuestras ideas no sólo son tan buenas como las suyas, sino incluso más valiosas.

En Inglaterra más del 20-25 % de los jóvenes de 16, 17, 18 años se identifican como de género fluido y eso no tiene gracia alguna

Y aunque es una fundación con base húngara, los ideales húngaros son también ideales europeos y son intercambiables. Así que pensé: «¿Existe algo que aglutine a húngaros, polacos, italianos, franceses, alemanes, españoles...?» Por eso trabajamos juntos en diferentes proyectos y creamos una fortaleza intelectual. Ese es el primer paso. También educamos a los jóvenes que vienen aquí, impartimos muchos cursos y conferencias, etc. Pero para mí, luchar la batalla cultural es el motivo principal. Además, la mayor parte de la gente que está aquí está comprometida y motivada en ese sentido.
— ¿Por qué Bruselas?
— Primero, muchas de las cosas que creo que son problemas tienen su origen aquí, en Bruselas. Muchos de los ideales que se promueven son, primero, inventados por las ONG. Luego, las ONG informan al Parlamento Europeo, a los parlamentarios europeos que los adoptan, y entonces, tarde o temprano, se convierten en una directiva oficial. Por eso es tan importante que estemos aquí y seamos capaces de desafiarlos, no porque pensemos que podemos hacer cambiar de opinión a ciertas personas, sino porque eso les presiona y nos permite reaccionar con bastante flexibilidad. Y lo segundo, obviamente, se acercan las elecciones que podrían ser bastante importantes junto a la presidencia húngara en el segundo semestre. Creemos que es una buena oportunidad para poner de relieve ciertos temas y para influir de alguna manera en el panorama general de Europa. Esa es la razón principal por la que estamos en Bruselas. Es importante que tengamos aquí una oposición, una institución alternativa que esté continuamente dando un toque de realidad a lo que está ocurriendo.
Supongo que no han sido bien recibidos…
— No ha sido un festival de amor precisamente (risas), pero algunas personas están muy contentas de que estemos presentes y serán más con el paso del tiempo porque aquí apenas existen grupos como el nuestro. Una de las cosas que también estamos haciendo es intentar influir, no solo en la gente de la burbuja de Bruselas, sino en la gente de a pie, nuestros estudiantes, intelectuales, activistas políticos de Bélgica y Holanda y otros lugares. Queremos dar voz a aquellos que piensan como nosotros pero que quizá no tengan la suficiente confianza o capacidad para hacerlo. Creo que eso es muy importante: representar a gente que se alegra de que les des voz.
— Ha mencionado en varias ocasiones el término ‘batalla cultural’. ¿Qué significa para usted y por qué es importante?
— Soy diferente a la mayoría de la gente porque ni siquiera me llamaría conservador. Oímos la palabra ‘conservadurismo’ y, al igual que el liberalismo o el socialismo, ha perdido gran parte de su significado en los últimos años. Mucha gente no se da cuenta de ello. Así que cuando me levanto por la mañana y pienso en quién soy, lo que veo es que soy conservador cuando se trata de cosas como la tradición, las dimensiones morales y la tradición familiar, la historia, los valores... pero también soy bastante liberal en lo que se refiere a las libertades individuales, es decir, permitir que las personas encuentren su forma de prosperar. Por otro lado, no soy socialista, pero creo que en lo que respecta a la economía tenemos que ayudar a la gente corriente a encontrar su camino. Yo me definiría más como populista -sé que es una palabra maldita hoy en día-.
— Tendemos a limitarnos por ideologías en lugar de tomar ideas de aquí y de allí que nos sean útiles.
— Esto es importante -hoy más que nunca- porque detrás de nuestras luchas diarias en este sentido subyace una mucho mayor que es por el legado de Europa y la civilización occidental. Así, por ejemplo, si nos fijamos en la guerra en Oriente Medio, donde la gente cree que sólo existen Hamás e Israel, no se dan cuenta de que lo que ocurrió el pasado 7 de octubre puede ocurrir fácilmente en Europa porque el islamismo en Europa no es una religión de paz. Muchos aspectos están entrelazados. Es interesante ver que todas las organizaciones woke, las feministas LGBT, BlackLivesMatter… todas apoyan a Hamás sin siquiera pensar. Lo ven y automáticamente piensan: «estos son de los nuestros». La razón es que en sus mentes, los israelíes, los judíos, son como la personificación de Occidente en Oriente Medio. Ellos los ven de esa manera.
Parece que los políticos ofrecen constantemente las mismas soluciones a las decisiones que tienen esas consecuencias. ¿Por qué?
— Es una pregunta muy importante. Hemos perdido unas cuatro generaciones de jóvenes porque no sabíamos lo que estaba pasando en las escuelas, en la cultura popular, etc. Muchos de los jóvenes que apoyan a Podemos, por ejemplo, en España, o en otros países a la izquierda, han sido manipulados y educados a través del idealismo en una sensibilidad antioccidental. Esto ha sido así porque en muchas partes de Europa, España incluida, las generaciones mayores no han logrado transmitir los valores en los que fueron socializados.

