Columnas de humo y escombros durante un ataque israelí contra la franja de Gaza
Puntos de discordia entre Israel y Hamás de cara a aceptar un alto el fuego en Gaza
Las conversaciones para un alto el fuego en Gaza continúan envueltas en incertidumbre. El pasado lunes, Donald Trump y Benjamin Netanyahu presentaron un plan de 20 puntos destinado a poner fin a la violencia en la Franja, con mediación de Qatar y Egipto. Sin embargo, Hamás aún no ha dado su respuesta definitiva.
Aunque en un primer momento parecía inclinarse por aceptar la propuesta, fuentes internas del movimiento palestino aseguran que exigirán modificaciones antes de pronunciarse formalmente. La tensión crece, mientras el reloj avanza –Trump el martes les dio un plazo de «tres o cuatro días para responder»– y la población civil sigue atrapada en un conflicto que ya ha dejado más de 66.000 muertos.
El dilema de la retirada israelí
Uno de los principales obstáculos para un acuerdo es la retirada del Ejército israelí de Gaza. Trump aseguró que las tropas abandonarían el territorio de manera progresiva una vez Hamás aceptara el alto el fuego, pero sin especificar fechas ni modalidades. Esta ambigüedad ha generado desconfianza entre los líderes palestinos, que exigen garantías claras sobre cuándo y cómo se llevará a cabo la retirada.
Por su parte, Netanyahu ha reforzado la postura de Israel al difundir un vídeo en el que afirma que las fuerzas hebreas permanecerán en la mayor parte de Gaza incluso después de la liberación de los rehenes. Desde Gaza miran con desconfianza al primer ministro israelí, que ya resolvió de manera similar el alto el fuego con Hezbolá el año pasado. En ese entonces, Israel y el Líbano pactaron una retirada del Ejército hebreo de la excolonia francesa, pero a última hora cambiaron los términos y, a día de hoy, mantienen sus posiciones y prosiguen los ataques contra la milicia chií.
El desarme de Hamás
El desarme de la milicia palestina es otro punto de choque. El plan de 20 puntos prevé una desmilitarización total de Gaza, pero Hamás sostiene que no renunciará a las armas defensivas, que considera protegidas por el derecho internacional. La organización reclama que se distinga entre armamento defensivo y ofensivo, una condición que podría modificar significativamente el contenido del acuerdo.
Un grupo de palestino camina entre las ruinas de la Franja
La organización islamista argumenta que, sin estas garantías, no podrá aceptar el alto el fuego, lo que retrasa aún más la posibilidad de poner fin a la violencia que ha devastado la Franja durante casi dos años.
¿Quién gobernará en Gaza?
El futuro político del enclave es otro punto de choque. El plan de Trump y Netanyahu propone la creación de una «Junta de Paz» internacional para administrar Gaza, con participación de expertos extranjeros y, en un horizonte lejano, un papel para la Autoridad Nacional Palestina. Hamás rechaza frontalmente esa idea y reclama que sean los propios palestinos quienes decidan quién gobierna, incluso aunque se trate de figuras tecnocráticas sin vinculación directa con su movimiento.
El temor de Hamás es que Gaza termine convertida en un territorio tutelado por potencias extranjeras, con una administración impuesta desde fuera y sin soberanía real. Para Israel, en cambio, excluir a Hamás del futuro gobierno es una condición imprescindible para avanzar hacia la pacificación.
La liberación de los rehenes
El único punto con plazo concreto dentro de los 20 apartados del plan es la liberación de los rehenes en poder de Hamás. Israel exige su entrega en apenas 72 horas, sin fases ni condiciones, como gesto inmediato de rendición. Trump suavizó ligeramente la exigencia al afirmar que Hamás tenía «tres o cuatro días» para responder, pero la presión sigue siendo máxima.
Para Hamás, liberar a todos los cautivos en bloque significa entregar su última carta negociadora sin recibir garantías tangibles a cambio. La milicia teme que, incluso cumpliendo ese requisito, Israel no acelere su retirada ni levante la ofensiva.
A la espera de la respuesta definitiva de Hamás, la comunidad internacional presiona para que se evite una nueva escalada. Pero en el terreno, los ataques continúan, los muertos se acumulan y el tiempo corre en contra de una población exhausta que sigue esperando algo más que promesas vagas y ultimátums.
