El presidente Yoon Suk-yeol defiende la ley marcial como un acto para preservar la democracia
Enfrentado a posibles destituciones y acusaciones, el mandatario surcoreano insiste en la legitimidad de su decisión y advierte sobre las consecuencias políticas de ceder poder a la oposición
En un discurso inesperado de diez minutos, el presidente de Corea del Sur, Yoon Suk-yeol, justificó su reciente decisión de implementar la ley marcial, describiéndola como un acto «constitucional» y una medida «inevitable» para salvaguardar la democracia liberal frente a lo que calificó como una «dictadura parlamentaria» de la oposición. Con un tono desafiante, Yoon afirmó que no teme enfrentar investigaciones judiciales ni intentos de destitución, subrayando que actuó conforme a sus prerrogativas presidenciales.
El mandatario reconoció que la resolución, tomada el pasado 3 de diciembre, generó incomodidades para la población, aunque evitó disculparse por la declaración del estado de excepción en sí. Según explicó, el despliegue militar fue limitado y contó únicamente con cuerpos de élite, con el propósito de prevenir incidentes mayores.
Sin embargo, altos mandos castrenses han declarado que recibieron órdenes directas de Yoon y del exministro de Defensa, Kim Yong-hyun, para forzar la evacuación del Parlamento, medida que no se ejecutó y que permitió al legislativo revocar la ley marcial.
Acusaciones y tensiones políticas
Yoon acusó al opositor Partido Democrático (PD), que controla la mayoría parlamentaria, de bloquear las funciones del legislativo con el objetivo de precipitar elecciones anticipadas. Según el presidente, esta estrategia busca proteger al líder del PD, Lee Jae-myung, quien enfrenta una posible descalificación como candidato presidencial si el Tribunal Supremo confirma una condena por violación de la ley electoral.
El mandatario advirtió que un eventual gobierno del PD pondría en riesgo las alianzas estratégicas de Corea del Sur con Estados Unidos y Japón, fundamentales para la estabilidad regional. «Permitir que las fuerzas que están liderando la parálisis del Estado asuman el control del país sería un retroceso para nuestra nación», afirmó.
El presidente aseguró que, pese a las críticas internas y externas, su decisión fue tomada tras una cuidadosa deliberación con su gabinete, aunque admitió que durante las discusiones surgieron numerosas objeciones. Insistió en que la ley marcial fue una decisión política calculada, no una medida improvisada, y subrayó su disposición a asumir las consecuencias legales y políticas de sus actos.
Yoon cerró su intervención comprometiéndose a «luchar hasta el último momento junto al pueblo», sin mencionar en ningún momento la posibilidad de dimitir. En medio de la crisis, la atención internacional se centra en las posibles repercusiones de esta situación en la estabilidad política del país y en las relaciones diplomáticas clave para la región.
La declaración de la ley marcial en Corea del Sur tiene un precedente histórico significativo, ya que ha sido utilizada en el pasado como herramienta de control en momentos de agitación política. La decisión de Yoon ocurre en un contexto geopolítico tenso, marcado por la creciente influencia de China y las amenazas nucleares de Corea del Norte.
Observadores internacionales advierten que cualquier debilitamiento en el liderazgo surcoreano podría afectar la coordinación en materia de seguridad con Washington y Tokio, pilares de la estrategia regional en Asia-Pacífico.