En muchas partes de Europa, España incluida, las generaciones mayores no han logrado transmitir los valores en los que fueron socializados

Los jóvenes que crecen sin la influencia de la tradición española, de los valores españoles -porque eso no se les ha transmitido- están mucho más influenciados por los medios de comunicación, por la cultura popular, por la música americana, etc. Durante mucho tiempo, la guerra cultural se libró por un lado; el otro lado no luchó, estaba durmiendo. Las consecuencias ya se ven: para cuando llegas a alguien como Pedro Sánchez y la gente que le rodea, te das cuenta de que estás completamente desarmado. Para vuestro presidente, y otros tantos que se aprovechan de las políticas identitarias, todo lo que mueve el mundo es el victimismo. Todos son una víctima a sus ojos. Incluso Hamás se presenta como víctima. En inglés decimos «believe the victim», cree a la víctima por encima de todo, independientemente de los hechos y de las pruebas. Sánchez, en ese aspecto como manipulador, es uno de los líderes más horribles de Europa.
— ¿Qué podemos cambiar o por dónde deberíamos empezar a cambiar las cosas?
— Hay varias áreas importantes. Creo que el principal campo de batalla al que debemos prestar atención es la escuela porque tenemos que ganarnos a las generaciones más jóvenes. Cuando tienes 15, 16, 17 años… no eres muy cínico, tan solo te fijas en los ideales. Tenemos que lograr esto en nuestro favor porque, a menos que ganemos a la generación más joven, estamos perdidos. La primera batalla son las escuelas que, de nuevo, los conservadores han evitado. ¿Cuántos padres conservadores conoces que les digan a sus hijos que se conviertan en maestros?
O trabajadores sociales.
— Exactamente. Así que, ¡oh, sorpresa!, tienes a todos los profesores de izquierdas en las escuelas. Nadie de nuestro lado. Las escuelas son muy importantes. Tenemos que cambiar esa dinámica y empezar por donde sea. Muchos de mis amigos en Inglaterra han empezado a crear escuelas independientes.
En segundo lugar, tenemos que replantearnos quiénes somos y adoptar una orientación más populista. Esto se refiere a nuestra capacidad de hablar con la clase trabajadora, de hablar el lenguaje de la vida cotidiana -algo muy importante-. Necesitamos integrarnos de alguna manera en su modo de vida para que puedan ver que lo que estamos haciendo es ayudarles a encontrar su propia voz. De verdad que creo que la dimensión populista es realmente importante.
En tercer lugar, también lo contrario: tenemos que elevar nuestro nivel intelectual. A veces, las conferencias conservadoras me resultan embarazosas en el sentido de que se oyen muchos tópicos y poca reflexión profunda. Tenemos que demostrar que nuestras ideas son atractivas, fuertes y relevantes. Para eso, nuestro movimiento tiene que conseguir que mucha más gente se tome este trabajo en serio.
Por último están los medios de comunicación. Tenemos que crear los nuestros. En Inglaterra están Spiked Online, Unheard, GB News, Talk TV... Nuestros puntos de vista nunca se comunicarán como deseamos porque los otros siempre distorsionarán lo que decimos. Estas cuatro cosas son las más importantes para mí, debemos colaborar en torno a ellas y ayudarnos mutuamente.
Para terminar no quería perder la oportunidad de preguntarle sobre las elecciones europeas. ¿Cree que podrá haber un cambio real a partir del próximo junio?
— Sin duda, y espero que cambie la fisonomía del Parlamento. Estoy seguro de que así será, pero quizá no tanto como la gente espera. Incluso si ECR e ID crecen, seguimos teniendo el problema de un PPE que nunca cambiará. Esto es importante por dos razones: una es que podríamos ser capaces de tener más influencia dentro de la UE -al menos a nivel parlamentario-, aunque seguimos teniendo el problema de que allí hay una burocracia que correrá en nuestra contra.
Pero el otro aspecto positivo es que podría sentar las bases de una mayor cooperación a nivel europeo. Es vital que nos esforcemos en crear una especie de alianza conservadora de derechas a nivel continental. Por el momento luchamos demasiado entre nosotros y tenemos divisiones estúpidas como en Francia entre Zemmour y Le Pen. Espero que el impulso de cambio en la UE de pie a una cierta dinámica positiva que tuviera consecuencias positivas. El gran impacto que tendrá no será necesariamente en la Comisión ni nada por el estilo, sino en las circunscripciones nacionales.
— Es importante que estos partidos demuestren que son capaces de gestionar el día a día y que no ocurre nada malo, sino todo lo contrario.
— Así es, será una evolución positiva. La presidencia húngara va a ser interesante porque creo que intentarán sabotearla todo lo que puedan, intentar socavar su legitimidad y crear una sensación de parálisis en torno a la deuda. Más allá de eso, Orbán puede influir de manera positiva en Europa. Es muy buen orador, tiene buen sentido del humor, es muy flexible y valiente. No va a ser demasiado diplomático, así que espero que la combinación de las elecciones y la presidencia pueda crear un buen ambiente en Europa que todos podamos utilizar para nuestros propios objetivos nacionales.
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